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MATERNAL

Una segunda Madre

Las tías por lo general son reconocidas por ser divertidas, llevar a los sobrinos a pasear y hacer regalos diferentes para complacer algunos caprichos de estos.

Existe un dicho popular que recita: “A quien Dios no le da hijos...”, haciendo referencia a los sobrinos que llegan a la vida de los tíos y de las tías, quienes independientemente sean padres o no, otorgan un lugar muy especial en su corazón a estos pequeños integrantes de la familia.

“En esta ocasión nos enfocaremos en el rol específico de las tías en la vida de los niños. Por lo general éstas son reconocidas por ser divertidas, llevar a los sobrinos a pasear y hacer regalos diferentes para complacer algunos caprichos de sus sobrinos”, sostiene la especialista en Filosofía Mental, Olga María Renville.

En algunas familias se conoce a la tía como la persona que da consejos, consiente, mima y a veces hace el papel de “apoyadora” como dicen los dominicanos.

Cuando es soltera disfruta mucho salir con los sobrinos, y en ocasiones es la que los integra a su familia como a uno de sus hijos. Esta es la razón por la cual las tías (hermanas de uno de los padres) son vistas por algunos niños y adolescentes como una confidente que puede guardar un secreto; y a veces hace el rol de una segunda madre, considera Renville.

En caso de que sea soltera o no tenga hijos, la tía suele asumir en ocasiones, un rol materno, asumiendo responsabilidades en la formación y cuidado del niño, asistiendo a las reuniones y eventos escolares, citas médicas, etcétera.

UN ROL COMÚN La socióloga Cristina Delmonte asegura que, con la alta incidencia de los feminicidios en el país, son muchas las tías que han pasado a desempeñar el papel de madre. “Tenemos que estar claros en que ahora mismo en República Dominicana se está dando una situación que más allá del amor que la tía siente como tal, está la responsabilidad asumida con los casos de niños y niñas huérfanos que quedan como resultado de la violencia intrafamiliar”, enfatiza.

Según dice, estas mujeres pasan de dar un cariño filial a asumir un compromiso maternal que, aunque las hace más cercanas a sus sobrinos, las lleva muchas veces a dejar de ser esa tía cómplice, confidente, amiga... para pasar a ocupar, guardando la distancia, el rol de la madre que pone reglas y disciplina en su afán de bien educar y formar a sus hijos.

“Una tía es capaz de dar un amor incondicional” Las tías conocen a los niños desde que nacen. Como sus propios padres los ven crecer y llegan inclusive, a comprenderlos a veces hasta más que sus progenitores.

Este hecho que parece imperceptible en la vida cotidiana de la familia, quiere decir mucho, y es que la tía puede darle al sobrino una visión de su familia, vista desde una óptica que el sobrino no tendría el alcance para observar, explica la psicóloga y experta en Filosofía Mental, Olga María Renville. A veces, en cualquier circunstancia de la vida esto puede serle útil para comprender a los padres, dado el grado de confianza que depositan en la tía, comenta.

“Hemos observado con frecuencia circunstancias que muchas veces obligan a que una tía deba asumir completamente el rol de madre. Situaciones lamentables como la muerte de la madre, el abandono, separaciones y divorcios de los padres y emigración de la madre o ambos padres”.

Es la tía quien, en esos momentos, puede quedar a cargo de la crianza y formación del niño, expresa Renville. Independientemente de la experiencia que pueda tener como madre, debe comenzar a crear un nuevo estilo de vida incluyendo a su sobrino que, a partir de ese momento será su hijo.

Existen muchos casos en los que estas tías que la vida convierte en madres de sus sobrinos, realizan una extraordinaria labor, ofreciendo apoyo incondicional, amor y valores. Animándole a ser mejor persona y a hacer las cosas por sí mismos para convertirse en adultos exitosos.

Un papel más complejo La socióloga Cristina Delmonte lamenta que en algunos casos las tías tengan que abandonar: “Ese sentimiento divertido que las caracteriza para velar por la salud, el cuidado y todo lo que tenga que ver con su integridad física y mental”.

Y en esa situación se están viendo envueltas muchas tías maternas y paternas, pues los homicidios-suicidios están tomando mucho auge en el país. Es una situación que la profesional lamenta y lo deja saber cuando puntualiza: “Es muy triste que lo que está ocurriendo con la mujer dominicana, pues nuestra sociedad está ‘preñada’ de traumas sin resolver como dicen los psicólogos y eso se está dejando sentir hasta en el escenario en el que las tías eran para apoyar y ser las confidentes de sus sobrinos”.

Otra situación que convierte a las tías en una verdadera madre es cuando por asuntos de viajes, quedan al cuidado de sus sobrinos. Casi siempre se da con las que son por parte de la madre. En definitiva, Delmonte expresa que es importantísimo el papel de as tías en la crianza de sus sobrinos, pues ellas también suelen ser un equilibrio. “Hay madres que son bien fuertes y autoritarias, y son las tías esa parte dócil que necesitan los muchachos en algunos momentos”, dice.

TESTIMONIOS “Yo si soy tía-madre. No tengo hijo, pero el Señor me ha mandado cinco que solo me faltó parirlos. Yo soy su debilidad. Son dos de mi hermano y tres de mi hermana. Y ya me quedó con esos, porque ya no tengo edad para ser padre biológica”, cuenta Sagrario Herrera con mucha alegría.

Para Carmen Mercedes ser una tía “apoyadora”: “es lo mejor que me ha pasado en la vida. Yo soy amiga de mis tres sobrinos, tanto así que cuando los padres de ellos vienen a enterarse de algo, hace mucho que ya me lo han dicho a mí. Hay una de mi hermana mayor y dos de mi otra hermana. Yo le digo a todo el mundo que tengo tres hijos, porque eso es lo que son para mí. Si algún día Dios me manda alguno, diré que es otro más, porque ellos son primeros hijos”, sostiene con entusiasmo.

“A mí me ha tocado muy de cerca el papel de madre de mis sobrinos. Mi hermana murió cuando sus dos hijos tenían tres y cinco años. Como comprenderás, hoy tienen 15 y 18, y son míos, nadie me los quita. Me dicen mami, y he hecho todo lo humanamente posible para que no sientan la ausencia de mi hermana”, cuenta Eduviges Castro aunque con rostro triste, con mucha satisfacción.

Sofía Adames ha tenido que ser la madre de sus sobrinos porque según dice: “Cuando mi hermano murió, mi cuñada no atendía a los dos niños muy bien que digamos y un día le pedí que me los dejara llevar y con gusto, me dijo que sí. Ya tienen nueve años conmigo”, sostiene.

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