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El desierto blanco de Egipto

La arena blanca que se amontona y la roca caliza que se levanta en la depresión de Farafra, al oeste del país africano, dan lugar a estos paisajes surrealistas

Las formaciones que parecen setas son de las más abundantes en el desierto blanco de Egipto. La erosión del viento se ha encargado de darles estas singulares formas.

Redacción La VidaSanto Domingo

Los paisajes naturales de Egipto fascinan tanto como sus atractivos culturales. Más allá de las pirámides de Giza, las mezquitas y los monumentos antiguos que tantos turistas atraen al país africano, hay un desierto que brilla por su color y formaciones rocosas. Es el desierto blanco, uno de los puntos más solicitados por quienes visitan la depresión de Farafra.

El enorme refugio de cantera de caliza de Creta está ubicada al oeste de Egipto, en la región del Desierto Líbico o Desierto Occidental, como parte de los miles de kilómetros que ocupa Egipto del gran desierto del Sahara. Se le conoce como Sahara el Beyda.

La arena blanca es producida por la erosión del viento y es una mezcla de caliza, tiza y otros elementos que le dan tan singular apariencia. Si miras de repente la foto, parecería que alguna máquina depositó montones de nieve sobre el fondo amarillo y primario del desierto.

La ciudad de Farafra se encuentra a unos 45 kilómetros al sur. La depresión geológica permite que en los alrededores del desierto blanco abunden manantiales, frescos oasis también muy “codicionados” por los turistas.

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