CÁNCER DE MAMA
Una historia de combate al cáncer con pocos recursos económicos
El sol resplandecía. Todo indicaba que ese sería un día normal. Raisa se levantó, dejó todo listo para que sus dos hijos fueran a la escuela y posteriormente se dispuso a alistarse para ir al médico. Sentía una anomalía en uno de sus senos, y quería saber de qué se trataba. Lo que nunca imaginó es que esa mañana le diagnosticarían una enfermedad que no solo lastimaba su cuerpo, sino también sus emociones.
La joven de 33 años sintió que su mundo se derrumbó cuando escuchó salir de la boca de la doctora las palabras “cáncer de mama”.
Como si se hubiese tratado de una película, vio todo a blanco y negro y en cámara lenta.
Llegó al centro médico sola, por lo que pidió a una desconocida que la acompañara a recibir la noticia que cambiaría su vida.
“Me comenzó a doler la cabeza, sentía los ojos pesados de tanto que había llorado. Pensé que me iba a morir, luego en mis hijos y en mi mamá; no quería faltarles”, explica mientras recuerda aquel día.
Cuenta que duró poco tiempo deprimida, con la idea de que si se mantenía así se “moriría más rápido”, así que decidió cambiar de actitud y ahora tiene la convicción de que podrá vencer esa enfermedad.
“Si otros han podido, ¿por qué yo no? Por mi mente no ha vuelto a pasar que me voy a morir”, dice convencida.
Incansable
Raisa nació en un barrio vulnerable, donde reside actualmente; allí las personas la conocen como una joven trabajadora, que desde pequeña ha realizado esfuerzos para “ganarse la vida”.
Hoy, con dos hijos y una condición de salud delicada, costea todos sus gastos. Relata que muchas veces sus padres la ayudan económicamente, pero su sostén son los negocios, se dedica a vender desde artículos del hogar hasta productos de belleza.
“He vendido hasta mistolín y cloro, lo que hago es que lo detallo casa por casa y no me da vergu¨enza”, narra con orgullo la joven que muchas veces, soportando el dolor, le ha tocado lavar pisos, fregar, cuidar niños, entre otros oficios, porque entiende que lo importante es no quedarse en la casa pensando en el sufrimiento. “Yo voy y me busco mis chelitos donde sea, lo importante es estar negociando, haciendo algo, la mente tratar de tenerla en algo siempre”.
A pesar de sus esfuerzos, no siempre tiene los recursos para ir a sus citas médicas, lo que sí asegura es que nunca ha dejado de ir, “a veces no tengo dinero y yo lo pido, porque uno no puede dejar de ir al médico y perder esa cita. Ese dinero tiene que aparecer. Gracias a Dios que él siempre manda ángeles que abonan a la causa. Dios provee”, expresa muy optimista.
El mayor apoyo que Raisa ha recibido es el de los hermanos de la iglesia a la que asiste, cuenta que le dan “mucho amor y cariño, hasta más que mi propia familia”. A veces cuando piensas que todo se está acabando el Señor te abre una lucecita en el camino, por eso yo vivo muy agradecida con él”.
ALGO MÁS
Ayuda disponible
A veces las mujeres no cuentan con la ayuda necesaria por falta de información o quizás la falta de alguien que las acompañe hasta un centro o grupo de apoyo a mujeres con cáncer de mama.
En el país existen varias instituciones que velan por la calidad de vida de las mujeres que son diagnosticadas con cáncer de mamas y cuentan con bajos recursos, aunque no todas conocen de su existencia, y, por lo tanto, como Raisa, no reciben el apoyo que necesitan.
Dentro de esas están: La Liga Dominicana Contra el Cáncer, las fundaciones Caminantes por la Vida y la Fundación Pañoleta que no solo se enfocan en promover la prevención en el mes de octubre, sino que dentro de su plan de trabajo incluyen programas de tratamiento y ayuda social para las mujeres más vulnerables económicamente.
De igual manera el Hospital General de la Plaza de la Salud cuenta con un voluntariado que ayuda, orienta, fortalece y acompaña a las mujeres desde el momento en que reciben la noticia de esta enfermedad, así como durante el duro proceso del tratamiento.
Raisa en estos momentos se encuentra luchando por ganarle la guerra al cáncer de mama. El tratamiento es costoso y tedioso pero el deseo de vivir es más fuerte.