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PREVENCIÓN

La experiencia de Cuba en la gestión de riesgos de desastre

En Cuba se hace anualmente un simulacro nacional llamado Meteoro: “al mismo tiempo, a lo largo y ancho del país, antes del inicio de la temporada ciclónica”.

Científicos cubanos que visitaron hace poco República Dominicana en una misión de carácter académico coinciden en que la falta de percepción con respecto a las amenazas y peligros de los desastres naturales es un tema generalizado en las comunidades del Caribe.

no encuentren a las comunidades preparadas para dar una respuesta organizada.

A partir de 2015, con la implementación en Cuba del Marco de Acción de Sendai, un instrumento promovido por Naciones Unidas para la reducción de desastres, el país se dedica con esmero a la semana dedicada a la reducción de los riesgos de desastres previo al inicio de la temporada ciclónica, que va del primero de junio al 30 de noviembre.

En esa semana, cada una de las provincias y municipios centra su atención en los principales factores de vulnerabilidad. Se aprovecha y se limpian las cañadas, se podan los árboles y se toman acciones preventivas. Y al final de la semana se desarrolla durante dos días el ejercicio nacional que llaman Meteoro. “El primer día, sábado, es dedicado a puntualizar el funcionamiento de los órganos de dirección del sistema nacional de prevención de desastres en Cuba. Ese día, el Consejo Nacional de Defensa Civil, los consejos provinciales, municipales, distritales y populares se reúnen y puntualizan los planes: qué dice el plan que tenemos que hacer y qué capacidad de respuesta tenemos. Ahí se puntualiza quién va a poner el transporte, quién el combustible… Y el segundo día se hace el ejercicio práctico, que no es homogéneo en todo el país: en cada uno de los lugares se puntualiza en función de su principal amenaza o peligro”, comenta Guasch. La segunda jornada es de participación popular. La población puntualiza, se hacen divulgaciones, se definen los roles y se da en estos momentos un elemento importante en las ciudades: “Estamos trabajando en la identificación de las casas más seguras, casas que en un momento determinado se puedan usar como albergue en caso de una emergencia. Lógicamente estamos hablando de un sistema con características estructurales y sociales diferentes que hacen que ese paradigma de la solidaridad humana sea distintivo del sistema de prevención de desastres en nuestro país”.

AJUSTADOS A LA REALIDAD Doctora en Geociencias e ingeniera de minas, Tereza Hernández destaca que a lo largo de los años estos simulacros se han ajustado a la realidad económica y social del país en base al poder que tiene el gobierno para desarrollarlos. Anteriormente involucraban muchos gastos, dice, pues ante una tormenta tropical o un huracán se movilizaba a toda la población de las comunidades que estaban en la cuenca baja de un río. “Todo el mundo se movilizaba, pero ahora se hacen estudios de modelación de escenarios, de manera prospectiva y en tiempo real. Realmente, ¿cuál es la población que hay que movilizar? No es a todo el mundo. Es al sector que está realmente en un alto riesgo, y eso, desde el punto de vista económico, representa un ahorro de recursos. Muchas gentes eran evacuadas y las aguas sin embargo no llegaban a su comunidad. Hoy sí está bien delimitado quiénes se evacúan y quiénes no, y el país está mucho más preparado”. Todo está tan muy bien definido y las personas contribuyen de tal forma en la evacuación ante un fenómeno determinado, que la Defensa Civil Nacional tiene un éxito total en su gestión, dice Hernández. “Tan es así que es difícil que tengamos la pérdida de una vida y cuando esto ocurre normalmente es por indisciplina social, porque es una persona que atravesó un río, que salió a la calle y un cable lo electrocutó, pero no porque realmente tenemos una Defensa que sí responde a la protección de la vida de toda la población”. Un ejemplo de esta capacidad de movilización ocurrió el 13 de agosto de 2004, cuenta Guasch. “El huracán Charly se aproximaba a la provincia y a la ciudad de La Habana y Cuba logró la evacuación de un millón de personas en 24 horas. Eso solo es posible en un país donde existe un alto nivel de preparación y de organización”. Y es bueno hacer énfasis, dice el ingeniero geofísico, sismólogo e investigador, en vista de que “muchas veces los detractores de determinados sistemas dicen que eso se hace de forma obligada o que se reprime a la población, que no. El pueblo de Cuba se establece en base a un nivel de educación y la gente confía en el sistema de defensa civil”.

PERCEPCIÓN DE RIESGO

El profesor Rafael Guardado explica que desde hace un año y medio forma parte de un proyecto de percepción de riesgo cuyos miembros van casa por casa entrevistando a la gente para conocer su nivel de vulnerabilidad. Les hacen un cuestionario de 15 preguntas, entre ellas si saben o no saben qué hacer ante un terremoto, si tienen agua para usar en caso de un sismo o si conocen los planes de aviso. “La gente es muy educada, es muy solidaria y ayuda, pero hemos visto que hay problemas de percepción en los niños, en los adultos, en los dirigentes. No todo el mundo piensa igual, cada uno tiene un nivel de percepción ante un fenómeno. Pero es una herramienta muy favorable al gobierno para conocer el nivel y la capacidad de respuesta que puedan tener las autoridades para enfrentar un fenómeno, ya sea un sismo, una intensa lluvia o una inundación”, comenta el doctor en Ciencias.

PREVENCIÓN Y EDUCACIÓN Guasch destaca ese rol que tiene la educación en los procesos de prevención y sugiere que para eso hace falta distinguir con qué tipo de prevención se cuenta. “Está la prevención formal, que puedes lograr poniendo una información fría en el noticiario, en la televisión; pero está la prevención objetiva, que es cuando diriges ese mensaje a aquellos factores determinantes en los niveles de daño y pérdida que producen los fenómenos; y está la prevención prospectiva, y es qué queremos lograr, qué valores queremos desarrollar en nuestra sociedad”. En este sentido, asegura que en Cuba se le brinda una especial importancia tanto a las vías formales como a las no formales. Es decir, no se trata solo de hacerlo desde el punto de vista académico en las escuelas y universidades, sino también de llegar al ciudadano común, a las amas de casa. “Hoy día hay un nivel de envejecimiento en nuestra población y por lo tanto hay que prestarle atención diferenciada a la tercera edad, a las personas con discapacidad. Entonces, esa visión integral del programa de prevención es muy importante, porque nuestro país reconoce que realmente la prevención es la clave del éxito en los procesos de la gestión de los riesgos de desastres”.

EVOLUCIONANDO PARA BIEN

Durante las evacuaciones, al principio se ocupaban de llevar a las personas a lugares seguros. Después aprendieron que hay que llevar a las personas y también sus recursos, sus mascotas y animales domésticos. Hoy, manifiesta Guasch, al unísono que van las guaguas a sacar a las personas van también rastras para sacar sus recursos “porque nosotros tenemos que, como país subdesarrollado, proteger también nuestra economía. Hemos ido aprendiendo. Hemos ido perfeccionando el sistema”. Por eso considera que hace falta pasar de la visión emergencial al análisis prospectivo de la gestión de los riesgos de desastres. “A veces nos acordamos de santa Bárbara cuando truena, y es importante que no solamente le prestemos atención al huracán cuando lo tenemos encima. Hay muchas cosas que se pueden hacer en el antes. Por eso, como profesionales somos partidarios de que más que seguir hablando de los modelos emergenciales del antes, durante y el después, es necesario hablar de procesos de gestión donde se considere el rol de la gestión preventiva y el rol de la gestión correctiva. Y es que si yo sé cuáles son los principales factores de vulnerabilidad, por qué voy a convivir con ellos y no voy a ocuparme racionalmente de reducir esos factores de vulnerabilidad que al final van a degenerar en daños y pérdidas”. Por tanto, repite, hace falta tomar en cuenta la gestión preventiva, la correctiva y la prospectiva y nunca abandonar la gestión reactiva, de manera que el país debe tener una capacidad entrenada de medios y fuerza para que en la situación de la emergencia puedan actuar. “Porque, obviamente, cuando se produce el impacto lo primero que tenemos que lograr es el rescate y salvamento de las personas afectadas y prestar mucha atención a algo que está desangrando la economía de nuestros países del Caribe, y es que independientemente de las características de los fenómenos, cuando usted analiza siempre se repiten los mismos factores generadores de daño: el fondo habitacional (entonces, por favor, prestémosle atención a la salud del fondo habitacional), los sistemas básicos (siempre se nos arruinan las escuelas y las instalaciones de salud), y lo otro es el papel que tienen las líneas viales en la capacidad de respuesta de nuestros países. Estamos hablando de los sistemas de agua, electricidad, comunicaciones y transporte. Y un escenario interesante para aprender ‘desastrología’ es lo que dolorosamente le ha pasado al hermano pueblo de Puerto Rico, al paso de Irma y María, donde hoy día todavía no se han podido restablecer los sistemas básicos en las principales partes del país”.

PAÍSES POBRES QUE HACEN LAS COSAS BIEN

La idea no es hacer propaganda, sigue Guasch, pero es bueno que “la gente sepa que hay países pobres que tratan de hacer las cosas bien”. Así, asegura que no todo se queda en llevar a las personas hasta los albergues, sino que una vez allí cuentan con un personal preparado y responsabilizado para su atención y su seguridad, incluida la vulnerabilidad social con enfoque de género. “Las personas llegan, son documentadas y se les verifica su estado de salud. Existe un equipo médico para garantizar que si llega un asmático, un cardiópata o un diabético, sean atendidos y ese lugar tenga esa capacidad. Pero, además, hay personas que atienden los trastornos psicosociales que genera el estrés de los desastres. ¿Por qué razón? Porque tenemos niñas, niños y ancianos que necesitan un tratamiento diferencial”. Hace 20 años, agrega, “papá Estado se responsabilizaba con todo ese proceso”, pero hoy se ha generado un movimiento que promueve la autoevacuación. “Si Tereza vive en una casa segura, ella le brinda atención a los demás en situaciones de emergencia. Eso, tal vez en una sociedad diferente a la nuestra, se puede ver como un ruido. Ose sea, cómo yo voy a recibir a una persona en mi casa. Pero para entenderlo hay que vivir por ejemplo un huracán de gran intensidad y ver vientos de 280 kilómetros por hora, que realmente es tierra arrasada. Entonces ahí sencillamente la solidaridad humana es fundamental”.

EN LOS MEDIOS Cuba también dedica especial atención a la capacitación de los periodistas. Guardado sostiene que una de las cosas necesarias, en cuanto a la percepción de riesgo, es la información que se le transmite a la población. “Esa información tiene que ser transparente, fidedigna, clara, diáfana. Porque a veces se quiere resaltar el fenómeno y eso provoca en la población otros ánimos, y en este problema de percepción de riesgos, los periodistas juegan un papel clave en la reducción de desastres. Sin ustedes nosotros no somos nada, porque ustedes son los que tienen que informarnos a todos de lo que ocurre, de lo que va a ocurrir y cómo va a ocurrir”.

EL CASO DOMINICANO En República Dominicana se ha avanzando algo, dice al respecto Osiris de León, asesor científico del Poder Ejecutivo en geociencias, sismicidad y prevención de desastres, y quien acompañó a los expertos cubanos en su visita. Muestra de ello, apunta De León, fue el exitoso simulacro antisísmico realizado en Santiago y Puerto Plata en marzo pasado “donde participaron en total cerca de 500,000 personas, todos los estudiantes de las escuelas públicas y privadas y de las universidades, todos los hospitales y clínicas, todas las instituciones del estado; helicópteros, aviones, ambulancias, camiones de bomberos, unidades de rescate y equipos especializados para darle el realismo que ameritaban las circunstancias, pero al mismo tiempo para que la gente se familiarice en cómo es que lo vamos a hacer el día que ocurra de verdad”. Señala que fue un trabajo coordinado, articulado y sincronizado con la idea de que población comience a familiarizarse con una realidad que nadie la quiere pero que está presente como el Sol. “Nunca se había hecho un simulacro tan grande y en dos provincias paralelamente”, subraya.

VISITA A DOMINICANA Una de las cosas que la misión académica cubana quiere compartir con los colegas dominicanos es “cómo nosotros debemos de insertar la gestión de riesgo en la planificación del desarrollo sostenible”. “Nuestros países son firmantes de los ODS 20-30 de Naciones Unidas y se está hablando de la integración latinoamericana, de la integración del Caribe. Cuando miras los acuerdos de las reuniones del Caricom, o del Sendai, se está representando cada día más la importancia que tiene la prevención de desastres en la protección del desarrollo seguro de nuestros países y nosotros lo que estamos un poco es contribuyendo, desde la academia, al desarrollo de una ciencia responsable”, explica Guasch.