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PRENSA JOVEN

Jóvenes inmigrantes en República Dominicana

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Karen Vásquez FernándezSanto Domingo

Sheisa Patiño es una joven venezolana de 19 años, vivaz, enérgica, llena de sueños y metas por cumplir. Sin embargo, un frío diciembre, pese al clima cálido que embriaga las costas de Venezuela, tuvo que dejar todo cuanto conocía y adentrarse a una aventura repleta de miedos y expectativas.

El primer paso para recorrer su “ruta de retos” fue dejar sus padres, provocando que la nostalgia y melancolía se apoderaran de todo su ser. No obstante, la persistencia y la esperanza fueron sus fieles aliadas.

RUTA DE RETOS Marianna Freites, al igual que Sheisa, tuvo que emigrar producto de la crisis económica y política que actualmente sufre Venezuela. A los 16 años llegó a tierra quisqueyana, con su madre, en busca de nuevos horizontes y mejor calidad de vida.

Dibuja una sonrisa en su rostro al momento de hablar de su país natal, de las vivencias grabadas en su memoria, los amigos, la familia y los sueños, sin embargo, la congoja se posa en sus ojos, al recordar que tuvo que repetir un año de educación media, en territorio nacional, ya que en Venezuela, es un año escolar menos. Experimentó un gran reto que al principio le produjo incomodidad pero posteriormente se pudo adaptar.

“Lo más difícil de migrar fue que dejé a mi familia, amigos y mi vida común”, expresa Freites.

Compartir con dominicanos en la universidad y en distintos grupos sociales fue un bálsamo para su ser, ya que el proceso de adaptación fue mucho más rápido y menos dificultoso.

A diferencia de las dos jóvenes venezolanas, para Brucce Vásquez, un joven peruano de 21 años, la adaptación fue difícil por la diferencia de las culturas, las costumbres y la gastronomía, pese a ser dos países latinoamericanos.

La decisión de emigrar se produjo debido al trabajo de su padre en el área corporativa de una empresa de bebidas.

La cultura dominicana y la hospitalidad en esta región del mundo han conquistado en gran medida a Patiño, quien dice estar muy agradecida con el trato brindado y la acogida.

“Las personas con las que me ha tocado convivir han sido muy buenas conmigo y es algo que agradezco mucho de acá, cómo es la gente que se me hizo más fácil al momento del cambio”, señala Sheisa.

La venda del desconocimiento y la inseguridad puede empañar la vista de cualquier inmigrante, que se encuentra con una realidad distinta a la que estaba acostumbrado a vivir, por lo que expertos recomiendan entablar relaciones interpersonales con los demás y dedicarse a realizar actividades de ocio, culturales y recreativas en los países donde se tome la decisión de residir.

Sheisa Patiño “La decisión fue lo más fuerte, en verdad mi papá no me quería dejar salir de Venezuela, en cambio, mi mamá estaba feliz porque iba a salir y cada día es más difícil la vida en mi país por la situación actual”, expresa la joven, quien cuenta que haberse ido de su nación y dejar a sus padres fue uno de los grandes retos que enfrentó.

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