La Vida

Trayectoria

Servicio con sentido humano

Su trabajo la ha enseñado a valorar la vida. RAÚL ASENCIO/ LD.

Laura Ortiz GüichardoSanto Domingo, RD

Quienes han tenido la oportunidad de compartir con Virginia Arredondo han podido darse cuenta de que el optimismo y la sencillez son dos de las palabras que mejor la definen. Es posible que esas sean parte de las cualidades principales que la han hecho permanecer durante 30 años en el Grupo Blandino.

Aunque se trata de un negocio familiar, la hoy vicepresidenta de referida empresa nunca tuvo las cosas en bandeja de plata. Con apenas 25 años pasó a formar parte del grupo por petición de su padre. Lo que nunca imaginó fue que su primer empleo sería trabajando en el patio.

Si bien es cierto que hoy en día agradece esa lección de su progenitor, de enseñarle que todo en la vida se gana a base de esfuerzo, confiesa que en su momento no le pareció tan gracioso.

“Uno de los argumentos que utilizó mi padre fue que yo tenía que ganarme el respeto de todos los empleados de la empresa y eso solo se podía lograr trabajando tanto como ellos”, comenta, admitiendo que al final esa ‘mala’ experiencia fue la base de todos los logros y frutos que ha cosechado.

Al frente Tras la muerte de su padre, hace 10 años, Virginia cuenta que como la mayor de sus tres hermanos asumió con toda responsabilidad el mando.

A partir de ese momento, expresa que el hecho de tratar de manera más directa con personas que atraviesan por la pérdida de un ser querido la hizo darse cuenta de que a veces lo más importante no es solo el servicio que se brinda como empresa, sino que también el apoyo y acompañamiento durante ese momento difícil puede hacer la diferencia.

Esa es la razón por la que desde que asumió su rol de líder, como ella misma define su cargo, se ha empeñado en capacitar tanto a los empleados como a los clientes en temas de los que nadie quiere hablar: la muerte y el duelo.

Al preguntarle sobre el mayor aprendizaje que le han dejado estas tres décadas de servicio humano, sin titubear y con una mirada que delata que luchaba por no dejar escapar el par de lágrimas que contenía, dice: “Mi trabajo me ha enseñado que la vida es impredecible. La única manera de irse de este mundo terrenal en paz es viviendo a plenitud y agradeciendo cada día por lo que tenemos”.