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Talento, disciplina y valores en la escuela de artes de la FARD

Fundada por el maestro Cándido Bidó en 1996, la academia se convertirá el próximo año en un centro cultural que, además de pintura, ofrecerá teatro, música y danza

Felices. Niños y niñas del taller infantil posan frente al último mural pintado por Cándido Bidó en 2011. El rostro del maestro fue incluido más tarde por el artista y docente Jorge Checo. Los pequeños le dijeron a LISTÍN DIARIO que les gusta pintar la naturaleza, aviones, carros y animes. ©Adriano Rosario/LD

Yaniris LópezSan Isidro, Santo Domingo Este

En la mansión donde residió Angelita Trujillo, hija del dictador Rafael Trujillo (1891-1961), funciona la Escuela de Artes de la Fuerza Aérea de República Dominicana Cándido Bidó Ventura.

La academia fue fundada en 1996 por el maestro oriundo de Bonao y en su honor le fue dado el nombre.

La quietud del paisaje que rodea el edificio, ubicado en la Base Aérea de San Isidro, contrasta con la fragua que se vive en los diferentes pabellones y espacios dedicados a la formación en artes plásticas. Allí, niños, jóvenes, adultos y mayores de diferentes estratos sociales y lugares de la provincia Santo Domingo dibujan, pintan, tallan, graban, modelan con arcilla o aprenden sobre creatividad, perspectiva, anatomía artística o historia del arte.

El trabajo se repite con el mismo rigor desde hace dos décadas.

“Han sido 20 años de mucho trabajo. Un trabajo que hemos llevado al nivel máximo, contra viento y marea y con el apoyo de diferentes gestiones, unas más que otras”, comenta el arquitecto y artista plástico Cecilio Ceballos, director de la escuela.

La historia del centro es conocida. Ceballos explica a LISTÍN DIARIO que se creó para los hijos de los militares pero a los cuatro años Bidó se dio cuenta de que había muchos niños y jóvenes fuera de la Base que tenían talento y la necesidad de ir a un centro como este.

Hoy la escuela es un referente cultural que, de acuerdo con Ceballos, trascendió porque fueron buscando la especialización, trabajando un pensum y un programa académico por niveles.

Lo que comenzó como una idea cuenta ya con 17 graduaciones de las que han surgido 78 artistas plásticos que se han insertado con éxito en la plástica dominicana.

Alrededor de 200 estudiantes se inscriben por año, para un promedio de unos 2,000 estudiantes formados durante estos 20 años.

Su guía académica es el Sistema Nacional de Formación Artística Especializada (Sinfae), la unidad del Ministerio de Cultura que implementa las políticas del Estado en términos de formación artística (danza, teatro, artes plásticas y música).

“Ellos son los que trazan el plan que formación en estas disciplinas. Nosotros asumimos ese plan desde el principio y esta escuela se rige por el mismo pénsum de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Lo mismo que se da Bellas Artes se da aquí. Inclusive nosotros, el equipo de la Escuela, ha logrado algo que no se ha hecho en el país: el plan académico formativo de la Escuela Nacional de Bellas Artes es diario, seis días a la semana; nosotros hicimos el mismo plan y lo que da Bellas Artes en seis días lo damos en tres: lunes, miércoles y sábados. Los días de semana comenzamos a las 2:00 de la tarde hasta las 6:00 y los sábados de 8:00 de la mañana a 2:00 de la tarde”.

Lo que allí se ve es una mezcla de talento, disciplina, rigor y compromiso con el arte y con los demás compañeros.

“Esta escuela se caracteriza por la disciplina porque una de las fases de la formación educativa aquí es formar en valores. Esta es la única escuela con un programa académico formal al que le antecede un taller infantil formativo. Bellas Artes, la escuela nacional nuestra, no tiene un taller infantil. Los jóvenes tienen que llegar allá con cierto nivel académico pero no tienen un nivel previo. Esa disciplina, esa responsabilidad, ese socializar y ese aplicar el conocimiento en base a principios y valores lo ofrecemos aquí”, dice el director de la academia.

Pequeños grandes artistas

El que fuera el cine de la mansión de Angelita Trujillo es ahora el taller infantil. Justo ahí comenzó la escuela, con doce alumnos y tres profesores. El colorido de las paredes, abarrotadas con los trabajos de los pequeños, refleja en parte el buen humor y la disposición que dedican niños y niñas a la tarea de crear.

Se les acepta a partir de los 6 años y luego, si así lo deciden, pasan a la escuela formal al cumplir los 14.

Incluso si no quisieran continuar los estudios, explica Cecilio Ceballos, el taller les sirve como actividad lúdica y de acercamiento a las artes.

“Tenemos 80 niños divididos en dos grupos que socializan con una actividad en común, el arte, y en grupos de diferentes estratos sociales”.

Pronto será una gran casa de la cultura

Bidó planteó para la FARD, tal y como lo hizo en Bonao, una escuela de arte que más tarde se convirtiera en un centro cultural donde además de pintura también se impartiera teatro, música y danza.

“Él fundó la escuela y la fue llevando a diferentes etapas: primero era cerrada, luego logró que se abriera a toda la comunidad. Más tarde pensó que hay niños buenos para la plástica, pero hay otros muy activos que son buenos para la danza y el teatro, y dijo: ‘Hay que abrir esas otras disciplinas’. Siempre luchó por conseguir un gran edificio parea estos fines”, sostiene Ceballos.

La escuela informa con beneplácito que el año que viene, si todo marcha bien y coincidiendo con el 70 aniversario de la FARD, será inaugurado el Centro Cultural Coronel Cándido Bidó Ventura. Se trata de un edificio de dos niveles que ocupará unos 700 metros dentro de la Base Aérea. Además de las aulas, constará de un museo que acogerá la colección de la escuela de artes. La construcción está en marcha gracias a un acuerdo entre la FARD y el Ministerio de Educación.

“Este centro sería la culminación del sueño del maestro Bidó. Y ojalá nosotros, aparte de darnos un buen edificio, que nos den todo el apoyo necesario para abrir dos tandas más. Incluso estamos dispuestos a dar clases dominicales”.

El futuro pinta promisorio porque, como dice Ceballos, el actual comandante general de la FARD, mayor general piloto Luis Payán Díaz, es un amante, consumidor y practicante de las bellas artes.

RECURSOS. La escuela es gratis. La FARD se encarga del pago a los docentes, del mantenimiento de la planta física y de facilitarles los materiales a bajo costo a los alumnos. “Tenemos un plan: adquirimos materiales sencillos y los adaptamos. Por ejemplo, compramos frasquitos en una industria de plástico y se los vendemos a precios muy módicos”, comparte Ceballos.

¿DESEA COLABORAR? Como las ayudas siempre son bien recibidas, en la escuela necesitan esculturas de modelo para las clases (compran maniquíes viejos y los ensamblan para las clases) y ayuda de tipo tecnológico.

“La docencia en arte está de la mano con la tecnología, hemos tratado de implementar una videoteca y una biblioteca virtual, tenemos el espacio pero nos falta el apoyo tecnológico. Queremos conectar una cantidad de computadoras para visitas online a los principales museos del mundo y para acceder a videoconferencias. Un maestro, en su taller, pone cualquier camarita y vía Skype nos va explicando cómo hace su técnica”.

En la escuela son receptivos a cualquier ayuda de personas que quieran, también, compartir sus talentos artísticos.

Percepciones

FEDERICO CUELLO. Para el reconocido artista plástico dominicano, maestro de la escuela desde hace 10 años, parte del éxito del centro radica en su personal docente.

“En eso le doy un voto de confianza al director. Cualquier flaqueza llega aquí, se reúne al personal docente inmediatamente y se hace el correctivo. Eso te permite que cuando llegas al curso te sientes bien porque la maquinaria funciona”.

Formado como artista plástico en Estados Unidos, Cuello comenta que entró a la escuela invitado por el maestro Cándido Bidó y quedó sorprendido.

“Esto es extraordinario. En una de las materias que doy, Artes Aplicadas, trato a mis estudiantes como si estuvieran trabajando en una agencia publicitaria. Soy muy estricto en el trabajo y al comienzo los estudiantes nuevos comienzan a flaquear. Esto es normal porque en un período escolar de nosotros, les doy prácticamente todo lo que se les da en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en cuatro años. Pero ya a la mitad del año escolar se vuelven locos con las clases…”. ROSALINA LORA MATOS se traslada a la escuela dos veces a la semana desde el kilómetro 14 de la autopista Duarte. A punto de graduarse, dice que no se arrepiente de haber dedicado cuatro años al centro de arte.

“Los sábados me tengo que levantar a las 5:00 de la mañana para llegar aquí antes de las 9:00. Los miércoles salgo a las 11:00 para estar acá a las 2:00 de la tarde. Salgo a las 5:00 y llego a casa a las 7:00 de la noche. Pero la experiencia ha sido muy grata. Los profesores, más que maestros, son como familia”. Rosalina estudia Derecho en la universidad. Le gusta la escultura, el tallado en madera y el modelado en arcilla.

ELIANA SÁNCHEZ, de 21 años y egresada de la escuela en la promoción de 2014, trabaja en el taller infantil con los adolescentes que pronto pasarán a la escuela formal. “Esta es mi casa. Siempre digo ‘casa’ porque es eso para mí. Desde que andaba con mi amiga Ámbar descalzas por aquí. Duré nueve años estudiando, porque comencé en el taller infantil y luego me uní a la escuela. Disfruto trabajar con los niños: son más arriesgados, no tienen ese miedo que tenemos los adultos a equivocarnos, ellos simplemente intentan y son. Eso los caracteriza”. Eliana tiene a su cargo 22 alumnos.

YOLAINE FRANCHELLE OGANDO. 11 años. Se unió al taller a los 7. “Me gustaba dibujar. Siempre me ha gustado dibujar porque podía expresar lo que sentía y podía también divertirme. Nuestra profe es muy buena, habla con nosotros, nos ayuda, siempre intenta enseñarnos”. Yolaine cursa el sexto grado de primaria y no sabe qué estudiará “de grande”. Las artes serían una estupenda opción porque, como dice Ceballos, “es una gran artista; sus pinturas y maquetas son impresionantes”.

FELÍCITA JÁQUEZ. Arquitecta, madre de cinco hijos y ejecutiva de la Cámara de Cuentas. Estudió artes plásticas aquí hace dos años. Al graduarse, no dudó en ofrecer de manera voluntaria sus servicios a la escuela, en el taller infantil. “Venía con mi esposo a traer a uno de los niños y dijimos ‘vamos a entrar a estudiar, ya que estamos esperándolo’. Me gusta colaborar con los niños porque es una forma de agradecer a la institución. Ha sido una experiencia excelente. Lo bueno de los niños es que en este período los dejas libre. A veces te dicen que quieren un Sol verde y hay que decirles ‘amén’. Comienzan a descubrir su talento desde temprana edad. Hay niños que hacen cosas tan increíbles que te sorprenden”.

MARTINA DE LOS SANTOS. Madre de José Rafael Gerardo (10 años). Llegó por referencia de una amiga. “A mi niño le gusta mucho la pintura, pero lo tenía estudiando inglés. Él mismo me pidió que lo pusiera en una escuela de pintura. Un día le hizo un retrato a una compañera de trabajo y todo el mundo me dijo que la pasión de José Rafael es la pintura. Y lo traje. Ya tiene dos años aquí. Desde el viernes en la tarde se prepara para venir a las clases. Me dice que el trato es muy bueno. Me gusta porque así comparte con otros niños. Vengo de Invivienda y por eso lo espero aquí. Hay padres que ven eso como una pérdida de tiempo. Me cuestionan que llegue a las 8:00 y me quede hasta las 12:00, esperándolo. Les digo que eso no es una pérdida de tiempo, que de esa forma los chicos socializan y aprenden a interactuar con los demás”. A Martina le acompaña su hija Gabriela, una pequeña de cinco años “que está loca por cumplir seis para empezar también las clases”.

PROFESORES DE LA ESCUELA. Rocío del C. Hidalgo, Juan Alberto García Toledo, José Peralta Rosario, Jorge Checo Blanco, José Federico Cuello, Rafael Rondón Mena, Juan Ant. Ciprián, Benito Cueva, Euler Leonardo Díaz, Eliana Sánchez Fontana, Rafael Hernández Peguero, Santana Liriano Hernández, Rafael A. Félix Tejada, Felícita Jáquez Romero, Olgaliz Ceballos Francisco, Eliana Sánchez Fontana y Orneris L. Cordero Morrobel.

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