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La costa de Nigua

Cerca y lejos, veinte kilómetros al suroeste de Santo Domingo, frente a la franja de humedales de un estuario verde y azul

El litoral norte de San Gregorio de Nigua, municipio sancristobalense desde el año 2000. ©Yaniris López

Yaniris LópezNigua, San Cristóbal

Luego de recorrer los senderos que serpentean entre manglares, mangos y uvas de playa (más una parada de cortesía para saludar al “Santo de los Humedales”), no se vale dejar el primer patrimonio natural del municipio San Gregorio de Nigua, en San Cristóbal, sin dar un paseo por su orilla costera y contemplar, a lo lejos, el horizonte de la ciudad de Santo Domingo.

Al norte de la reserva, después de la desembocadura del Haina, los edificios de la capital se perfilan algo borrosos sobre el mar Caribe. Esa cercanía citadina convierte a Nigua en el sistema de humedales metropolitano más grande del país, inaugurado hace justo nueve años como el “Parque Ecológico de Nigua”, luego de ser convertida en área protegida mediante el decreto 571- 09. El buen paso del tiempo se nota en las hileras de manglares que ahora crecen sobre las plataformas de las lagunas donde los estudiantes solían sentarse y refrescar sus pies. Y también en la maleza que cubre el entorno del santo de javilla esculpido por el artista Roosevelt Méndez y que constituye el punto del recuerdo fotográfico del visitante. Para llegar a la costa desde la entrada norte de la reserva a la que llegan cada año más de 50 especies de aves, basta con seguir el camino de casi un kilómetro que le indicará el guardaparques que recibe a los viajeros. Al llegar al centro de control y vigilancia (desde arriba se obtienen las mejores vistas del parque), otro sendero bien sombreado (parece un túnel) le llevará directo al mar. A lo largo de 300 metros, ningún obstáculo visual se interpone entre el agua y la línea verde de los humedales. No hay sombra, pues. Toca respirar profundamente el aire marino, contemplar con cierto desdén la ciudad a lo lejos, dejarse acariciar por la brisa y caminar bajo el sol. Mientras más temprano, entonces, mejor… Las florecillas silvestres, la arena clara y los troncos de todos los tamaños que deja la marea sobre la terraza de arena dura (paleoduna) recuerdan los paseos románticos de los personajes de las novelas de la editorial HarperCollins (Jazmín, Bianca) que llenaron de suspiros toda una época.

Turismo e historia Una brigada recoge todos los días la basura que arrastra el mar hasta la cinta costera de Nigua frente al monumento natural. Si desea bañarse, tiene disponible la playa Los Cuadritos, al sur del parque, al otro lado de la desembocadura del río Yubazo.

Además del baño, tiene la opción, pocos metros más arriba de la orilla, de observar el monumento tipo relieve en honor a los mártires de la Hacienda María, seis héroes nacionales que participaron en el ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo y que fueron ejecutados allí por Ramfis Trujillo, el hijo del dictador, el 18 de noviembre de 1961. Y más al sur, la popular playa de Najayo es, más que un balneario de provincias, un atractivo turístico de la región Sur que no necesita de grandes presentaciones.

DE INTERÉS - Reforestación. Los manglares plantados entre 2009 y 2010, durante la gestión en Medio Ambiente de Jaime David Fernández, crecen saludables alrededor de las lagunas y del litoral. - La paleoduna sirve de rompeolas y no permite la entrada del mar al parque ecológico. - Cuando camine por el túnel hacia el mar, no deje de observar los chinches rojos que viven en el suelo y en los troncos caídos. - El recorrido atraviesa varios puntos de recreación usados por familias y grupos para actividades sociales.