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PRENSA JOVEN

'Soy invisible para mi familia'

SENTIR: LA TERRIBLE SENSACIÓN DE CREER QUE TU FAMILIA NO TE ACEPTA NI TE VALORA.

Carla Matías es una joven feliz, pero en su niñez vivió situaciones que la hacían sentirse rechazada por su familia. Desde antes de cumplir el año su madre la llevó a vivir a casa de su abuelo, la esposa de éste y cinco hijos de ese matrimonio. De su padre supo muy poco y su madre la visitaba una vez por mes. A pesar de vivir en una familia numerosa siempre estuvo alejada de ellos.

“Me sentía sola, creí que nadie me quería, que mis padres me habían abandonado y que todas las cosas por las que trabajaba no eran valoradas”, dice. “Ahora que soy adulta me doy cuenta de que mi familia sí me quería y entiendo la razón de muchas cosas”.

Son muchas las personas como Carla que en su niñez o juventud se sintieron rechazadas, menospreciadas o poco valoradas por su familia, esta conducta es un trauma mental que responde a sentimientos.

El doctor José Miguel Gómez explica que muchos jóvenes se sienten menospreciados y poco valorados, porque son la expresión del modelo de familia donde les ha tocado criarse o el tipo de costumbres que han tenido.

Tras el divorcio de sus padres, Ricardo Mejía tuvo que comenzar a trabajar a temprana edad y dejar en segundo plano sus estudios de bachillerato, que luego finalizó tomando clases sabatinas. Él se convirtió en el hermano mayor que ayudaba a suplir las necesidades del hogar y esto lo considera una pérdida de su identidad, ya que tuvo que crecer emocionalmente antes del tiempo.

“Me sentía sin rumbo, sin interés de nada, sin hobbies, sin idea de qué quería en un futuro, me menospreciaban y no me valoraban. Mi familia solo veía las cosas “malas” que yo hacía y para nada se fijaban en las buenas o los sacrificios que yo tenía que hacer”. También sentía que su madre tenía preferencias con su segundo hijo.

El Doctor Gómez explicó que en estos tiempos las familias han pasado a ser disfuncionales, rotas, reconstruidas, donde el 38% son familias monoparentales, donde solo existe la presencia de un miembro que en la mayoría es la madre y esto hace los que jóvenes desde su infancia crezcan con desapego, desvinculación de la familia primaria y con falta de sentido de pertenencia. En ese proceso de marginalidad muchos jóvenes se sienten en desafecto, viviendo la baja autoestima, la sensación de abandono, la vivencia de la ambivalencia emocional y efectiva de que lo han desprotegido.

Alejandro Franco era el tercero de siete hermanos; vivía con su padre y su madre y no se supone que tuviera razones para no sentirse amado, “no había un trato preferencial por ninguno de nosotros, sencillamente, por mi naturaleza hiperactiva requería más atención, hacia travesuras para captar el interés de mi madre o mi padre, sin embargo nada pasaba”.

“Ya adulto hablé al respecto con mi madre, le reclamé su falta de cariño, su respuesta no me satisfizo pero me hizo entender que el problema era mucho menor de lo que yo pensaba, -no es fácil criar a siete muchachos, me dijo- no es que no me quisieran, es que nunca me lo dijeron”.

No siempre los padres tienen la responsabilidad de los sentimientos de rechazo o desamor que sienten sus hijos, este es un tema común de “los hijos del medio” como es Alejandro, un niño que tiende a tener una personalidad insegura por no saber qué patrón seguir, si el de sus hermanos mayores o los menores, buscando semejanza con la conducta de alguno de ellos.

Los jóvenes que tienen hermanos mayores y menores tienden a sentirse en su mayoría “menos querido” o creer que sus papás le prestan menos atención, según afirmó la psicóloga Elizabeth Cerda.

Recomendaciones

Los padres o familiares deben apuntar a combatir ese sentimiento, para disminuir las consecuencias y reacciones. Manifestar los sentimientos de estima que revaliden el amor filial, sirve para disuadir a cualquier miembro que esté atravesando esta situación.

A su vez, el psiquiatra Gómez recomienda que los jóvenes que se sientan poco queridos o rechazados busquen la orientación adecuada, donde se trabajen sus pensamientos y sus conductas. “Es bueno que los jóvenes sepan que pueden rescatarse a sí mismos y aprender a tener proyectos de vida saludables”.

Otra de las soluciones que plantea Gómez es enfocarse en trabajar para desarrollarse en la vida, sin desapegos, resentimientos, ni odios. El éxito profesional ayuda a superar los complejos.

Otra vía para que los jóvenes que se sienten menospreciados encuentren estabilidad emocional es que el Ministerio de Educación implemente programas de salud mental integrados para jóvenes vulnerables, como “Paz”, “Trátame bien”, “Quiéreme como soy”, “Soy diferente”, “Autoestima” y “Proyectos de vida” para crear factores protectores que enseñen a los jóvenes a tener resiliencia social, es decir, que aprendan a salir bien de circunstancias desfavorables.

Círculo vicioso

Las personas son extensiones de lo que han sido su familia y la sociedad, esto expresa que una persona que siente conducta de rechazo suele repetir el mismo modelo, comportamiento y traumas psico emocionales a una segunda o tercera generación.

Perfil

Los jóvenes que se sienten rechazados o poco amados tienden a ser personas irritables, con baja autoestima, con poco sentido de identidad familiar, poca valoración personal, que presentan trastornos de conducta, no manejan su tiempo libre y son vulnerables ante las adicciones al alcohol o el sexo; también desertan de los proyectos educativos con más frecuencia, lo que los revictimiza.

Observación: los nombre utilizados en este reportaje no son los reales, las historias si.

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