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El miedo a ser persona egoísta

Cuando aprendes a relacionarte con el otro te enrumbas a sanar las posibles heridas. FUENTE EXTERNA

Redacción L2Santo Domingo, RD

Una persona viene a terapia para trabajar la autoestima, y en una de las sesiones dice: “Es que si le digo que no a mi mamá, estaré siendo un egoísta”.

A veces crecemos en sistemas familiares y sociales en los cuales desarrollamos creencias y reglas distorsionadas del amor. Nos enseñan que, para ser elogiados, apreciados o amados, debemos estar disponibles para el otro todo el tiempo. Y que, cuando no lo estamos, somos egoístas con esa otra persona, pues estamos pensando solo en nosotros mismos.

¿Cómo sucede esto en la familia? Los hijos e hijas registran experiencias en que sus padres u otras personas importantes ejercen conductas manipulatorias para mantener a otra persona o a los mismos hijos cerca. Algunos ejemplos son: hacerse el enfermo o exagerar síntomas de la enfermedad para que el otro no salga con amigos; ponerle la “ley del hielo” al otro porque no quiere acompañarle en su salida; o abiertamente decirle al hijo o la hija que es un egoísta porque prefiere ir a una fiesta de cumpleaños que quedarse en casa con su madre o padre que tanto le quiere.

Esta manera de relacionarse crea en nosotros la idea de que hacer ciertas elecciones, como sacar un momento para hacer algo que uno quiere o rechazar invitaciones, nos convierte en malas personas, no dignas del cariño de los demás. Empezamos a actuar desde la culpa y el miedo a ser egoísta, y terminamos en ciclos en que nos sacrificamos a toda costa para supuestamente garantizar que el otro permanezca a nuestro lado, pues hemos aprendido que de esta manera es que se gana el amor.

Lic. Perla Navarro Vásquez Grupo Profesional Psicológicamente

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