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Violencia de género: retos y oportunidades en República Dominicana

Cooperación. Los avances logrados son el resultado de loables esfuerzos gubernamentales, de diversas instituciones privadas y de organizaciones no gubernamentales que van dando respuestas a la gran demanda de servicios.

Cooperación. Los avances logrados son el resultado de loables esfuerzos gubernamentales, de diversas instituciones privadas y de organizaciones no gubernamentales que van dando respuestas a la gran demanda de servicios.

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Aída Mencía Ripley, Ph.D.Santo Domingo

Datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) demuestran que en República Dominicana se realizaron 70,864 denuncias por violencia de género en el año 2016. Los últimos años se han visto importantes avances en dar visibilidad a la violencia contra la mujer y una mejora en los sistemas de captación de denuncias y levantamiento de datos sobre las características de la violencia.

De igual manera vemos un creciente sistema asistencial, el cual busca dar apoyo tanto legal como psicológico y médico a las mujeres víctimizadas por la violencia, especialmente aquella que es perpetrada por sus parejas o exparejas íntimas. Todos estos avances son el resultado de loables esfuerzos gubernamentales, de diversas instituciones privadas y de organizaciones no gubernamentales que van dando respuesta a la gran demanda de servicios.

No obstante, nuestro discurso cultural no es cónsono con estas iniciativas, ya que nuestra sociedad sigue siendo eminentemente machista. En la medida que la violencia contra la mujer se conceptualice como una característica personal o patológica perpetrada por un abusador particular o reduzcamos el acto de violencia a dimensiones personales o de la relación de pareja, seguiremos ignorando los guiones culturales de masculinidad y la estructura social patriarcal que aún permea las instituciones dominicanas. De ser este el caso, la violencia contra la mujer seguirá.

Las acciones asistenciales son absolutamente necesarias en vista de que las personas víctimizadas requieren y merecen atención legal, médica y psicológica. Dicho esto, es importante entender que estas acciones atienden la consecuencia y aun necesitamos modelos de prevención basados en rigurosas evidencias científicas.

La verdadera prevención requerirá alejarnos de modelos que descansan en el empoderamiento de la mujer como único mecanismo para acercarnos a la igualdad. Estos modelos de una forma u otra mantienen a la mujer como responsable de salir de la relación de violencia o desarrollar estrategias para detección temprana de potenciales abusadores. En esencia, este enfoque personaliza una problemática que se desprende de nuestras instituciones y cultura.

Trabajar de manera directa y explícita la flexibilización de los estereotipos de género, especialmente los relacionados con la masculinidad, permitirá apostar con mayor certeza a la equidad en nuestra sociedad en relación a la posición vulnerable de la mujer en la actualidad. Representa además, una masculinidad que es claramente beneficiosa para los hombres. Un meta análisis reciente demostró que cuando los hombres están muy identificados con roles masculinos tradicionales experimentan problemas de salud mental. Estos hombres también experimentan dificultades para buscar ayuda para estos problemas (Wong, et al., 2017). Otras investigaciones han explorado el rol de los hombres en programas de prevención y se ha demostrado que el compromiso de los hombres en estos programas es esencial para el éxito de los mismos (Tappis, et al., 2016).

Si bien es necesario empoderar a las mujeres y niñas a que reconozcan la violencia interpersonal y estructural para que exijan sus derechos, debemos ser cuidadosos de no contribuir al discurso frecuente que pone la responsabilidad de prevenir la violencia en la potencial víctima y no en quien comete el acto violento. Debemos transitar hacia sistemas sociales que aseguren la equidad de la mujer en el nivel económico, en los derechos reproductivos y el trabajo, así como crear nuevos guiones culturales de masculinidad, la cual seguimos asociando a poder, dominación, control, conquista sexual y éxito económico.

LA AUTORA

Dra. Aída Mencía-Ripley, Ph.D.|Decana de Investigación Académica de la Universidad Iberoamericana (Unibe), y Especialista de Monitoreo y Evaluación Proyecto Leer (Dean of Research and Monitoring and Evaluation Specialist for Project Read).

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