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El poder sanador de la gratitud

La tendencia a reconocer lo que otros hacen a nuestro favor, en lugar de ir por la vida quejándonos, parece tener un efecto positivo sobre nuestro bienestar general

Tras largo tiempo sufriendo de insomnio, Evelyn comenzó a experimentar una repentina mejoría en sus patrones de sueño. No solo dormía a pierna suelta, sino que además al levantarse se sentía descansada y de buen ánimo.

La joven no sabía a qué atribuir el alivio que sentía; no había tomado ningún medicamento ni buscado ayuda para su problema. Se sentía intrigada hasta que, como parte de un proceso que había iniciado hacía días a fin de cultivar la gratitud, leyó las palabras de una autora cristiana que aseguraba que ser agradecido tenía beneficios para la salud. Esos beneficios, afirmaba la escritora, incluían el dormir mejor.

Evelyn sacó cuentas y concluyó que su mejoría se había producido justo cuando siguió el consejo de una amiga que la motivaba a “contar sus bendiciones” y decidió tomar un tiempo cada día para agradecer a Dios hasta por el más mínimo acontecimiento positivo registrado durante la jornada.

¿Coincidencia? Tal vez. Lo cierto es que la tendencia a reconocer lo que otros hacen a nuestro favor, en lugar de ir por la vida quejándonos, parece tener un efecto positivo sobre el bienestar general.

Iris Bello Castillo, especialista en “mindfulness” y psicología positiva, dice que la gratitud suele asociarse con un aumento de la energía, empatía, felicidad y el optimismo. Y todas estas emociones te hacen bien.

El diccionario define la gratitud como “el sentimiento que nos obliga a estimar el beneficio o favor que se nos ha hecho o ha querido hacer, y a corresponder a él de alguna manera”.

Hazle un favor a tu salud: sé agradecido

La persona agradecida experimenta, como consecuencia de esta actitud, un estado de bienestar tanto físico como emocional.

En el plano psicológico, la gratitud tiene una importancia fundamental para sentirse bien y satisfecho con la vida.

De acuerdo con Iris Bello Castillo, psicóloga clínica, jurídica y de la salud, esta emoción se asocia con un aumento de la energía, la empatía, la felicidad y el optimismo.

“Una persona agradecida tiene lo que en psicología llamamos un estilo de afrontamiento positivo -explica la especialista en psicoterapia, “mindfulness” y psicología positiva-, que se traduce en que la persona tiende a ver los aspectos positivos de las situaciones, es capaz de ver lo bueno de las personas, es decir, puede trascender de las situaciones y salir fortalecido”.

Esta actitud la protege contra la depresión y el estrés.

Además, expone la especialista, el ser agradecido puede provocar cambios en nuestro entorno: cuando expresamos la gratitud que sentimos es más probable que las personas nos proporcionen apoyo y ayuda de nuevo en el futuro. “La gratitud mejoras las relaciones personales”.

Según la profesional de la conducta, las personas agradecidas experimentan menos dolores y molestias físicas.

“Si las comparamos con personas que no tienden a serlo, las agradecidas reportan sentirse más sanas”, añade.

Además, los individuos que se caracterizan por su gratitud tienden a cuidar más de su salud, suelen dormir mejor y hacer ejercicio con regularidad, lo que contribuye a una mejor percepción de la salud global.

No más quejas

Vistos los beneficios que reporta el reconocer lo bueno que hay tu vida y lo que otras personas han hecho por ti, ¿significa eso que una persona quejicosa puede sufrir problemas de salud como consecuencia de esta actitud? “No tanto por no ser agradecida en sí, sino por todos los beneficios que se pierde indirectamente al no ser agradecido”, opina Bello Castillo.

La psicóloga manifiesta que una persona que se centra en lo que no tiene en lugar de ver lo que sí tiene se coloca en un estado mental caracterizado por la negatividad y el pesimismo. “Se ha comprobado que esto afecta la salud global de la persona, pudiendo empeorar cuadros médicos”.

El agradecimiento es una emoción social y puede desarrollarse.

“Gracias” es, de hecho, una de las primeras palabras que los adultos enseñan a los bebés. Los padres instan a sus pequeños a repetir esa palabra cada vez que alguien hace algo por ellos.

“Aunque al principio pueda sentirse artificial, este es un estado mental que se fortalece con el uso y la práctica”, asegura Bello Castillo.

Recomendaciones

La psicóloga da cuatro recomendaciones que te ayudarán a desarrollar esta virtud y, ¿por qué no?, también a disfrutar el bienestar emocional y físico que se deriva de ella:

1. Haz memoria.

“Uno de los primeros pasos para desarrollar esta actitud es recordar”, dice Bello Castillo.

¿Recordar qué o a quién? A las personas que han sido bondadosas con nosotros y nuestros seres queridos.

2. Escribe. La psicóloga recomienda escribir una carta de agradecimiento a una persona que haya influido de manera positiva y duradera en nuestra vida “y más cuando no le hemos agradecido en el pasado”.

3. Lleva un diario. En la misma línea de escribir, la experta sugiere llevar un diario para plasmar aquello que nos ocurre. No tiene que ser un registro diario.

“Basta con que anotemos una vez a la semana las cosas buenas y no tan buenas que ocurrieron pero que son motivo para estar agradecido”, señala.

4. Sigue la cadena. “Hay veces que el agradecimiento que sentimos es tan grande que no es suficiente, que no hay manera de ‘pagarlo’, en esas ocasiones lo ideal es redirigir la bondad que sentimos a otra persona a la que podamos impactar desinteresada y positivamente, como lo han hecho con nosotros”.

Ese “redirigir la bondad”, concluye la psicóloga, hace del agradecimiento una emoción que crea lazos entre las personas y que se va retroalimentando.

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