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FOLCLOREANDO

Importancia de andar, conocer y perderse

Me encanta irme a las partes más recónditas de los mercados, tiendas, campos y olfatear “qué se cuece”. Es de la única forma que tengo de ver, comprar o socializar con la gente.

Por eso es que cuando camino en grupo muchas veces me pierdo, porque nunca coincidimos con los mismos gustos y después cuando ven mis adquisiciones extrañas se preguntan en qué lugar las compré, porque sucedió que le pasaron por el lado y no le dieron importancia o no rebuscaron en un rincón del establecimiento.

Todavía no he ido a Manhattan sin visitar a Harlem. Pues aprovecho cuando estoy a donde mis amistades, abordo una guagua y soy la mujer más feliz del mundo cuando me desmonto a comprar incienso Nag Champa. Luego doy vueltas por las tiendas de telas africanas, dashikis, kufis, aretes y pulseras hechas a mano.

Quise seguir caminando a la deriva y diviso una vitrina con algunos maniquíes vestidos de tela de lino, otro con un blusón de tela arrugada y me llamó la atención, me gustó bastante, aunque con otra textura. El lino me gusta y lo considero “el estruje de la elegancia”. Y pensar que antes se almidonaba la ropa, se estiraba con plancha de carbón y esa era la elegancia. Ahora las telas arrugadas es la que está en boga.

En fin, solo me quedó entrar y enloquecerme con tantas bellezas de telas, diseños, accesorios, etcétera.

Desde que entro me recibe una mujer que estaba midiéndole un traje a una señora y con mucha simpatía quiere atenderme de inmediato, aunque está haciendo su trabajo y le expresé en mi inglés de señas que yo no tenía prisa, que iba a esperar que terminara y me senté.

Jamás me imaginé que esa mujer tan atenta es Princess Jenkins, presidenta de la boutique The Brownstone, la que con su talento, emprendimiento, disposición y buen gusto ha logrado posicionarse como un atelier de alta costura, enfocada en lo étnico, con un toque vanguardista.

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