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Jorge Diep: Hacia una ‘pasarela eterna’

Marta Quéliz y Manuela LoraSanto Domingo

Sin pose. Así era él: Jorge Diep. Un experto en mostrar sobre la pasarela el poder del glamur y el buen gusto. No escatimaba esfuerzo para complacer a los amantes de sus diseños. Inclusive llegó a convertir los riesgos en sus grandes musas.

Las buenas texturas, los acertados colores y los cortes precisos se unían a la pasión que sentía por la moda para dar forma a obras de arte que ‘hablan’ sobre él. Modelos, figuras públicas y gente de buen gusto han llevado con orgullo alguno de sus trajes.

“No soy amigo de todo el mundo, pero de quien soy amigo, júralo que lo soy”, es una frase inolvidable del diseñador que el pasado domingo perdió la batalla al rosario de complicaciones que desde hace años afectaba su salud. Desde los 16 años incursionó en el mundo de la moda. Desde entonces se dedicó a confeccionar un traje a la medida de ‘la silueta’ de su amada República Dominicana para que esta desfilara en la pasarela internacional sobre la que se exhiben lugares como Nueva York, París, Italia... Satisfactoriamente logró sus pretensiones. Hoy día la moda local muestra otra cara en tierras extranjeras, y Diep tuvo su cuota de responsabilidad.

Con pesar se ha ido a una ‘pasarela eterna’, y hasta en sus últimos suspiros mantuvo su discurso: “Aquí hay mucho talento, pero no hay oportunidades. No hay apoyo gubernamental ni unión entre los exponentes de la moda”, insistía siempre.

((Mensaje “Quiero enseñar lo que sé y estar tranquilo” En una entrevista que le hiciera la periodista Li Misol para esta sección, Jorge Diep, diseñador favorito de muchas actrices, cantantes y presentadoras de televisión criollas y extranjeras, le confesó: “Creo que el ser humano vive diferentes etapas, la primera es la del conocimiento, que es cuando se estudia; luego la etapa del crecimiento, cuando estás en edad productiva; y luego, la etapa de enseñar, que es en la que estoy ahora. Quiero enseñar lo que aprendí, necesito dejar un legado, porque no importa lo que hagas con tu vida, si no enseñas te vas vacío”.

Por eso fundó una escuela de modelaje, para entrenar a muchachos y muchachas con talento para las pasarelas, y enseñar etiqueta, modales y buen comportamiento a niños y niñas desde los cinco años.

Jorge Diep: Amaba y quería vivir Jorge Diep partió. No se sabe si se fue directo al cielo, o si pasó por Nagua a esperar el sol, si caminó por la playa como caminaba cuando era un niño, así descalzo y alegre como lo mencionó un día, el mismo día que confesó que cuando podía mandaba a buscar masa de cangrejo a su pueblo para que “Toñita” se la prepara como a él le gustaba, con mucho ajo y verduras.

Cuando decía que él era de Nagua su mirada se perdía en el pasado. Decía que se trasladaba a momentos llenos de azules, a olas, arena, cocos, palmeras, y por supuesto, cangrejos que caminaban y se perdían entre la arena húmeda. Con sus narraciones, sus ojos hipnotizados con el recuerdo y una sonrisa que no lo quería dejar escapar todo, se sentía una niñez alegre, divertida y libre, simple y feliz.

Siempre lo dijo, que a los 15 años se inició en la moda; y en 1983, con 16, se fue a México, emprendiendo una carrera de aprendizaje, práctica y con creatividad que no se detendría, y que años más tarde, lo empujaría hasta Roma, Italia, hasta los talleres de importantes modistos y “genios del fashion show”.

Tanto en México como en Italia el arte de los bordados artesanales y la pedrería se convertirían para él en una inspiración, una adicción y en una sed voraz por llevar a través del brillo, el diseño y la femineidad lo mejor del estilo y la elegancia a las pasarelas. Pero eso vendría más tarde, porque en un momento determinado, su alma libre se sintió estancada, y corrió tras nuevos retos hacia España, donde vivió en primera fila y ‘backstages’, hermosas y fabulosas experiencias con los maestros de la moda de ese país.

Querido, aplaudido y buscado por creadores de grandes espectáculos mexicanos, Jorge decide hacer un ‘stop’, y regresar a República Dominicana. Corría el 1988. Extrañaba su sol. Y su azul, su aire... y su gente. Para ese entonces, la diabetes había hecho su debut de manera solitaria y callada en su cuerpo.

Al mismo tiempo que fue subiendo de peso y convirtiéndose en un súper obeso, también se convirtió en una estrella indiscutible de la moda, el diseño y la creatividad dominicana, un país todavía tercermundista (en aquel momento). La gente, que lo veía como “un extraterrestre” por su cuerpo enorme, también tenía que rendirse a sus pies y alabarle por los vestidos que hacía, no solo para mujeres “del medio”, sino para damas distinguidas de la alta sociedad.

En el mismo año de su regreso al país, empieza a confeccionar el vestuario para el concurso Miss República Dominicana, y con orgullo contaba que durante más de 10 años se encargó de vestir a las reinas en sus compromisos internacionales, logrando con ello obtener diferentes premios y reconocimientos, tanto con la elaboración de llamativos trajes típicos, como con despampanantes y vibrantes trajes de noche, que deslumbraron las pasarelas del Miss Mundo y Miss Universo.

Brindaba sus servicios como diseñador a través de su atelier de moda, y a la vez era requerido para la elaboración de vestuarios para importantes obras de teatro, fabulosos espectáculos y musicales, como ‘Evita’, ‘Víctor y Victoria’, ‘Romeo y Julieta’, y ‘El beso de la Mujer Araña’, además de convertirse durante varios años en el diseñador oficial del más famoso musical mexicano, ‘Aventurera’, de la productora y actriz Carmen Salinas, y de ‘Noches de Cabaret’, de Lucia Méndez.

Para Jorge, la vida siempre seguía adelante, y la moda con ella. Por eso no es de sorprender que en tono jocoso, en 1991 respondiera en una entrevista que si los diseñadores y la gente se llevaran de las guerras, terminarían “andando encueros”, queriendo transmitir que con crisis o no, el diseño seguía su camino de arte e innovación.

Los casos de su solidaridad regularmente estaban del lado de “los imposibles”, “los imperdonables y los “más juzgados” por la sociedad dominicana; como el caso de la cantante Martha Heredia. Pero sé que pocos entenderán que la compasión era precisamente una de las cualidades más grandes y profundas que caracterizaban a Jorge, sí, la compasión le cegaba.

A veces pienso que esa misma compasión que él practicaba era un llamado a gritos de la que él necesitaba que practicaran con él. Muchos fueron los momentos duros y discriminatorios que vivió en el país gracias a su obesidad. Para muchos empresarios de los fashion shows era imperdonable que alguien tan “estrafalariamente gordo” pudiera destilar tanta creatividad en cualquier cosa que hiciera. El gran talento de Jorge, su honestidad, espontaneidad y claridad cuando hablaba llegaron a doler demasiado en la vida de muchos mediocres y de muchos inteligentes.

Defensor de la libertad, del respeto, y más que nada, un profesional que con su ejemplo mostró que hay que convertirse en multiplicadores de los talentos en la juventud, que a los descarriados hay que enseñarles el camino y hay que empujarlos e inspirarlos, y que, las puertas siempre deben estar abiertas para dar a conocer el talento nuevo, sin importar si salió de Piantini o de la cárcel de Najayo.

Ese fue el Jorge a quien el 13 de septiembre vi cuando estuve en el país por unos días. Lo dejé como siempre lo conocí, en pie de guerra, porque él era un guerrero.

JORGE SE PRONUNCIABA En paz con Dios. Jorge no vivió para hacerle sombra a nadie. Aunque sí que le dolía cuando algún creativo quería ponerlo por el suelo o hacerlo “ver menos”. Jorge también era ñoño.

Protestó. Sí, criticó a la gente que con dureza veía a las personas con obesdidad como “animales de otro corral”, en República Dominicana. Criticó al Estado, que no se ha ocupado nunca por legislar a favor de las cirugías bariátricas como una forma de economizarse dinero, sin tener que atender enfermos de diabetes y con alta presión arterial. Defendió a los homosexuales y criticó a quienes les juzgaban, aunque sus últimos años vivió reconciliado consigo mismo y con Dios, en referencia a ese tema.

Jorge vivió y disfrutó de todo lo que quiso. Como ser humano imperfecto, como todos, cometió errores. Unos los enterró, por otros pidió perdón, y también de otros dio testimonio, no para imponerse, pero sí para ejemplificar. Defensor de la libertad, del respeto, y más que todo, un profesional que con su ejemplo mostró que hay que convertirse en multiplicador de los talentos en la juventud y enseñarles el camino a los descarriados.