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Hijos derechos de padres torcidos

Algunos padres de los que delinquen, por no decir la mayoría, piensan que sus hijos nunca se enterarán de sus malas acciones, coinciden en decir los expertos. ISTOCK

Algunos padres de los que delinquen, por no decir la mayoría, piensan que sus hijos nunca se enterarán de sus malas acciones, coinciden en decir los expertos. ISTOCK

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Marta QuélizSanto Domingo, RD

Es difícil creer que detrás de un gran capo, por ejemplo, hay hijos honestos y correctos. Sin embargo, esto se da con más frecuencia de lo que usted pueda imaginar. “Hay padres y madres que delinquen sin que sus delitos logren ser imitados por sus hijos. ¿Qué cómo esto ocurre? No es fácil, pero se da y mucho. Es que aunque los dedos de la mano son familia, son todos distintos”, refiere el psiquiatra Luis Rafael Serret.

El especialista explica que si lo que lleva al padre o a la madre a cometer delitos tiene un componente genético, puede que el hijo lo herede, pero que si sus malas acciones las realiza por motivos adquiridos es raro que éste imite su proceder. Es aquí donde queda explícito que si alguien por trastornos patológicos se convierte en asesino, por ejemplo, puede que el hijo herede la afección y, que también incurra en malas acciones.

En cambio, si es que sus progenitores han recurrido a una actividad ilícita, como el narcotráfico, tráfico de armas, u otros negocios ilegales entonces, no necesariamente los hijos se dejarán arrastrar por este accionar, a menos que sea incitado a realizar este tipo de “trabajo”.

“Me explico. El medio, el hábitat también pueden influir, pero cuando se le motiva a hacer lo mal hecho. Por ejemplo, ocurre que si son pequeños y se les hace ver como que un negocio ilegal no lo es, puede que ellos también se entusiasmen y sigan los pasos torcidos del padre o la madre”, comenta Serret.

El psiquiatra resalta que, la muestra de que esto es así, la constituye el hecho de que si se crían en un ambiente diferente, como el que los abuelos actúen correctamente, los hijos de padres en conflicto con la ley, pueden sentir hasta vergüenza. “Por eso también es que no es raro encontrarnos con hijos serios que tienen padres delincuentes”.

El testimonio de un joven paciente da fuerza a su consideración. “Yo nunca vi nada raro en mi papá. Él se cuidaba mucho de lo que hacía para que mi hermana y yo no nos diéramos cuenta. Me enteré de dónde salía el dinero de todos los gustos que nos dábamos cuando supe que se lo habían llevado preso. Hoy, aunque hace unos años de eso, todavía recibo ayuda psiquiátrica, pero ya mejor”, cuenta sin ofrecer su nombre el hijo de un condenado por narcotráfico.

Aspecto psicológico “El buen ejemplo, los adecuados hábitos y la correcta formación siempre van a influir en el buen comportamiento y la debida crianza de nuestros hijos. Ahora bien, ante la ausencia de estos aspectos no es mucho lo que podemos conseguir de ellos. Definitivamente, si un padre se inicia en una actividad delictiva durante la infancia de sus hijos y éstos la observan, es casi seguro que éstos van a creer que éste es el buen proceder”, considera la psicóloga Carmen Virginia Rodríguez.

No obstante, destaca que si de niños, los hijos no tuvieron contacto con ese “mundo oscuro” en el que se desenvolvía su padre o su madre, y en cambio recibían una buena formación, pues definitivamente será un hombre o una mujer de bien para la sociedad. “Claro, una vez descubra que ese ser a quien idealizó y que vio como ejemplo a seguir no es lo que creía, recibirá un fuerte golpe emocional y puede que se dé un desequilibrio en su vida que represente cambios y transformaciones que requiera de ayuda profesional”, explica la especialista.

Cuando tenía 23 años, una persona que hoy se identifica con esta consideración, cuenta algo de su historia para LISTÍN DIARIO: “Cuando me di cuenta de que mi padre estaba involucrado en un negocio ilícito, me convertí en una alcohólica, dejé la universidad por vergüenza, y de verdad que me pegó fuerte porque me considero una persona demasiado honesta, que de hecho, lo aprendí de él. Desde que comencé a escuchar los rumores, perdí el norte de mi vida. Gracias a las terapias psicológicas, lo he superado y vivo una vida normal”.

“Piensa en tus hijos” Para Rodolfo Manrique, terapeuta familiar, el que existan “hijos derechos de padres torcidos” no es raro porque aún con falta de escrúpulos, los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. “El asesino trata de que su familia no sepa de su mal accionar, el ladrón no quiere que sus hijos lo vean robar, y en fin, el que comete actos delictivos y tiene hijos, casi siempre se cuida de que éstos le imiten. Por lo regular, quieren que estudien, que sean profesionales, y se realicen”, detalla.

Sostiene que es normal que los padres crean que nunca sus hijos se van a enterar de lo que hacen. Tanto es así, que la amenaza que más los lleva a reflexionar si alguien lo quiere hacer entrar en razón, es precisamente: “Piensa en tus hijos”. “Esa es una frase mágica, y por eso es que, aunque saben que están apostando a tener conflicto con la ley, tratan en muchos casos de proteger a sus hijos de ese mundo en el que se desenvuelven”, dice Manrique.

Cita que según investigaciones de un equipo de profesionales coordinados por el psicólogo Antti Latvala, del Instituto Karolinska, en Suecia, y la Universidad de Helsinki, en Finlandia, los niños de padres delincuentes tienden a mostrar habilidades cognitivas pobres. “Pero desde mi óptica entiendo que, depende de cómo se manejen las malas acciones. Hay niños que no necesitan tener padres delincuentes para presentar este tipo de conducta y viceversa, porque en definitiva, todo está en la formación y la crianza, así como en la salud mental y hasta física que tenga el menor” .

Presión social Ser hijo de un padre o una madre que tenga conflicto con la ley crea una presión social que a veces deriva en resultados no muy positivos para quienes se convierten en víctima de este tipo de realidad.

Un hijo serio “A veces nos sorprendemos al enterarnos que un capo, por ejemplo, tiene un hijo serio, y no deberíamos señalarlo, pues realmente éste no tiene porqué imitar a su progenitor. Claro, hay otros que sí se dejan influenciar”, comenta Manrique.

Carmen Virginia Rodríguez. CORTESÍA DE LA ESPECIALISTA