Testimonio
“El cáncer nunca me hizo dudar del propósito de Dios en mi vida”
El diagnóstico de cáncer de mama es una noticia que puede cambiar drásticamente la vida de quien la padece por el simple hecho de tener que enfrentarse a una enfermedad que ha sido la responsable de cobrar tantas vidas.
Pero ese no es el caso de Mariluz Marrero, quien hace 14 años fue diagnosticada con esta enfermedad de la que hoy es una orgullosa sobreviviente, dejándolo claro con un peculiar estilo en su cabeza totalmente rasurada, donde lleva pintada una cinta rosada, que combina a la perfección con su vestimenta en los mismos tonos y el positivismo que irradia.
Su actitud fue optimista desde el primer momento. Cuenta que cuando el doctor le dijo que tenía cáncer y era necesario amputarle un seno, lo único que pudo preguntar fue qué debía hacer para no morir, porque si de algo estaba segura era de que quería seguir viviendo.
Marrero recuerda ese octubre del 2004 como el día en que su vida dio un giro de 180 grados, donde pasó de ser una mujer de 44 años totalmente ‘sana’, que nunca había tenido que lidiar siquiera con una gripe, a tener una enfermedad grave.
“Mi pareja fue quien se dio cuenta de que tenía un brote fuera de lo normal en uno de mis senos, pero lo que menos me pasaba por la mente es que podía ser cáncer porque no me dolía nada, además de que en mi familia no habían ese tipo de casos”, relata Mariluz, quien más de una década después confiesa que el hecho de haber fumado desde los 14 años pudo haber influido en gran manera.
Meses después de la noticia, en el año 2005, tuvieron que extirparle el seno, hecho que tomó con ese mismo idealismo que considera es lo que ha permitido que hoy día esté de pie y pueda contar su historia, ya que desde su punto de vista “el cáncer se alimenta de la depresión y la amargura. Confío en que si se sacan las palabras negativas de tu vocabulario el cáncer no puede vencerte, sino al contrario”.
Ejemplo de ello es una anécdota que recuerda vívidamente de ese día, cuando también se lo amputaron a una señora con un matrimonio de 30 años, quien le contó que cuando inició con el tratamiento su esposo la dejó, y a tres casas de la suya se mudó con la trabajadora de la casa, hecho que la llevó a la depresión y más tarde a su deceso.
Esa es la razón por la cual actualmente Mariluz valora cada día más el esposo que tiene, quien a pesar de solo tener aproximadamente tres años de estar juntos y no tener hijos, nunca la dejó sola ni un momento, y decidió hacerse cargo de ella y apoyarla en todos los sentidos.
A diferencia de lo que pudiera pensarse, la hoy mujer de 58 años de edad nunca puso en duda el propósito que Dios tenía en su vida, tanto así que asegura que su fe se incrementó a raíz de la enfermedad, ya que entiende que el hecho de poder estar viva no es una casualidad, sino una muestra de que Él nunca la ha desamparado.
Una de las lecciones más importantes que actualmente puede decir que aprendió de su experiencia es que esta le ayudó a darse cuenta de lo importante que es aprovechar al máximo el presente, ya que “a veces se tienden a hacer planes para un futuro que muchas veces no llega, por lo que debemos aprender a vivir cada día como si fuera el último”.
Labor social
Antes del cáncer, Mariluz narra que se consideraba una persona egoísta porque no le interesaba lo que le ocurriera a los demás y solo pensaba en ella.
Sin embargo, luego de la enfermedad ve las cosas desde otra óptica, porque le preocupa que personas sin orientación puedan perder la vida.
Debido a que pasó por todos los procedimientos necesarios para su recuperación en el Instituto de Oncología Dr. Heriberto Pieter, organismo pionero en el país en cuanto al manejo de la enfermedad, Marrero cuenta que su meta siempre fue volver para poder ayudar a otras mujeres a que no tengan que pasar por lo que ella pasó.
Es por eso que desde hace cinco años es voluntaria del Instituto, que depende de la Liga Dominicana Contra el Cáncer, donde junto a las demás voluntarias se encargan de llevar sus testimonios sobre la enfermedad, tanto a mujeres y hombres, ya que por cada 100 mujeres diagnosticadas, hay un hombre.
Según Bernadette Sánchez, de la Liga, uno de los principales objetivos de esa entidad es educar para poder lograr prevenir los casos de cáncer en el país, por lo que desarrollan un programa da charlas educativas y realizan operativos médicos en comunidades rurales donde hay servicios deficitarios de salud.