En la mitad de mi cama

Escucha lo que te mando: “Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por donde quiera que vayas”. Josué 1:9

La noche estaba pesada, se oían pasos por la casa, y además de ruidos extraños el vibrar de las puertas parecía el intento de que alguien quería penetrar en el entorno. De pronto el sonido de un objeto que cayó al suelo me inquietó, y comencé a preocuparme. ¿Qué hago?, me dije. Entonces se me ocurrió llamar a una amiga solidaria cuya sabiduría y espiritualidad constituyen una de las fuentes que me nutren. “Tengo miedo”, le dije, y creo que mi voz quebrada le dijo el resto. Así me contestó: “Abre tu Biblia en el Salmo 91, que es el de la protección, léelo despacio y cree en el poder de lo que te dice: ‘El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del OmnipotenteÖ’. Luego, llama a los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, y coloca a cada uno de ellos en una puerta de entrada, para que no permitan que ningún intruso violente tu hogar”. Hice lo que me sugirió con toda la fe de que soy capaz, y después, al salir ya fortalecida de mi habitación, pude comprobar que el Señor se valió de la brisa para despertar en mí el conocimiento de que Él nos guía incluso en los momentos más sombríos, y de que debo poner mi vida en sus manos antes de terminar mi día. A partir de entonces, he hecho de este ritual mi compañía, no me voy a dormir sin antes acudir al sustento de ese maravilloso salmo, e invocar la presencia de los arcángeles. Después, agradecida y tranquila, duermo sin miedoÖ en la mitad de mi cama.