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FOLCLOREANDO

Ejemplo a imitar

Normalmente cuando una persona fallece se destacan los atributos que tuvo en vida.

Aunque tengamos familiares cercanos muchas veces no los conocemos a fondo, a menos que otras personas nos lo hagan saber en un momento dado.

Pensaba que conocía bien a mi sobrina Migdalia Pérez Eguren, un ser humano solidario, trabajador y adorable.

Cuando le decía a alguien de Puerto Plata que era tía de Migdalia me expresaban que ella le había dado clases en el “Plan de Reforma” y en la PUCMM, y yo orgullosísima de tener una sobrina, que además de ser maestra era una orientadora y “psicóloga” natural, esa que no solo se preocupaba por enseñar a sus alumnos sino que se daba cuenta cuando tenían alguna situación emocional.

Migdalia era una conciliadora natural cuando notaba un conflicto entre estudiantes, pero muy fuerte en el aula, desligaba totalmente la docencia de la relación fuera del aula.

Incluso, no se mostraba afectiva cuando impartía sus asignaturas, pero fuera de ella era una consejera, una amiga, una madre.

Migdalia impartía inglés y francés en el Colegio Santa Rosa de Lima, asignaturas que nunca se le ha dado importancia, sin embargo, con ella emergía el interés y las ganas de aprender.

Sus sobrinos y su única nieta también tomaron sus clases y una vez, a esta última no se le dio los puntos de participación y asistencia en clases en un mes que estuvo de licencia médica quirúrgica.

En su hogar ha sido una tradición familiar docente, desde su padre, el maestro Luis Pérez, seguido de sus otros hermanos, Dulce, Teodoro (Arquímedes), Khirsis y Milciades.

En las honras fúnebres, Héctor Jerez, vicerrector docente en la institución donde impartió docencia durante 30 años, la calificó como una maestra que poseía un sentido didáctico, identificada con la problemática del estudiante y de la universidad, responsable, dedicada, con buen sentido de sensibilidad social, mujer de un pensamiento crítico y alto sentido de la amistad.

Había que estar en la funeraria para observar el grado de afecto y cariño que le tenían sus discípulos en el último adiós.

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