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DÍA METEOROLÓGICO MUNDIAL

Gloria Ceballos, la mujer del tiempo

En el Día Meteorológico Mundial, LISTÍN DIARIO conversa con la primera mujer en dirigir la Onamet sobre su pasión por la Meteorología y los aportes de su ya histórica gestión.

Ingeniera civil y meteoróloga, Gloria Ceballos lleva 12 años al frente del Oficina Dirección Nacional de Meteorología. “La gente confía más en la institución”, dice. ©Glauco Moquete/LD

Ingeniera civil y meteoróloga, Gloria Ceballos lleva 12 años al frente del Oficina Dirección Nacional de Meteorología. “La gente confía más en la institución”, dice. ©Glauco Moquete/LD

Más que gustarle, le fascinan las matemáticas. Desde cuarto grado de primaria se presentaba en sus cuadernos como la ingeniera Gloria Ceballos y su primera nota de álgebra, en primero de bachillerato, fue 100. Recuerda que guardó el examen porque el sorprendido profesor, que era muy exigente, le escribió una notita en el papel felicitándola.

La primera mujer en dirigir la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) desde que existe el cargo (1915) siempre supo que sería ingeniera. Era su ilusión, su norte.

Así que se inscribió en la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). En secciones de 70 hombres, solo se veían tres o cuatro mujeres, pero ella no compartía esas diferencias académicas de género, de que “era una carrera para hombres”. La tomó, pues, como un desafío.

¿Cómo llegó a la ciencia que por definición se encarga del estudio de los fenómenos atmosféricos? Para ayudarse con los costos de la carrera, a principios de 1979, comenzó a trabajar en el entonces Servicio Meteorológico Nacional, que en 1984 pasó a ser por decreto la Oficina Nacional de Meteorología.

Laboró en el departamento de Climatología como auxiliar calculista, gracias a sus conocimientos matemáticos. Allí hacía las desviaciones meteorológicas.

“Ahora se hace en dos minutos a través de la computadora, pero en ese tiempo se hacía manual, con una sumadorita, restando, que si la lluvia que cae es tanto y la del mes fue tanto la diferencia es la desviación. Si era negativa la poníamos con bolígrafo rojo y si era positiva con bolígrafo azul. Eso se llamaba contraloría de las lluvias”.

En ese momento, como no tenía ningún grado meteorológico, le recomendaron tomar el curso básico que ofrecía la institución, la de observador meteorológico, para que se preparara en el área de Meteorología.

Aquello era una especie de competencia, dice Gloria a LISTÍN DIARIO, porque el mejor estudiante era candidato a una beca para realizar estudios profesionales de Meteorología en España, una oportunidad que ofrecía el Ministerio de Relaciones Exteriores del país europeo.

Como el grupo que aspiraba al curso era muy numeroso (más de 100 estudiantes), se descartaban por exámenes hasta unos 40.

PRONOSTICADORA Con la ventaja que le daba su nivel medio de Ingeniería Civil, Gloria explica que puso todo su empeño, clasificó para el curso y ganó la beca.

Dirigía la institución el ingeniero Fernando A. Schrils. Ceballos resalta que la primera promoción de meteorólogos de República Dominicana, los que realizaron el primer curso técnico a finales de los 50, eran en su mayoría estudiantes de Ingeniería de la todavía Universidad de Santo Domingo. Entre ellos destacan los directores Antonio Cocco y el coronel Schrils.

Con un séptimo semestre de Ingeniería Civil, Gloria suspendió la carrera y se fue a estudiar Meteorología a España en 1981.

“La suspendí porque antes no era tan fácil. Ahora se consigue una beca y facilidad para viajar, pero en ese tiempo, siendo una muchachita todavía de 22 años, no era tan sencillo”.

Para entonces la Meteorología, incluso en Europa, era consideraba una carrera para hombres. De hecho, Gloria recuerda que cuando le preguntaban qué hacía allí y decía que estudiaba Meteorología, solían decirle: “Ah, vas a ser como el hombre del tiempo”, en referencia a un famoso meteorólogo que ofrecía este servicio en España. Ella respondía que no, que sería “la mujer del tiempo”.

El curso duró un año y de allá regresó con un grado profesional, como pronosticadora. Para esa época, el área de pronósticos no estaba en la sede central, sino en el Aeropuerto Las Américas.

LD: ¿Cómo se hacían los pronósticos? GC: El trazado de los pronósticos se hacía a mano. Por ahí andan los mapas. Todo eso que ahora sale de la computadora en un minuto, como quien dice, nosotros teníamos que hacerlo a mano, durante horas. Primero, el observador meteorológico ‘ploteaba’ los datos que iba recibiendo de las diferentes estaciones nacionales e internacionales y los iba colocando en un mapa. Luego, los que teníamos un grado más profesional nos correspondía trazar. Ahí veíamos las ondas tropicales, las vaguadas, los frentes fríos, y a partir de ahí hacíamos el pronóstico. Era bien tedioso, pero una lo disfrutaba. Una le dice ahora a estos muchachos, a los Millenials, que siempre se están quejando y exigiendo más, una le dice qué cómodos trabajan ahora, cuando una tenía que batallar tanto para hacer los análisis. Imagínate, los datos se recibían a través de un teletipo, porque no era por computadora, y alguien los transcribía a un papel para entonces empezar a trazar”.

LD: ¿Qué hacían con esa información, además de archivarlas? ¿Cómo la transmitían a la población? GC: Desde Radio Mil, una de las emisoras que más se escuchaban entonces, con una gran audiencia, llamaban siempre a la una de la tarde al aeropuerto y el pronosticador de turno les daba el pronóstico. También llamaban de Radio Popular. Eran competencia. Pero visitas de medios de comunicación como ocurre ahora, que vienen aquí y directamente transmiten, no existía esa facilidad. Lo que sí había era un meteorólogo, Jerez Wagner, del que después Freddy Beras Goico hacía una caracterización (vestido con un saco a cuadros), que iba a Radio Televisión Dominicana y allí, con un mapa, hablaba de las condiciones del tiempo. SU LEGADO Al regresar de España, Gloria retoma la carrera de Ingeniería Civil y trabaja en ambas profesiones. Por un tiempo se decide por la Ingeniería y la docencia. Desde 1988 y hasta su designación como directora de la Onamet, en 2005, dio clases en la Universidad Pedro Henríquez Ureña (Unphu) desde Matemática Básica y Estadísticas hasta Cálculo Diferencial Integral.

Confiando en su preparación y experiencia, en 1996 presenta al gobierno su interés de dirigir la Onamet, meta que consigue a finales de marzo de 2005.

Son 12 años ya al frente de la institución, y aunque prefiere que otros hablen de sus logros, Ceballos resume algunos aspectos que marcarán su ya histórica gestión. Le preocupaba el descrédito público de la Onamet, al punto de que en lugar de Meteorología la llamaban “Mentirología”; el poco incentivo económico que recibían los técnicos y empleados, el poco interés que generaba el oficio entre los jóvenes y la poca intervención de los meteorólogos en proyectos de investigación.

¿Qué hizo? Aprovechó que realizaba una maestría en Alta Gerencia y decidió cambiar la cara de la institución. “Independientemente del grado profesional que tengas en determinada área, si no manejas la gerencia te fuñes. Hice una especie de análisis FODA de la institución y pese a que había muchas debilidades, contábamos un recurso humano muy bueno, meteorólogos formados y dedicados”, expresa.

Entonces gestionó un aumento para los empleados, mejoró la estructura física del edificio y se ha dedicado a promover la investigación científica y a mejorar la percepción de la población hacia la entidad.

“Veía cómo en los países de Europa la Meteorología incidía tanto en la parte de la investigación y pensé que teníamos que desarrollar esa parte”.

En lo adelante, dice Ceballos, tratan de crear sinergia con las universidades, sobre todo aquellas que tienen facilidades de proyectos de investigación a través del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT).

“Actualmente hay fondos para hacer investigaciones, especialmente los relacionados con el cambio climático. ¿Y dónde descansan los archivos que sirven de banco de datos para los investigadores? Aquí. Pero los investigadores venían, cargaban con los datos y se iban. Ahora exigimos que en estos trabajos se involucre al personal técnico nuestro y se les dé el crédito en la investigación”.

En la actualidad, además, detallan con mayor minuciosidad las informaciones del tiempo para los operadores turísticos, pescadores e instituciones que hacen uso de los recursos del mar. Otro de los logros, señala, es haber conseguido que la gente se interese por el tiempo, lo que han logrado mediante la explicación llana de los temas meteorológicos y el acercamiento a través de las redes sociales.

Su trabajo en Onamet también ha impulsado el interés de la mujer y de los jóvenes en la Meteorología.

A MEJORAR Uno de los grandes retos de la institución sigue siendo mejorar la alerta temprana, afirma Ceballos, para lo cual hacen falta más estaciones automáticas y un radar para la región Nordeste que estaría ubicado en la provincia de Montecristi.

“Aspiramos a que en los principales municipios existan estaciones meteorológicas bien equipadas, mientras que con un radar en Montecristi podríamos brindar asistencia a Haití”, sostiene.

38 AÑOS DE UNA PASIÓN Gloria cuenta que su pasión por la Meteorología nació justo cuando hacía el curso básico en la sede de la hoy Onamet, con un evento que le marcó: el paso por el país del huracán David, el 31 de agosto de 1979.

“Estábamos a mitad del curso y el profesor de Meteorología Tropical nos dijo: ‘Se formó una perturbación en África y tiene mucho potencial para desarrollarse como huracán; yo quiero que ustedes me hagan un trabajo sobre esa perturbación atmosférica, que le den seguimiento’. Y me tocó vivir el seguimiento de ese monstruo que fue el huracán David. Vivirlo todo, desde que se formó la perturbación, saliendo de África, hasta que impactó. Teníamos mucha pasión por hacer bien el trabajo, por buscar datos, y le dábamos mucho seguimiento a las informaciones que se generaban”.

El 31 de agosto se encontraba en el edificio de la institución, tomando medidas mientras se acercaba el fenómeno, chequeando la presión barométrica.

Lo narra de esta forma: “A medida que la presión barométrica bajaba, indicaba que el fenómeno estaba más cerca. Veíamos esa presión barométrica descendiendo, descendiendo. Y una también asustándose. Veíamos las hojas de zinc volando. Te estoy hablando de finales de los 70; imagínate cómo estaban las condiciones de las casitas por aquí, en Los Mameyes. La única estructura sólida era esta edificación, construida por Trujillo en los años 50. Para acá cogía a refugiarse toda esa gente cuando las hojas de zinc comenzaron a volar, despavoridos. Al principio no había tanta información para la población. Se hablaba de que se acercaba un huracán, pero la gente no tenía idea de los daños que podía causar un fenómeno de esa naturaleza, porque el último que causo tanto daño fue San Zenón, en 1930, había pasado mucho tiempo. Ahí yo le tome pasión a la Meteorología.

“Mucha gente dice que cuando hablo de los fenómenos meteorológicos o de un huracán los ojos me brillan. No es que una quiera que ocurran, es que son eventos tan dinámicos que tienes que tenerlos pendientes. Ese mismo huracán David, en un momento aquí se llegó a decir que estaba dando saltos, porque se acercó mucho a la costa de Santo Domingo y sin embargo penetró a tierra entre Baní y Ocoa. Aunque el ojo no pasó por aquí, la destrucción fue extraordinaria; era categoría 5, es el más fuerte que nos ha afectado”.

LD: La Meteorología no parece ser una carrera de riesgos. GC: Mira si es de riesgo que es un trabajo permanente. No te puedes descuidar. En mi caso, te puedo decir con toda garantía que no he podido tomar vacaciones. Como funcionaria no he podido decir esta semana me voy a tomar vacaciones porque estamos tranquilos, no tenemos huracanes. Es que no. Si se presenta una sequía tienes que estar aquí para dar explicaciones de por qué está ocurriendo, si está lloviendo de manera considerable también; si se forman fenómenos extremos que amenacen el territorio nacional, aunque no sea un huracán, igual. En este país, por la ubicación geográfica, se puede decir que durante todo el año tenemos algún evento meteorológico al que darle seguimiento. Y ahora mucho más, con el asunto del cambio climático. Ahí tienes el caso de noviembre pasado, en 2016, de lluvias que se generaron en el Norte, de una magnitud extraordinaria y que en muchas estaciones superaron los valores que teníamos en los registros”.

A MANO Hasta finales de los 90, las curvas isoyetas de los planos cartográficos se dibujaban a mano con una especie de chinógrafo. “Ahora la tenemos más fácil, pero aquello era también fascinante. Nos tomaba toda una mañana. Primero se recibían los datos de las diferentes estaciones. El observador meteorológico asentaba el dato y luego nos transfería a nosotros esos valores para que hiciéramos los trazados”.

‘LA FECHA’ Este año, el tema para celebrar el Día Meteorológico Mundial es “Entendiendo las nubes” con el interés, informa la ONU, de “resaltar la enorme importancia que revisten las nubes para el tiempo, el clima y el agua”. En República Dominicana suele celebrarse la semana meteorológica y para la ocasión, informa Gloria, se realizarán tallares recurrentes. “Aprovechamos para traer aquí a la sede central a los observadores climatológicos que están diseminados por toda la geografía nacional, más de 50”.

DEPENDENCIA Desde 1933, la oficina encargada de ofrecer los servicios meteorológicos ha sido dependencia de las Secretarias de Agricultura, Fuerzas Armadas, de Comunicaciones y Transporte, Obras Públicas, Técnico de la Presidencia y, desde 2003, de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (convertido en Instituto Dominicano de Aviación Civil, IDAC).

La carrera de Meteorología no existe en el país, aunque ha habido intentos para establecerla. Los interesados se forman profesionalmente en España, Costa Rica o Argentina.

Gloria Ceballos compara el trazado a mano del mapa de superficie de su autoría correspondiente al 25 de enero de 1984 con un mapa actual de satélite realizado de manera digital y mostrado en la pantalla del computador. Glauco Moquete/LD

Un evento marcó la vida de Gloria Ceballos que acrecentó su interés por la Meteorología: el paso del huracán David por el país, el 31 de agosto de 1979. Glauco Moquete/LD

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