Desilusión
Decepción cuando esperas demasiado de los demás
Cuando se conoce una persona se tiende a crear una imagen en función de su personalidad, la forma de comunicarse y expresar sus ideas. A medida que avanza el tiempo en la relación, se consolida la confianza y el vínculo se estrecha de acuerdo a las afinidades respecto a las creencias, criterios y valores de la persona en función a los ideales propios.
En muchas ocasiones, se puede experimentar admiración por personas que representan un modelo de admiración y respeto por la coherencia que hay entre sus acciones y palabras, ya sea familiar, colega, profesor, amigo e incluso figura pública, lo cual es bueno, ya que tener a alguien como referente puede servir de inspiración y motivación para ser mejor persona.
Pero, ¿qué pasa cuando de repente se descubre que esa persona también tiene una parte oscura y de forma inesperada dice o hace algo que choca con la idealización que se tenía? Es ahí cuando cae el mito y llega la desilusión, la profunda decepción que golpea emocional y psicológicamente.
Puede ser que se espere demasiado de los demás, dando por hecho que hay un sentido común que coincide con el tuyo. Si alguien a quien se admira hace algo totalmente opuesto a lo esperado, no significa que haya cambiado, lo único que demuestra es que es humano y como tal tiene sus defectos, aunque algunos más graves que otros, y definitivamente existen acciones que dejan completamente desconcertados con una sensación de frustración, ira y tristeza, por los niveles de incoherencia que representan. Cuando se idealiza a la persona, atribuyéndole un valor exagerado y al final surge la verdadera personalidad, es cuando surge la incoherencia.
Mientras más cercanía, mayores expectativas y mayor decepción habrá si no se entiende que las personas que más se quieren pueden realizar acciones muy opuestas a lo esperado.
Sea cual sea la persona a la que se admira, ¿dónde está la línea entre tenerla como inspiración y verla ciegamente? Para Carlos Faulin, lo ideal sería separar a la persona de sus características.
“Lo que nos inspira son ciertas cualidades de esa persona desarrolladas en cierto contexto”, dice el psicólogo, “pero la misma persona podría desarrollar otros aspectos en circunstancias distintas, que en absoluto nos inspirarían”.
Para evitar idealizar, es importante permitir a las personas del entorno una libertad radical, sabiendo que ellas también tienen su propio camino y su propio derecho a cometer errores. Así se puede disfrutar haciendo lo que se considere correcto en cada momento, sabiendo que los resultados no son lo más importante, ya que a veces serán los esperados, y otras no.
Hay que aceptar que no todo en la vida puede ser controlado. En todas las relaciones humanas existe el riesgo de sentirse herido a veces. “La única forma de evitar que nos afecten demasiado los giros de rumbo de los demás es cuidando nuestra autoestima y evitando idealizar a los demás”, concluye Faulin.