La Vida

¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

Impunidad cristiana

Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Primer domingo de Cuaresma. Comienzo de un tiempo fuerte para fortalecer nuestra fe. Y qué es lo que vemos en este Evangelio, simplemente las tentaciones a las que nuestro Señor Jesucristo tuvo que enfrentarse para traernos la justificación y la vida. ¿Qué nos enseña Jesús hoy? Pues que todos podemos enfrentar el mal y salir victorioso de eso.

Las tentaciones que tuvo Jesús fueron las mismas con que también nosotros somos tentados continuamente.

1. La tentación física: haz lo que se siente bien. Jesús estaba ayunando por lo que fue tentado con el pan.

2. La tentación emocional: cuestionar el amor de Dios. Fue llevado a lo más alto de un monte, para que se tirara y demostrara que Él era el Hijo de Dios. Era una tentación para probar el cuidado del Padre hacía Él.

3. La tentación del control: apoderarse del trono. Fue tentado con el control de todos los reinos del mundo.

A todas las tentaciones las venció. No cayó en ninguna. Porque su voluntad estaba en el Señor todo el tiempo. No desmayó a pesar de haberse debilitado por esos 40 días en el desierto sin comer ni beber día y noche, porque el Señor estaba con Él.

¿Qué debemos aprender de esto?

Nadie está exento de la tentación. La tentación no es lo mismo que pecado. Se responde a las tentaciones con la palabra de Dios. Se resiste al mal con el poder del Espíritu Santo buscando hacer la Voluntad de Dios.

Es verdad que Jesús nos dice que debemos de perdonar hasta 70 veces 7, también nos dice: “No piensen que he venido a echar abajo la Ley ni los profetas, sino a dar cumplimiento.” (Mt 5, 17)

“La Sagrada Escritura habla más de 800 veces de justicia y del “justo”. La justicia es una virtud que pone en orden nuestras relaciones con Dios y con los demás; hace que respetemos mutuamente nuestros derechos; hace que cumplamos nuestros deberes.

¿Qué nos dicen las Sagradas Escrituras sobre la impunidad? En el Levítico, Dios dice a Moisés que todo aquel que traspase alguna de las prohibiciones del Señor, haciendo algo prohibido, tendrá que realizar sacrificios expiatorios o sacrificios penitenciales.

En cuanto a fraudes contra el prójimo, el Señor dijo a Moisés: “El que cometa un delito contra el Señor defraudando a su paisano, en concepto de depósito, préstamo, robo, explotación o apropiación con perjurio de algo perdido, -uno de los pecados que suelen cometer los hombres-, pecando e incurriendo en reato (obligación de expiar la pena correspondiente a un pecado) deberá restituir lo robado, lo ganado con explotación, el depósito o apropiación de algo perdido o cualquier caso de perjurio. Lo restituirá por completo con recargo de un 20 %, y se lo devolverá al propietario al ofrecer el sacrificio penitencial”, (Levítico 5, 20-24). ¿Es eso impunidad? Al mal, hay que controlarlo definitivamente. ¿Qué ha pasado con nuestra sociedad? ¿A dónde se han ido a esconder los “cristianos”? ¿Qué nos ha llevado a la impunidad? ¿El miedo? El Señor también nos ha dicho que no tengamos miedo, que nada hay cubierto que no deba descubrirse, ni nada escondido que no deba saberse; lo que les digo de noche, díganlo en pleno día, y los que escuchan al oído, pregónenlo desde la azotea”. (Mt 10, 26-27) Entonces, ¿a quién tememos? Y si sabemos, ¿por qué callamos?

Vamos a aprovechar este tiempo de Cuaresma para luchar contra la impunidad incluso en nuestras propias actuaciones, con nuestra propia familia, y con la misma sociedad. Vamos a evitar la tentación de querer vivir haciendo fiesta de nuestro propios errores. Vamos a cambiar, a pesar de nuestras propias debilidades, como hizo Jesús en el desierto.

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