La Vida

CÁNCER DE MAMA

Juliana Oneal: “Guerrero no es el que vence, es quien no se rinde”

En aquel tiempo en el que no se solía hablar de cáncer y solo se escuchaba en las novelas o se visualizaba en las películas donde veías a la gente sin cabello, aun siendo una mu­chachita de 11 años, a Juliana Oneal le tocó vivir el drama que la ha marcado durante toda su vida. A su corta edad, atravesó un proceso tan agresivo y con un pronóstico tan poco prometedor al tener cáncer de linfoma de Hodgkin, una enfermedad de los ganglios linfáticos que no es muy común. Ese fue su primer desafío.

Años después, ya adulta, llegó un segundo reto: cáncer de tiroides; y por si fuera poco, desde no­viembre del año pasado está batallando con su ter­cera gran prueba de fuego: el cáncer de mama.

Esta mujer de carácter fuerte, con una voz im­presionante que ha conquistado el corazón de los dominicanos en un género dominado por hombres, con valentía y coraje, cuenta a Listín Diario cómo las circunstancias a veces un poco irónicas le han dado un título más desafiante que ser “la reina del mambo”. Su calificativo es mayor, ahora es Juliana “la guerrera que lucha por la vida”, porque para ella el secreto está en no rendirse.

Primer cáncer

Fue un proceso largo desde los 11 hasta los 14 años. Cuando celebró sus 15 ya tenía cabello y muchas ganas de triunfar en la vida.

¿Cómo te enteraste que tenías cáncer por primera vez?

“La primera vez que me en­teré que tenía cáncer tenía solo 11 años, era una con­dición llamada lin­foma de hodgkin, en etapa cuatro. Fue bastante difícil para mí, yo no e n t e n d í a nada. Soy hija única de parte de mi mamá, y mi médico le decía a ella insistentemen­te que fuera bus­cando a otro hijo, por­que yo me iba a morir”.

¿Cuál fue tu primera reac­ción cuando supiste que tenías cáncer con solo 11 años?

“La recuerdo como ahora, enloquecí. Mi mamá me dijo que íbamos al médi­co a ponerme unos sueros vitaminados y ya es­tando en emergencia, mi mamá salió un momen­to, en ese instante un doctor entra y me pregun­ta que si yo soy la paciente que está de ingreso para quimio, y yo le respondí para qué quimio, y él me respondió para quimioterapia. Cuando caí en qué era, le dije que él estaba equivocado, me preguntó cuál es tu nombre, le respondí y ahí me enteré”.

¿Qué te atemorizaba en ese entonces?

“Lo que más temía era a que mis amiguitos me relajaran porque se me iba a caer el cabello, también perder mi año escolar. Estaba en octa­vo grado, y solo pensaba en que si no pasaba de curso por mi enfermedad me iba a quedar en básica, y mis compa­ñeros iban a pasar a bachille­rato. Esa era mi preocupa­ción en mi ingenuidad, no pensaba en la muerte ni nada de eso”.

¿Cómo fue el proceso?

“Fue muy tedioso. Antes no había la evo­lución médica de hoy, y mi enfermedad era muy poco común, y los medi­camentos eran muy agresi­vos. Los medicamentos para contrarrestar los efectos de las quimioterapias no eran tan efectivos como hoy.

La pasé muy mal, hubo quimioterapias que fueron feroces, pero las mismas ganas de que­darme en octavo de básica y pasar al bachiller (se ríe de la inocencia de la infancia) me daba ánimo, me daban quimioterapias cada quince días, los viernes recuerdo. Iba en la mañana nor­mal al colegio, en la tarde a la quimioterapia, sá­bado y domingo me la pasaba mala del dolor y en la noche del domingo hacia mis tareas como podía, para llevarla el lunes, porque no quería quemar el curso”.

¿Cómo te cambió la vida?

“Cuando era una niña me cambió mucho, pero no lo entendía del todo. Mi mamá era la que ma­nejaba los costos de los medicamentos, mis citas médicas y mi operación. Niña al fin, vivía en mi mundo. Le di importancia, pero al mi mamá ha­cerle frente a la enfermedad, no fue tan traumá­tico, ella me decía que mi única preocupación debía ser no morirme”.

Segundo cáncer

Cuando la pequeña Juliana O’neal sobrepasó su primer cáncer y se convirtió en Juliana, la adulta, mujer de carácter fuerte, la artista, la merenguera, la reina del mambo, con concier­tos programados y discos vendidos, en ese mo­mento volvió esta maligna enfermedad ahora afectando la tiroides.

¿Cómo te enteraste del cáncer de tiroides?

“En el 2013 me diagnosticaron cáncer de tiroi­des cuando ya me dedicaba a la música. A raíz de un simple dolor de cuello descubren que tengo cáncer en la tiroides y que se ha expan­dido tanto que mis cuerdas vocales se pueden ver comprometidas en la operación. No te sé decir lo que sentí, en esa ocasión a mí me dije­ron que ese cáncer no era tan agresivo, que era afortunada, que lo único traumático iba a ser la operación. Y no sé si era las ganas de cantar, pero después de la intervención quirúrgi­ca, ya al mes y medio estaba cantan­do, mi voz cambió sí, pero para mejor”.

Cáncer de mama

Juliana cuenta que luego de sobrepasar su segundo cáncer, tuvo un respiro de varios años donde pudo seguir esca­lando en su carrera profe­sional y personal, hasta que llegó su tercera prueba de fuego, esta vez, el cáncer que afec­ta a tantas mujeres a nivel mun­dial: cáncer de mama.

En noviembre de 2017 lo diag­nosti­caron y en enero comenzó el trata­mi e n ­to, de trece, lleva nueve y solo le quedan cuatro. “Lo peor que me ha pasado en la vida es el cáncer de mama, de los tres cáncer este es el más difícil”.

¿Cómo te diste cuenta?

“De manera recurrente asistía al médico a raíz de mi primer cáncer. Me enteré que tenía cáncer de mama buscando unos resultados de mi anti­guo cáncer de tiroides. De los tres cáncer, este ha sido el más difícil”.

¿Cómo es ahora el día a día de Juliana?

“Mis días comienzan muy temprano, tengo una alarma a las 6:00 de la mañana para tomarme la medicina del día, duermo un poco más hasta las 8:00 de la mañana, sigo con medicación. Me de­sayuno, ordeno lo que puedo en mi casa, no me gusta sentirme inútil; estoy trabajando en mi pro­yecto final de la universidad, si no tengo cita en el médico, me enfoco en eso la mayor parte del día.

No puedo salir mucho ni estar en lugares pú­blicos, ni tomar mucho sol. Una serie de factores por recomendación médica para no entorpecer el proceso. En este proceso si me da gripe o indiges­tión es retrasar la quimioterapia”.

¿Qué ha sido lo más complicado?

“Lo más difícil ha sido todo, pero básicamen­te aceptar la bofetada que me ha dado la vida (no puede evitar que se le quiebre la voz, hace una pausa y sigue). Yo era una persona muy independiente, de carácter muy fuerte. Me gustaba (se detiene y acla­ra) me gusta mi música, mis escenarios, y lo más complejo ha sido todo porque ahora dependo de alguien para todo, ahora me he dado cuenta quié­nes sí pertenecen a mi vida y quiénes no. Ha sido un periodo de muchos desengaños y realidades que enfrentar, pero estamos en pie”.

¿Cómo haces para tener esa fortaleza?

“Yo realmente no lo sé, bueno realmente sí, sí lo sé. Viene de Dios actuando en mí, aunque a veces como humano uno cuestiona y hasta me ha llegado a la mente que Él se olvidó de mí. Yo no soy tan fuerte todos los días como la gente ve, hay días que no me siento tan valiente, que no me siento tan guerrera, hay días que uno no quiere seguir, pero ahí recuer­das que Dios tiene un propósito y que Él es quien da fuerzas.

¿Quiénes son tu principal apoyo?

“Tengo una familia maravillosa que me quiere, ami­gos que me quieren. Mi mamá, mi hermano, mi papá, mi padrastro, mis abuelas, mis amigos son los que no me dejan caer, los que me llevan a la quimioterapia, me manejan porque no lo puedo hacer, o simplemente me llaman para decirme ‘estoy aquí’.

Diariamente recibo decenas de mensajes de perso­nas que oran por mí, que me etiquetan en imágenes positivas en las redes”.

¿Qué diferencia hubo de la primera, la segunda y la tercera vez que te diagnosticaron cáncer?

El primero era una niña, no estaba tan conscien­te, solo iba a las citas, mi mamá se ocupaba de todo. La segunda vez estaba en negación porque me dije­ron que podía perder mi voz, pasé por un proceso de aislamiento, fue muy molesto físicamente hablando. Muchos cambios en mi organismo a raíz de la falta de mis glándulas tiroides. A veces yo misma me pregun­to cómo estoy en pie.

¿Te consideras una guerrera?

“Yo creo que sí porque es que todos somos guerre­ros, todos estamos librando una batalla. En mi caso es el cáncer de mama pero en el caso de otra persona puede ser un divorcio, un hijo con vicios o algún fami­liar enfermo. Y que se sepa que lo que te hace guerre­ro no es vencer, es no rendirte”.

¿Qué mensaje de esperanza les das a las muje­res que están atravesando por la misma situa­ción?

“Mi consejo es que traten de ser fuertes, esto no es fácil, no es bonito, pero aguanten. Agárrense de Dios y aguanten. Todo va a pasar. Tratar de no deprimirse, ser positivas porque la actitud, tu forma, cómo lo asu­mas, un buen estado de ánimo garantiza la mitad del pleito. Que no se dejen convertir en una cifra más, y este mensaje es para todas las mujeres. El cáncer de mama es una realidad, no es un mito ni la escena de una novela. La prevención es la clave”.