Como lo concibas

De pequeña siempre admiré la raza indígena por su autenticidad, inocencia y coraje. Luego que tuve la oportunidad de leer ‘Enriquillo’, de Manuel de Jesús Galván, ese amor se convirtió en compasión a una raza maltratada y abusada en todo el sentido de la palabra, y comparaba la llegada de nuestros supuestos descubridores y luego colonizadores con alguien que llegue a mi casa, se adueñe de ella, me ponga de sirvienta, venda mis teneres y de paso me viole, porque fué eso exactamente lo que hicieron con los dueños de nuestras tierras. Una de las cosas que más me mortificaba por la cual pedía a Dios indulgencia, era pensar que como adoraban dioses falsos y eran fetichistas, serían condenados al infierno, donde supuestamente se queman las almas que no respetan nuestro Dios.

Sin embargo, me conformaba en parte pensar que Dios perdonaría su ignorancia, porque desde ya creía que peca solamente el que sabiendo que algo está mal, lo hace. Cuando comencé a trabajar con adictos a las drogas y me topé de frente con los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos (AA y NA), pude analizar el tercer paso que dice: “Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como lo concebimos”, y entonces ratifiqué que los indios no pecaron contra Dios porque honraban al Ser Superior según la idea que tenían de Él, y lo adoraban como lo concebían.

Ahora, nuestro Papa Francisco, cuando acepta que cada religión tiene el derecho de adorar a Dios a su manera, y provoca la apertura a compartir unos con los otros, confirmó una vez más la idea de que Dios está en tí, como lo concibas.