Las ansias de eternidad de los Guerreros de terracota
La revista “Science Report” de Nature publicó anteayer, 04 de abril del 2019, los resultados de una investigación llevada a cabo para analizar uno de los misterios sorprendentes de los patrimonios culturales: el excelente estado de conservación de las armas y accesorios del complejo funerario integrado por más de 8,000 estatuas humanas y ecuestres, talladas a escala natural, conocido como los “Guerreros de Terracota y sus caballos”, enclavado en la provincia china Shaanxi, con edad de 2,000 años.
Olvidado hasta su descubrimiento casual en 1974 durante una excavación de obra hidráulica, el complejo forma parte del extenso mausoleo que en su honor, el de su victoria, el de su ejército y corte hizo construir Qin Shi Huang (n260 a.C - †210 a.C.), primer emperador de la China unificada (221 a.C. - 210 a.C.), cuya realización duró 38 años.
Históricamente enclavado en la dinastía Qin y geográficamente ubicado a unos 30 kilómetros al Este de la ciudad de Xian, en el distrito Lintong, provincia Shaanxi, al noroeste de China, el complejo contiene, además de la tumba del emperador, otras 400 de cortesanos y príncipes. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, alberga un enterramiento de más de 7 mil esculturas del ejército del emperador, con sus armas, accesorios y caballos: “Los Guerreros de terracota y sus caballos”. Con 181 tumbas más localizadas en sus alrededores, se considera que alcanza 60 kilómetros de extensión.
El poder del número y el estado de conservación.
Dada la espectacularidad del número de sus figuras y del naturalismo detallista de su escala, abordaje cromático y ejecución, los “Guerreros de terracota y sus caballos” suscitaron la admiración universal y dejaron en claro la existencia en las autoridades ancestrales de ese país del conocimiento de que sus capacidades derivaban del número poblacional y del constante obrar en el tiempo. Así quedó de manifiesto desde el siglo V a. C., con el inicio de la construcción de la nación como una ciudad-fortaleza con la llamada Gran Muralla, cuya edificación se extendió hasta el siglo XVI, para constituirse en la más formidable obra de ingeniería connotativa de la más arraigada persistencia en un fin, tesón, continuidad de criterio y voluntad hasta hoy verificable en la historia humana.
Durante más de 40 años se adujo que el excelente estado de conservación del conjunto se debía a la existencia de un conocimiento químico ancestral en China que permitió desarrollar “una tecnología avanzada de recubrimiento de conversión de cromato (CCC) para prevenir la corrosión del metal”, una creencia basada “en la detección de rastros de cromo en la superficie de las armas de bronce”, afirman los miembros del equipo de investigadores que realizó el estudio publicado por “Nature”, presidido por Marcos Martinón-Torres, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge, en la ciudad homónima del Reino Unido.
Según ellos, los “resultados muestran que la presencia de cromo en la superficie se correlaciona con la tipología de artefactos y no con la preservación del bronce. Además, mostramos que la laca utilizada para cubrir a los guerreros y ciertas partes de las armas es rica en cromo, y demostramos que el cromo en los metales es la contaminación de la laca cercana después del entierro”.
De aquí que proponen la eliminación de la “teoría del cromo” para explicarlo y se asuma que “La buena conservación del metal probablemente se debe al pH moderadamente alcalino y al tamaño de partícula muy pequeño del suelo del entierro, además de la composición de bronce”.
Los Guerreros de terracota y sus caballos ante la Historia del arte
El naturalismo representativo y la escala humana de las figuras del conjunto sugieren un vínculo chino con el occidente que va desde la Antigua Grecia a la greco-latina, pocas veces aducido y estudiado y que en lo militar han propuesto, y puesto en abismo, los historiadores Homer H. Dubs, en su obra inconclusa “The History of the Former Han Dynasty” (1938–55), y más recientemente A. Matthew, en su artículo “Greek Hpolite in an Ancient Chinese Siege”.
Aunque el enterramiento de generales y sus soldados era tradición ya en la China de Qin Shi Huang, el nivel de detalles y el interés retratista de la representación de cada una de las piezas de este conjunto difieren de las técnicas artísticas, el método, cromado y estética propios del arte chino conocido hasta entonces, como denuncia su gráfica, caracterizados por el amateurismo, el esquematismo y la planimetría cromáticos, evidencias de una artesanía inicial y la inexistencia de l concepto de profesionalidad artística. Así, el conjunto escultórico de los “Guerreros de terracota y sus caballos” nos colocan ante una calidad serial que rompe y es inexplicable desde las interioridades características de la estética representacional china anterior e incluso posterior. Una duda que incita a profundizar la investigación y que también se formuló la redacción de BBC Mundo hace algo más de dos años.
Si existe algo que denuncia la incidencia de la estética griega sobre este conjunto es que, de hecho, el emperador Qin Shi Huang pagó a sus soldados y cortesanos. Lo hizo satisfaciendo las acicateadas ansias de eternidad: honró la deuda de honor y gloria desde la victoria y para siempre contraída con ellos, con las que los incitó a guerrear, principal atractivo ideológico de la acción griega en todos los ámbitos, indicativa de la existencia u origen de un Estado diverso, políticamente entendido como sumatoria de ciudades y príncipes: hombres libres integrados en torno a un beneficio expresado por un ideal.
Junto a Marcos Martinón-Torres, participaron de la investigación: Xiuzhen Li, Yin Xia, Agnese Benzonelli, Andrew Bevan, Shengtao Ma, Jianhua Huang, Liang Wang, Desheng Lan, Jiangwei Liu, Siran Liu, Zhen Zhao, Kun Zhao y Thilo Rehren.
El autor es historiador del arte y cursó maestría en ciencias políticas (falta tesis).