Sienta lo imperceptible

Una sola señal recibí en aquel momento. Pasaba casi desaperciba, pero bien claro latía en mi corazón ese "pulsor" que me alarmaba el indicio de algo. Unas pocas semanas pasaron con el mismo “malestar” que me intuía esa sensación extraña que no podía explicarme a mí misma.

Pero en el devenir del todo, las hojas del calendario fueron pasando sin prestarle la debida atención. Todo siguió su curso y un día cualquiera ese sacudión estrepitoso pasó a un segundo plano.

Un café rociaba mis labios con ese toque azucarado que no suelo degustar, pero era un día especial – aunque en ese momento no lo imaginaba–. Ella se acercó a mí... y su cara me dijo bastante; era una encrucijada de esas que a todos nos pasan, aunque seamos ángeles caídos del cielo. Sus palabras, a pesar de todo, no me sorprendieron porque hay tanta energía desaprovechada en el mundo para “hablar sinsabores”.

Ay sí, ese “hablar sinsabores” de cuando entes especiales necesitan hablar sin intención alguna de hacer bien.

Ella dudó tanto, que se acercó directamente a mí. Lo que todos nosotros muchas veces –en situaciones de cadena y cruce de información– deberíamos hacer. Y no es que no nos afecten las cadenas de cometarios de esos “habladores sinsabores”, pero debemos guiarnos de esas alertas que el cuerpo, la mente y el corazón nos envían de cuando en vez… Siente lo imperceptible y dale la espalda a las calumnias.