CÁNCER DE MAMA
“Una oración con fe no se queda dormida”
L a genética familiar marcó cambios drásticos en su vida.
Le ha tocado enfrentar su batalla contra el cáncer de mama y acompañar a varios miembros de su familia en procesos similares; su hermana, cuatro primas y algunos tíos son pilares a los que ella ha decretado que el cáncer no es siempre sinónimo de muerte.
Se trata de Magaly Heredia, ingeniera civil con 50 años, quien fue diagnosticada en 2015 con cáncer en su mama derecha y que ante esta crisis quiso mostrar su cara más brillante y pronunciar enunciados que tejían superación.
El proceso
El sendero que tuvo que recorrer incluyó 12 quimioterapias antes de la operación para reducir el tumor, una mastectomía radical para extirparlo, seis quimioterapias adyuvantes para eliminar las células cancerosas que pudieron haber quedado en el organismo, 29 radioterapias y un tratamiento hormonal por cinco años que aún mantiene.
“Yo decía que todo iba a salir bien, mi mentalidad estaba positiva; entendí que en ese momento no hay que preocuparse, sino ocuparse, así que me tranquilicé y puse todo en mano de Dios”, apuntó Heredia.
Desde 2010 estaba sometida a consultas médicas y pruebas de seguimiento anuales debido a que presentó una displasia fibromuscular, enfermedad que causa en la pared arterial un desarrollo celular anormal.
Fue cinco años después, a la vuelta de un chequeo rutinario, cuando recibió la noticia de que tenía un carcinoma invasivo en tercer grado.
Muchos factores podían afectar el pronóstico, pero Heredia afirma que nunca vio calles sin salidas ni dudó de sus posibilidades de supervivencia.
“Lo que hacía en mi estado de recuperación y de tratamiento era pensar en esas personas que habían pasado por lo mismo que yo, y se habían superado”. Añadió que su mayor ejemplo ha sido Danna, una señora de 70 años que ganó su lucha contra el cáncer, y quien inspiraba en ella estados positivos.
Su esperanza
Desde su punto de vista, mirar al futuro con esperanza y seguridad es lo más importante, seguido del soporte familiar y la confianza en Dios, quien fue su refugio; asevera que ella es muestra de que “una oración con fe no se queda dormida”.
“Muchas personas cooperaron conmigo, nunca estuve sola”, afirmó Heredia mientras explicaba que sus colegas de trabajo le acompañaban a las sesiones de quimioterapias, sus amistades la visitaban en su hogar y sus familiares ofrecían sustento económico y emocional. Su esposo, desde el día uno, le dejó claro que el proceso era de ambos, tras siete años de relación no pensó ni un segundo en abandonarla, sino que declaró: “voy a estar contigo; si he estado en las buenas, también estaré en las malas”.
EN PUNTOS
Actitud positiva
Magaly Heredia, basada en su experiencia, aconseja a las personas que están pasando lo mismo a orar, meditar, plantearse metas y proyectos.
Distracción
Rodearse de individuos positivos, cambiar su alimentación, leer mucho y escribir todo lo que siente.
“Tomaba mi quimioterapia escuchando música cristiana y haciendo mis oraciones mentales”.
No dejarlo solo
A los familiares exhorta ofrecer sonrisas, muestras de cariño y cumplir algunos antojos del paciente.