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TRIBUNA

El universo paralelo de un emprendedor

Creador de un nuevo orden.

Creador de un nuevo orden.

Recién he terminado de leer la historia del Grupo Ramos y me he quedado muy impresionado por el apetito de riesgo de su fundador Román Ramos, su optimismo contra toda pronóstico, su rapidez en la toma de decisiones y su tremenda capacidad para cerrar negocios prontamente, aunque se trate de una compra reflexiva, como por ejemplo de bienes raíces. Es un estilo de liderazgo muy potente.

Hasta por su fuerza física en la plenitud de su adultez me he quedado impresionado.

Era un coloso este Román. Un gladiador español.

Con decirles que tumbó una pared de un solo mandarriazo durante una de las fases de ampliación de la tienda La Sirena de la avenida Mella. Esa anécdota también es reveladora del nivel de involucramiento absoluto del señor Ramos en cada acción de la entonces joven organización.

Antes de seguir avanzando sobre “El origen lejano de una historia cercana”, como se llama el libro que cuenta la historia del Grupo Ramos y su fundador, haré una digresión sobre el concepto de emprendedor, cuyo significado más expandido alude a quien inicia su propio negocio, usualmente una pequeña empresa.

Hay un significado menos popular, que a mí me resulta más seductor, acuñado por el brillante economista austro-estadounidense Joseph Schumpeter, para quien el verdadero emprendedor es aquel que presenta nuevas ideas y las ejecuta con el propósito de desarrollar empresas de alto crecimiento. Este tipo de emprendedor convierte un pequeño negocio en una empresa grande. Es el emprendedor innovador, que Schumpeter distingue del emprendedor replicativo, es decir, quien replica un negocio existente, ofrece soluciones me too y, generalmente, se ha lanzado a emprender empujado por la falta de oportunidades en el mercado laboral.

Creador de un nuevo orden Román Ramos es ese tipo de emprendedor que le gusta a Schumpeter, el emprendedor innovador, aquel que introduce iniciativas tan rompedoras que, una vez puestas en acción, desorganizan la industria existente para crear un nuevo orden.

Por ejemplo, no cayó bien entre los comerciantes de El Conde, la principal arteria comercial de República Dominicana hasta los años 70 del siglo pasado, que el dueño de La Sirena Mella decidiera implementar el horario corrido durante la semana laboral y también abrir los fines de semana.

Años después, estas prácticas también provocaron un avispero en Santiago, cuando el emprendedor innovador llegó con sus disrupciones, hasta que, calmadas las aguas, los demás comerciantes de Santo Domingo y Santiago terminaron adoptando los horarios corridos y de fines de semana que hoy son habituales en el país.

La innovación por excelencia del Grupo Ramos y el apetito de riesgo de su líder fundador alcanza su expresión más osada con la apertura de Multicentro Churchill, en 1999, el gigantesco hipermercado pionero en el país de este tipo de plataformas comerciales, donde se podía comprar “desde un pincho de pollo hasta un pincho para la cabeza, desde un rolo para pintar hasta un rolo para el cabello”.

En aquel momento, nadie sabía, con certeza, si ese gigante sería un elefante blanco o un éxito rotundo, como ha terminado siendo.

El autor es consultor en comunicación. @ melvinpenaj en Instagram, Twitter y Linked In.

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