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Viaje

‘Si van al Vaticano, me apunto’

Fuente. El agua de las fuentes en el Vaticano es apta para beber. En la foto, la guía Fabiana Panichella.

Fuente. El agua de las fuentes en el Vaticano es apta para beber. En la foto, la guía Fabiana Panichella.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

‘Si van al Vaticano me apunto’, dice mi nieta Pamela que vive en Roma. Acaba de enterarse que voy a la capital de Italia con su tía (mi hija Carmen). ‘Conozco el Vaticano, pero puedo volver’, le comento. Eso sí, tiene que ser en la tarde. Indago en varias agencias. Sólo ofertan dicho tour en las mañanas. Ante esta situación, Carmen entra a la página web oficial de los Museos del Vaticano: ‘Los boletos del Vaticano podemos comprarlos por Internet. Para museos y capilla Sixtina son 17 euros por persona, más un cargo de 4 euros cada ticket por internet. Un total de 21 euros por persona. La Basílica de San Pedro es gratis’. (Al cambio sería apróximadamente 1,260 pesos dominicanos por persona).

(Cuando se habla de visitar el Vaticano, a lo que en realidad se hace referencia es a los Museos Vaticanos y la Basílica de San Pedro. El resto no está abierto al público).

El viajero tiene varias opciones para recorrer, sin perderse, lo que le permitan las horas disponibles: comprar un libro-guía; alquilar un audio guía; participar en un tour organizado por una agencia de viajes, o contratar con antelación un guía profesional con autorización para los museos vaticanos. Caminarlo sin orientación es poco menos que imposible. Hasta el escritor Chateaubriand confesaba perderse por sus pasillos. A mí me pasaría igual. Es que son casi siete kilómetros de exposiciones. Quien quiera verlo completo necesita más de un día. Nosotras sólo estaremos unas horas de tarde. A través de una amiga que reside en Roma, Carmen contacta a la guía Fabiana Panichella. Hace la cita: jueves, delante del Caffe Vaticano, en la Viale Vaticano número 100. Carmen y yo desayunamos abundante en el hotel para luego, con bastante antelación, reunirnos con Pamela a tomar un tentempié antes del tour. Desde la Plaza de la República salimos en taxi a las 11:15 de la mañana. El tráfico es fluido. La carrera nos cuesta12.80 euros (unos 768 pesos dominicanos).

Ya en el punto de encuentro llega Pamela. En el interior del café no hay sitio libre. Ni siquiera de pie. En el ínterin entro a una tiendecita de souvenirs y después aprovecho un saliente en una fachada para sentarme a la única sombra en el entorno. Frente a mí: el Musei Vaticani. Es decir, los Museos Vaticanos. Allí, en el amplio espacio peatonal que se extiende desde la acera, se van reuniendo los grupos de turistas, sin importar calor ni sol. Muchos cargan botellas de agua. (En los patios interiores del Museo hay fuentes donde pueden llenarlas de nuevo. El agua de la llave es apta para beber).

Tan pronto empieza a desocuparse el café, en él entramos. Sólo apetecemos algo líquido. De mi parte, un jugo. Un camarero nos advierte que las mesas están destinadas únicamente a quienes van a comer. Aún así un mozo sumamente cordial, con acento latinoamericano, me indica que yo sí puedo sentarme. Al ver mi rostro fatigado de persona muy mayor, y escuchar mi comentario sobre mi necesidad de sentir el aire acondicionado, pone una cara divertida y dice: ‘Son cinco euros el aire acondicionado’. Riendo le respondo ‘Yo se los pago’. Su reacción es inmediata: ‘No, no, noÖquédese ahí’. Y sentada aquí me quedo. En medio del gentío en la acera, a las 2:15 de la tarde Carmen y la guía se reconocen.

Con ella cruzamos hacia donde se arman las filas, pero no a ponernos a la cola sino para acercarnos hasta un uniformado que al aire libre controla el paso de la gente. Fabiana sabe las normas y habla con él. Le indica que sólo somos tres. Y él nos abre el camino hacia la entrada. En el Patio de las Carrozas (ahora es un vestíbulo techado y sin carrozas) están los lockers y las taquillas. Fabiana presenta el impreso del e-mail de confirmación recibido por Carmen, amén del documento de identificación. Pasamos el detector de metales y ¡ya está! ¡A iniciar el recorrido! .

Fachada. En este punto se reúnen los visitantes. Esta puerta, sin embargo, no es la entrada a los Museos.

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