Una de las prácticas más comunes dentro del mundo espiritual a lo largo del tiempo, especialmente para fechas cercanas a la Semana Mayor, es el ayuno. Desde el punto de vista bíblico, este se hace con el propósito de aumentar la fe, adquirir pureza espiritual o como forma de mostrar arrepentimiento de los pecados.

Aunque muchos lo definen como un “sacrificio”, para los fieles creyentes, el ayuno es, más bien, un acto de disciplina que consiste en dedicar el tiempo que se reserva para las comidas en el transcurso del día, para orar y acercarse a Dios.

En este lapso, se dejan de lado las cosas del mundo, como los alimentos, para enfocarse y demostrar qué tan en serio se toma la relación con el Señor.