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VIVIR LA EXPERIENCIA

El costo emocional de la historia

Muchos son los comunicadores que se mezclan y hasta se afectan cuando les toca contar los hechos de un caso que les entristece. Hay hechos que marcan su vida para siempre

Periodista. Juan Salazar realiza una entrevista como parte de una serie de reportajes sobre la situación de los enfermos mentales en el país.

Periodista. Juan Salazar realiza una entrevista como parte de una serie de reportajes sobre la situación de los enfermos mentales en el país.

Ser testigos y a veces hasta actores de los hechos que acontecen, consolar y ayudar en ocasiones, es parte del trabajo de un periodista cuando quiere hacer una historia apegada a la verdad, narrando a través de un medio de comunicación una noticia determinada.

Sin embargo, llevar esa información al lector, oyente o televidente tiene un costo emocional, que puede ser positivo o negativo, dependiendo del hecho de que se trate y que puede dejar alegría, pero también tristeza o estrés.

Han pasado muchos años, pero no se ha podido olvidar la historia de aquel hombre trastornado que se atrincheró en una casucha del barrio La Zurza, a orillas del río Ozama, y que sostenía un afilado cuchillo en el cuello de un niño de unos siete años, que minutos antes había secuestrado.

El triste recuerdo, que no llegó a más grave por la sabia intervención de un negociador de la Policía, llegó a la mente de quien escribe mientras escuchaba a Marta Quéliz contar a varias amigas la angustia y todo lo que lloró de impotencia, al ver la situación de pobreza extrema en que viven los niños a ambos lados de la frontera entre Haití y República Dominicana.

Aunque han pasado varias semanas, sus reportajes sobre niños que, aunque comparten igual miseria tienen realidades distintas, se habían publicado, y aún así sé que ella no se ha recuperado de la tristeza de vivir el drama de estos pequeños y ver por ejemplo, cómo uno de ellos guardaba como un tesoro, la caja de cartón que le servía de cama. Otras historias han marcado a un gran grupo de peridistas de aquí y de allá.

LA VISIÓN El periodista Juan Salazar ha llegado más allá para hacer reportajes, poniéndose a sí mismo en la piel de los entrevistados para escribir historias, que además de motivar acciones para corregir males, han marcado a este comunicador para siempre e incluso han cambiado la perspectiva y visión que tenía. Miles de periodistas han vivido experiencia similar.

El periodista no debe perder la sensibilidad Una de las razones que dan peso a esta hitoria es la experiencia de Juan Salazar, editor de LISTÍN DIARIO, quien luego de dos meses viviendo la realidad de los enfermos mentales, sintiendo la discriminación, el estigma y el olvido afirma que su sensibilidad y el compromiso hacía los demás se incrementaron.

“Salir a la calle fingiendo ser un loco fue una experiencia abrumadora y desgarradora, porque me mostró a mí mismo que también en algún momento de mi vida había sentido pavor de tener cerca un enajenado mental y que los trate en más de una ocasión con indiferencia”, sostiene.

Reportajes sobre el autismo y sobre adictos en proceso de recuperación han marcado también a este experimentado comunicador, quien no obstante, no pudo reprimir las lágrimas cuando escribía sobre los testimonios de madres dedicadas a tiempo completo al cuidado de sus hijos autistas. “También vivía esa realidad porque mi hijo menor fue diagnosticado con Síndrome de Asperger”. Salazar ha escrito de otro tema tan sensible como los feminicidios, en más de una ocasión ha tenido que consolar en casos de tragedias, como en el caso del padre una joven asesinada por su pareja, a quien entrevistó, y quien bañado en lágrimas le dijo: “Hay que aprender a ser hombre. Ser hombre no es sólo llevar los pantalones, es saber resolver los problemas sin fracasar, sin dañar a otras personas”.

Para el sociólogo Juan Esteban Cordero lo vivido por muchos periodistas durante su ejercicio los engrandece porque a su entender a prenden a ver un mundo distinto, una realidad a la que a veces escapan, y lo que es más importante: entender que ser el periodismo es un sacerdocio.

“Es más yo entiendo que al periodista debe orientársele respecto a lo importante que es escribir la historia y vivirla, pero sin que se le afecten sus emociones. Deben mantener su lado humano a salvo, porque si se llevan de sufrirlo todo, en algo fallarán. Es decir, no harán bien su trabajo como periodista o no serán seres humanos sensibles. En definitiva, deben mantener el equilibrio”, dice el experto también en terapia de orientación profesional.

Saber hacerlo Escribir, mostrar una imagen o ayudar. Se pueden hacer todas estas cosas, como lo demostró la periodista de CDN, Shaira Castillo, quien mientras hacía un reportaje sobre el huracán María puso su micrófono a un lado para amamantar a un bebé que lloraba en un albergue de Barahona.

En 1993, el fotógrafo Kevin Carter viajó a Sudán e inmortalizó la imagen de un niño desnutrido acostado en el suelo, acechado por un buitre. La foto publicada en The New York Times, obtuvo el premio Pulitzer de fotografía 1994 y se convirtió en el rostro del hambre en África.

La imagen provocó un gran conflicto emocional en Carter, quien se suicidó varios meses después de recibir el premio. Criticado duramente por la opinión pública, el fotógrafo diría antes de su muerte estar arrepentido de hacerla y de no haber ayudado al niño.

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