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Cultura

La abundancia de arte sobrecoge en los Museos Vaticanos

Escultura. El atleta Apoxyomenos es representado mientras se limpia el aceite del cuerpo.

Escultura. El atleta Apoxyomenos es representado mientras se limpia el aceite del cuerpo.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

Se llama Vaticano. Pese a ser Santa Sede del papa y el gobierno central de la Iglesia Católica, su nombre no es de origen cristiano. Proviene, según relatos, de un pueblo etrusco posiblemente llamado Vaticum, que se estableció en la colina Vaticana. En ella estamos mi hija Carmen, mi nieta Pamela y yo, con la guía Fabiana Panichella. Vamos a conocer los Museos Vaticanos, alojados en el Palazzo Apostolico Vaticano, integrado por los palacios Vaticano y Belvedere, conectados por dos galerías paralelas.

Tras los chequeos en la primera planta subimos por la escalera mecánica. A unos pasos, la bellísima escalera en caracol, con rampas, de la década de 1930. Recuerdo haberla bajado cuando visité el lugar en el año 1995. Hoy día la utilizan muy pocos visitantes. Desde un mirador contemplamos al frente el Monte Mario, y en su cima el observatorio astronómico. Es que Roma se levanta entre valles y colinas. Muchas más de las renombradas siete.

(El pequeñísimo territorio del soberano Estado Vaticano se encuentra dentro de la capital de Italia).

Hacia una luminosa terraza salimos para admirar la magnífica cúpula de la Basílica de San Pedro, diseñada por Miguel Ángel y coronada por la cruz soberana. Me asomo desde un muro a contemplar abajo el bien cuidado césped de uno de los varios jardines vaticanos. Me pregunto si por este se pasea el exsumo pontífice Benedicto XVI, quien vive en el monasterio Matter Ecclesia.

De vuelta al primer piso andamos por el Jardín de la Piña. No es, empero, la fruta tropical lo que representa la escultura en bronce, sino el estróbilo o cono del pino. La flanquean dos pavos reales procedentes de una antigua tumba del emperador Adriano. En el amplio espacio exterior me sorprende una moderna escultura: una esfera fragmentada dentro de otra esfera fragmentada: Sfera Con Sfera, obra en bronce del italiano Arnaldo Pomodoro. La interior representa la Tierra. La exterior, la Cristiandad.

En este caminar, del cual no enumero a rajatabla la ruta que tomamos, atrapa mi atención la estatua de Sekhmet, la diosa leonesa, diosa de la mitología egipcia. Es parte de una muestra colocada temporalmente en un pasillo, de las numerosas piezas que tiene el Vaticano en su Museo Egipcio.

((Mucho por ver Abierto al público

Dentro del interior del Palacio Belvedere cruzamos por una alargada galería: el Museo Chiaramonti. No hay tiempo para verlo. Subimos una escalera para adentrarnos en el Museo Pío Clementino, uno de los primeros museos con concepto moderno: abrir las colecciones al público externo. La explicación es de la guía. Posee las más hermosas estatuas clásicas del Vaticano. Asombroso, pienso, ante la escultura del atleta Apoxyomenos, quien se limpia el aceite del cuerpo. (Es una copia del siglo II d.C., de origen del siglo IV a. C., considerada una de las primeras estatuas esculpidas con un brazo en alto).

“Este es el corazón histórico del Vaticano”, dice Fabiana al detenernos en el Cortile Ottagono del Pío Clementino. Me impresiona un magnífico grupo escultórico griego, con una altura mayor a dos metros. Se trata de Laocoonte, un sacerdote troyano y sus hijos que combaten con serpientes marinas. La obra, realizada por tres escultores con siete piezas diferentes de mármol, proviene de la isla de Rhodas. Desde 1506 formó parte de la colección privada del Papa Julio II. A unos pasos se guardan, en un monumento, los restos de familiares de los Papas que reinaron durante el Renacimiento.

Es tal la profusión de obras de arte en estos museos, y tantos sus visitantes, que falta tiempo y a veces espacio para observar sin prisas una pieza en especial. Pero debo admitir que hay ratos en que tanta abundancia me abruma, y aún tengo mucho por ver. Les cuento en el próximo artículo.

Grupo. Realizado por tres escultores, el Laocoonte muestra la lucha del sacerdote y sus hijos con las serpientes marinas.

Esfera. De Arnaldo Pomodoro y hecha en bronce, la escultura lleva el nombre de Sfera Con Sfera.

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