Piedras que te lanzan, castillo que se fortalece

Quiero que comencemos esta época de Navidad con una reflexión. No detengas a quienes te tiran piedras porque mientras más te lancen más material tendrás para edificar el castillo fuerte que te mereces. Deja que con su ira te ayuden a calmar la tuya, que con su egoísmo te inspiren a disfrutar los logros, que sus maldades te hagan entender cuán grandes son las bondades del Señor que te protege y te hace cubrirte en tu palacio de las tempestades que originan las miserias de los débiles. No abras las puertas de tu corazón a huéspedes que no has invitado a entrar en ese espacio, ahora sagrado, que has construido con los ladrillos que te lanzan tus enemigos.

Siempre de pie ¿Sabías que las energías negativas que produce el dejarse golpear por los peñones que tiran los mal intencionados, también destruye los sueños? Pues la respuesta es sí. De ahí que hay que mantenerse siempre despierto para esquivarlos, y utilizarlos para concretar eso que anhela. Nadie, absolutamente nadie, construirá mejor que tú ese espacio de paz que necesitas para echar a andar ese proyecto de vida que a veces se torna difícil, pero no imposible de lograr.

Nada se cae a pedazos Aunque no lo creamos y entendamos que nuestra vida se cae a pedazos, no es así. Puede pensar que te desmoronas, sin embargo, cada fragmento en el que sientes que te divides cae en el lugar adecuado y se recompone en el momento perfecto, que es el del Señor. No intentes detener el proceso. Es importante y necesario que suceda para el resultado sea más edificante.

Diseñar tu sendero Decide cerrar este año aprovechando todas las enseñanzas que has recibido durante estos 12 meses. No mires hacia atrás, dirige tu mirada firme sobre ese camino que deseas transitar con un equipaje ligero, bien preparado, al que no le sobre ni le falte nada. Eso sí, asegúrate de que todas las piezas que contenga sean tuyas. No cargues con la maleta de otros, pues puede que resulten más pesadas de lo que imaginas.

No gastes tus energías Trate de conservar tus fuerzas, de potencializarlas a fin de conquistar esa paz que solo se consigue en una ciudad fabulosa y con un plan perfecto que te permita darle buen uso a las piedras que te lancen, porque solo así puedes fortalecer tu castillo, haciéndolo más seguro y confortable para vivir inmensamente con la quietud que dan las energías positivas y divinas que Dios te da.