El ego y sus amigos

Conforme van cambiando los tiempos, hay antivalores que van ganando terreno. El ego es uno de ellos. Noto que cada vez tiene más amigos, más seguidores, más ‘likes’, y por si fuera poco, lo buscan mucho para contratarlo por sus ínfulas de grandeza. Tanta acogida tiene que, hasta se ha convertido en huésped distinguido de algunas personas.

Una práctica penosa Ningún mortal está apto para tirar la primera piedra, pero sí se puede hacer el esfuerzo para al menos estar en la lista de quienes podrían lanzarla. De ahí el sentido de esta reflexión que hurga en la mente de quienes se están dejando arrastrar, cada vez con mayor énfasis hacia el “yoísmo”. Penosamente, no se han detenido a pensar que el ego solo conduce al camino del derrotero.

Bajarse de esa nube Nunca es tarde para tomar el vuelo hacia la humildad. Sí, a ese viaje que reconforta, que engrandece, que recompensa con amor del prójimo y, con el más importante: el divino. Porque a Dios le agrada lo simple, lo auténtico, lo verdadero... Nunca las ínfulas de grandeza que te alejan de la realidad y del sentido humano.

Pasaje gratis hacia lo fabuloso Móntate en el avión de la libertad, ese que te libera de esa carga pesada que el ego coloca sobre tus hombros sin dejarte ver más allá de las señales que tu “nariz parada” te muestra. No lleve equipaje, no prepares regalos, ponte ropa ligera y sobre todo, ve dispuesto a dejarte limpiar por el aire puro que acaba hasta con la polilla más destructora que exista.

Hazte enemigo del ego Como decimos en buen dominicano, córtale el agua y la luz a ese sentimiento que no te aporta ni aquí en la tierra ni cuando el Señor te llame a su encuentro con Él. Dale ‘like’ a lo que verdaderamente tiene valor y te lleva a la plenitud. No te dejes conducir hacia el abismo silente al que te conduce el ego.

Reacciona, estás a tiempo No importa cuánto tiempo lleves teniendo al ego como “tu mejor amigo”, nunca es tarde para deshacerte de él y encontrar aliados nuevos con mejores intenciones. Hoy puede ser un gran día para hacer ese viaje hacia la verdad de la vida, sí, a esa que está en las cosas simples y sencillas que le agradan a Dios. Despídete de él y abre un espacio en tu corazón a tu verdadero amigo: Jesús.