MEDICINA
Investigadores chilenos buscarán en la Antártida los medicamentos del futuro
Investigadores de la Universidad Católica de Chile (UC) y de la Universidad de Magallanes (UMAG) buscarán en la Antártida y en la región austral de Magallanes nuevos medicamentos para enfermedades crónicas, neurodegenerativas, diabetes y cardiopatías.
La actividad se desarrollará en el nuevo Centro de Excelencia de Biomedicina en Magallanes (Cebima), que será inaugurado en abril o mayo próximos, aunque varios de sus integrantes llevan ya tiempo investigando plantas endémicas de la región, dijeron a Efe los gestores del proyecto.
El centro estará dirigido por el neurobiólogo Nibaldo Inestrosa, director del Centro de Envejecimiento y Regeneración (CARE) de la Universidad Católica, ganador del Premio Nacional de Ciencias Naturales en 2008.
El proyecto gira en torno a la búsqueda de nuevas aproximaciones terapéuticas en base a productos químicos naturales, en una época en que la tecnología parece poner el futuro de la medicina en el desarrollo de compuestos sintéticos, según los investigadores.
Adicionalmente, el Cebima tiene como objetivo descentralizar la ciencia en Chile y posicionarse como un polo de desarrollo científico y de transferencia en la región austral.
Magallanes y la Antártida cuentan con una vegetación de algas, musgos, hongos y otros organismos que subsisten en condiciones de estrés importantes, como bajas temperaturas, vientos fuertes y poca luz durante períodos prolongados.
Ese ambiente, indicaron los investigadores, ha permitido que desarrollen sus propias defensas, compuestos que evitan su congelación o que controlan plagas, por lo que serán las especies a analizar en el Cebima.
"Desde los años 70 no se encuentra casi nada nuevo en materia de medicamentos en Chile y en el mundo", aseguró Inestrosa, para quien "hay que buscar en zonas inexploradas".
Por ello, señaló que estudiarán "productos endémicos" y desarrollarán "nuevos fármacos, test de diagnósticos y terapias enfocadas en las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento".
El Cebima comenzó a gestarse hace seis años, cuando el entonces rector de la UMAG, Víctor Fajardo, encontró un pequeño helecho en el glaciar Tyndall, llamado "Huperzia fueguina", hallazgo que compartió con Inestrosa, quien estaba familiarizado con la "Huperzia Serrata", un pariente chino de la planta patagónica.
Esta última produce la "Huperzina A", un alcaloide que inhibe la acetilcolinesterasa, enzima capaz de descomponer el neurotransmisor acetilcolina en el sistema nervioso.
Este compuesto, según los estudios, puede actuar como protector de neuronas cerebrales y proteger además el sistema nervioso de alteraciones vasculares.
Más recientemente, se ha sugerido también su uso en alteraciones hepáticas no alcohólicas asociadas a diabetes.
Por otra parte, un alga regional llamada "luga" también puede transformarse en una sustancia medicinal.
Andrés Mansilla, miembro del equipo de investigadores, conoce la capacidad del alga de modificar la presión arterial y, junto a otros investigadores, ha mostrado que lípidos extraídos de ella tienen propiedades de agonistas de PPAR, unos receptores nucleares implicados en diversas vías metabólicas.
Agonista es un elemento capaz de unirse a un receptor celular y provocar una acción determinada en la célula, similar a la producida por una sustancia fisiológica.
Un PPAR llamado "gamma" funciona como droga antidiabética y, además, previene del efecto neurotóxico del llamado péptido amiloide en la enfermedad de Alzheimer, actuando también como agente neuroprotector.
"El trabajo que hemos realizado en CARE UC se ha basado en el estudio de productos químicamente purificados de origen natural, provenientes de la India o China. Nos ha ido muy bien con estos compuestos, pero son ya conocidos. Ahora vamos a buscar cosas nuevas, nuestras, chilenas, que puedan ser mucho más potentes", enfatizó Inestrosa.
Para subrayar la importancia de la investigación nacional, recordó que la rapamicina, una de las sustancias farmacológicas más importantes identificadas en el mundo y que abrió la puerta a nuevos tratamientos contra el cáncer, fue encontrada en la chilena Isla de Pascua por unos profesionales canadienses que estaban de vacaciones.
"Tomaron muestras, las pusieron en placas, las trabajaron en su país, desarrollaron el fármaco y Chile no participó de ninguna forma en esa investigación y menos en la obtención de su patente y sus consecuentes ganancias económicas", añadió.
En su opinión, "no podemos permitir que investigadores extranjeros vengan de paseo y se lleven especies autóctonas, sin pagar un peso".