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REFUGIO

Lo que me pasó

Hace unos días estuve en una plaza del país, andaba con mi hija y mi hijo entre siete y dos años respectivamente, por alguna razón una de las puertas quedó abierta y me detuve brevemente a cerrarla, pero inmediatamente, apagué el vehículo, y producto de una antena que está frente a la tienda de donde me desmonté, se me desactivó la llave.

El problema es que quedé parada en la tienda Mega Telas, ubicada en la calle Euclides Morillo, y sin querer ocupé dos parqueos (porque nunca pensé que se podía quedar en ese momento). Ante la desesperación estar en un lugar que obstaculizaba el libre tránsito de los clientes que visitan allí, con dos niños y al medio día, empecé a inquietarme.

A todo esto, aparece el “guardián de seguridad” del negocio antes mencionado, me dice que debo mover el vehículo: Le pregunté ¿Cómo lo puedo mover si está quedado?, a lo que me respondió: “Que lo empuje”. Sucede que mi vehículo cuando no tiene electricidad no da “ni para adelante ni para atrás”.

Luego se me acerca y me dice de forma casi agresiva “que necesita yo llame una grúa y me mueva de ahí”, pero ya la había llamado y esperaba que llegara. A él no le importó la situación, ni que andaba con niños. Continuó con su presión, pero traté de obviarlo porque como ustedes saben, en este país “matan hasta por un parqueo” y temí por mi niña y mi niño.

Digo el nombre de la tienda, porque los dueños no pueden darse el lujo de tener en su personal a alguien sin la más mínima educación ni calidad humana. Fue tan bárbaro que cuando llegó mi esposo, desapareció. Es decir, que se aprovechaba de que estaba en ese momento indefensa.

Es menester de las empresas saber qué tipo de personas contratan, ese hombre me dio mucho miedo, y puedo decir que no soy miedosa, pero su actitud y la forma de presionar como si yo fuera culpable de quedarme ahí me aterrorizó. ¿No hubiera sido mejor para el negocio que él ayudara?

La forma de cómo se condujo ese señor es inaceptable, estoy de acuerdo que la función que desempeña es proteger y salvaguardar el negocio, pero también debe reconocer que las personas son el elemento fundamental. Quizás en ese momento yo no era cliente, pero en otra ocasión era probable.

Uno de los clientes se me acercó y trató de ayudar, me dijo que sabía de mecánica y se solidarizó con su gesto hermoso. Hay una frase de George Orwell que dice: “Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano” y esa seguridad está vivo, pero no es humano, incluso me atrevo a decir que constituye un peligro para ese negocio. Quizás yo tenga la suerte de publicar una columna y hacerlo público, pero hay personas que no. Hay que tomar cartas en el asunto, para evitar posibles tragedias.

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