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La historia de una pareja que se vuelve más unida tras casi divorciarse

Crédito The New York Times

The New York Times / Daniel JonesSanto Domingo

En el ensayo de 2013 de Modern Love “Rallying to Keep the Game Alive”, el matrimonio de Ann Leary con su esposo, el actor Denis Leary, estaba fracasando. Se sentían como rivales y no como compañeros, y la terapia de parejas no parecía ayudarles en absoluto.

Con el divorcio en mente, de pronto encontraron una nueva manera de seguir juntos, y Leary aprendió dos lecciones del amor durante ese proceso. 1) Decidir divorciarse puede ser la clave para seguir casados. 2) Es importante la manera en que uno juega tenis con el otro. Muy importante.

Hace poco me puse al corriente con cuatro escritoras cuyos ensayos inspiraron episodios de la nueva serie “Modern Love” de Amazon Prime Video .

A continuación, mi conversación con Leary, cuyo episodio es protagonizado por Tina Fey y John Slattery. La entrevista ha sido editada por fines de claridad y síntesis.

También puedes leer mis entrevistas con las escritoras Terri Cheney (“Take Me As I Am, Whoever I Am”), Deborah Copaken (“When Cupid Is a Prying Journalist”) y Julie Margaret Hogben (“When the Doorman Is Your Main Man”).

Daniel Jones: Tu ensayo se trataba de un momento difícil en tu matrimonio. ¿Por qué decidiste escribir al respecto?

Ann Leary: La gente no escribe a menudo sobre matrimonios que casi terminan. Y en nuestro caso, nadie —ni siquiera nuestros hijos— sabía qué estaba pasando con nosotros. Lo habíamos ocultado tan bien que nuestros hijos se mostraron sorprendidos al escuchar que habíamos tenido dificultades en nuestro matrimonio. Nos decían: “¿Qué? ¿De qué están hablando?”.

P: ¿En serio?

R: No tenían idea. Estaban en la secundaria y en la preparatoria, absortos en sus propios asuntos. Y nosotros no nos gritábamos ni nos lastimábamos. Era más como una guerra fría, pero yo estaba muy consciente de que se trataba de una crisis.

Salimos del consultorio de nuestro terapeuta pensando que se había acabado nuestro matrimonio, y todo pareció ocurrir en cámara lenta, pero, al mismo tiempo, eso hizo que todo quedara grabado en mi mente de una manera que te permite recordar detalles específicos, como las botas que llevaba y lo difícil que era caminar, cómo tuve que aferrarme a Denis después de que nos fuimos de ahí.

Decir que nuestro matrimonio se había terminado nos parecía muy peligroso y aterrador. Era algo en lo que habíamos pensado durante mucho tiempo, pero, en cuanto lo dijimos, el mundo no desapareció ni estalló.

P: Claro. Tan solo fueron a comer algo.

R: Pensamos: “Ay, tengo hambre. Vamos por algo de comer”. Y la intensidad del asunto simplemente se desvaneció. Incluso traté de seguir con el proceso diciéndole a Denis que todo era su culpa, pero él ya se había rendido. Me repetía: “Lo siento”. Y lo decía en serio. Me dijo: “Lo siento, pero no puedo hacer nada al respecto ahora”.

Y yo le respondí: “Dios mío, yo también lo siento. Tienes razón”. Y terminamos yendo a ver una película. En el cine a menudo terminamos uno encima del otro porque Denis tiene piernas muy largas, y eso fue lo que hicimos esa noche.

P: ¿Qué vieron?

A: “Sin lugar para los débiles”.

R: Esa es una película brutal.

R: Lo fue, pero nos encantó. Denis me ha ayudado a apreciar el trabajo que se hace con la cámara en las películas, algo de lo que normalmente no me daba cuenta. Me gusta más fijarme en la historia. Mientras la estábamos viendo, comencé a apreciar ese aspecto, y sabía que él también lo estaba haciendo. De pronto pensé: “¿Con quién más querría ver esta película?”. Sentí lo valioso que era estar con él, algo que no había percibido en mucho tiempo. Ambos lo sentimos.

P: Eso es muy lindo.

R: Ahora me voy a poner toda emotiva.

P: Esa sensación de alivio que describes es sorprendente, pero a la vez no lo es. Es como decidir que divorciarse es lo que evita que se divorcien.

R: Exactamente.

P: En tu ensayo mencionas “La marcha de los pingüinos”, que se convierte en una escena brillante en el episodio de la serie. ¿De dónde salió eso?

R: Esa es otra cosa que Denis y yo tenemos en común: esa era nuestra película favorita. Nos encantan los documentales sobre la naturaleza, y lloramos mucho cuando lo vimos.

P: Sharon Horgan, escritora y directora del episodio, la convierte en una escena maravillosa.

R: Cuando se publicó el ensayo, recibí muchos correos electrónicos. Tenía un sitio web para que la gente que no conozco pudiera enviarme mensajes. Además, muchas personas escribieron: “Creo que estoy en un matrimonio pingüino”.

P: ¿En serio? ¿Se convirtió en una especie de ejemplo?

R: Sí. Se identificaron mucho con la situación. Muchas personas me escribieron para decir: “Estamos tratando de seguir juntos por los niños”.

P: ¿Tú y Denis aún juegan tenis juntos? ¿Él aún juega “Tenis Denis”?

R: Aún jugamos. Comencé a jugar en una liga de partidos de dobles para mujeres. Denis juega con un profesional y le gusta tomarlo más como una sesión de ejercicio, pero aún se resiste mucho a las reglas. Mis hijos se mueren de la risa, sobre todo Jack, que juega tenis muy bien, mucho mejor que nosotros. Pero siempre hemos bromeado con eso: Denis sigue cambiando las reglas en pleno partido.

P: ¿Incluso cuando está jugando un partido tradicional de tenis?

R: Bueno, como él dice, no es justo porque no es muy bueno con los saques. Pero que él sea malo no significa que el juego no es justo. Si eres malo para los saques, ¡simplemente tienes que mejorar!

Pero sí jugamos, solo no como compañeros de dobles. Creo que eso es común con las parejas. Si juego con mi yerno y comete un error, le digo: “Ay, no te preocupes”, pero si estoy con Denis y falla un tiro, le digo: “¿Qué te pasa?”.

Llegamos a un punto en el que comenzamos a jugar mucho tenis de uno contra uno, y nuestro matrimonio estaba mejorando, y yo me di cuenta de lo mucho que nos agradaba que al otro le fuera bien.

P: Claro. Estaban jugando para extender el juego, para seguir intentándolo.

R: Y hay algo acerca de la terapia que no aparece en la columna que escribí pero que debió incluirse. Fue un momento en el que pensábamos que era evidente que nuestro matrimonio era un desastre, pero nuestro terapeuta no estaba de acuerdo. Pensaba que de hecho teníamos un matrimonio decente. Señaló que nosotros decíamos cosas negativas sobre el otro, pero si él decía algo ligeramente negativo acerca de alguno de nosotros, de inmediato salíamos en defensa del otro.

P: ¿De verdad?

R: Sí. Yo decía algo, por ejemplo, y el terapeuta respondía: “Entonces sueles ser un poco negativa”. Y Denis interrumpía diciendo: “¿Negativa? No es cierto. Jamás la describiría como negativa”. Y lo mismo pasaba conmigo cuando el terapeuta hablaba de él.

Así que el psicólogo comenzó a decir: “¿Qué está pasando? Esto normalmente no ocurre. La gente no suele defenderse”. Y yo le decía: “Claro que no. Todos lo hacen”. Y él respondía: “De hecho, no”.

P: Probablemente usan al terapeuta para atacarse entre sí.

R: Era gracioso. Decíamos: “¿Cómo te atreves a decir eso sobre él?” o “¿Cómo te atreves a decir eso sobre ella?”. No nos dimos cuenta de que estábamos haciendo eso, sino hasta que él lo señaló.

P: Pienso que las celebridades como Denis deben proteger mucho su vida privada. ¿Eso fue un problema? Es decir, escribir novelas es una cosa, pero escribir un ensayo sobre tu matrimonio…

R: No fue un problema. Tuve que mostrárselo primero. Y si me hubiera dicho: “No quiero que publiques eso”, creo que no lo habría hecho. Pero en realidad me dijo: “Está bien. Creo que es bueno”.

Y después tuvimos que decírselo a su mamá. Creció en Irlanda. Es muy católica. Y no hay muchos divorcios en su familia. Así que creo que en realidad estábamos preocupados de lo que pensaría. Pero nos dijo: “Ah, muy bien. Sí, está bien”. ¡A nadie le importó!

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