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DESTINO

Croacia: una semana entre islas e islotes

Pamela Ramos GarcíaRoma, Italia

La llaman ‘The Yatch Week’, el Festival Flotante que se celebra cada año en Croacia, el país de las 1,000 islas e islotes en el mar Adriático. Desde Roma, donde vivo por el momento, fui con mi amiga Daniella en avión hasta Split, para disfrutar de esta tan famosa semana, en la que desde mis 15 años de edad quería participar.

A una media hora de Split estaban ancladas las embarcaciones: yates “normales”, yates Premium, catamaranes inmensos... Algunas alquiladas completas por un grupo. En otras, como nuestro caso, se podía alquilar una cabina con baño, con una cama para dos personas. En la nuestra había cuatro cabinas. Éramos ocho visitantes y un ‘skipper’ que capitaneaba el barco y con nuestra ayuda lo juntaba a otras embarcaciones cuando era necesario. Dormía en la proa en una hamaca que llevó, en vez de en un sofácama del área común. Los participantes pueden contratar un ‘host’, quien les prepara dos comidas al día. En nuestro barco, al no habernos conocido antes, cada quien hizo su compra y se cocinaba.

Un programa de actividades nos mantenía ocupados día y noche. La primera estuvimos en la costa de Trogir, aclimatándonos a la vida de mar. A menudo utilizábamos wáter taxis para trasladarnos. Al día siguiente navegamos hasta Vis, a pasar el día. En la noche hubo una fiesta con el tema tropical, en Fort George.

Al otro día, atracamos en una bahía natural, donde los barcos formaron un gran círculo y todos nos lanzamos al agua hasta el momento de dirigirnos a Hvar, el St. Tropez de Croacia, donde dormimos dos noches. Conocimos el pequeño pueblo de Milna. En Hvar hay unas murallas del siglo XIII, una catedral renacentista y, en un islote, el club de playa Carpe Diem.

Proseguimos hasta la isla de Bol (en español, Brac), pasando el día en la playa Zlatni Rat (Cabo Dorado), que adopta diferentes formas según las mareas y el viento. En ella se practica el surfing a vela y otros deportes. Entre una y otra isla nos lanzábamos al mar con nuestros flotadores, a veces amarrados al barco debido a que, a menos que estuviésemos en una playa, el agua era bien profunda.

Ya casi finalizando la semana celebramos la regata; una competencia amistosa donde cada embarcación tenía que elegir un tema y disfrazarse. Nosotros íbamos de doctores. Entre los participantes descubrí a un grupo de dominicanos residentes en Nueva York. Navegaban en la embarcación que ganó la regata, disfrazados de los 101 dálmatas. Llevaron una bandera dominicana, que ondeaba junto a las de otros países en su embarcación.

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