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CONDICIÓN

Limitación se tornó en bendición

El nacimiento de dos hijos con discapacidad auditiva en el seno de una familia pastoral atrajo a la iglesia a más personas con esta condición

Magdiel y Carmen Taveras junto a sus hijos Pablo, Josabet, Priscila y Esteban. Pablo y Priscila (primero y quinta desde la izquierda) tienen discapacidad auditiva y su condición fue el germen que, con el tiempo, tuvo como fruto la creación del Ministerio de Sordos “Efata”.

Magdiel y Carmen Taveras junto a sus hijos Pablo, Josabet, Priscila y Esteban. Pablo y Priscila (primero y quinta desde la izquierda) tienen discapacidad auditiva y su condición fue el germen que, con el tiempo, tuvo como fruto la creación del Ministerio de Sordos “Efata”.

Pablo Taveras Cueto tenía apenas meses de nacido cuando sus padres, Magdiel Taveras y Carmen Cueto, notaron que algo no andaba bien. El pequeño, segundo hijo de la pareja, nacido en 1992, no reaccionaba ante los sonidos.

Aunque su pediatra descartó cualquier problema, Magdiel y Carmen buscaron una segunda opinión para, finalmente, dar con un diagnóstico: Pablo tenía discapacidad auditiva.

Tras el desconcierto inicial (debido a la noticia misma y a la manera en que se la comunicaron: “Este niño está tan sordo como el piso”, les dijo el especialista que lo evaluó), la pareja encontró aliento en su fe.

Magdiel, pastor de la Iglesia Nuevo Testamento del ensanche La Fe, recuerda que tras conocer la condición de su hijo, cuyo segundo nombre es Lemuel, volvió a leer el pasaje bíblico en que se menciona al rey homónimo. Hubo una frase que le impactó de manera especial: “Abre tu boca a favor del mudo”, reza en el libro de Proverbios.

“Pablo vino con un propósito en la vida -afirma- y eso nos dio fe para esperar los propósitos de Dios”.

Ese propósito todavía no estaba del todo claro para la pareja cuando, en 1997, dieron la bienvenida a Priscila, su tercera hija. Ella también nació con sordera. A dos meses de su nacimiento ya había sido diagnosticada.

Con dos hijos sordos, Magdiel y Carmen redoblaron sus esfuerzos (procuraron que sus retoños recibieran educación especial y aprendieron el lenguaje de señas) y desarrollaron un afecto especial por esta comunidad.

Lo que en principio pareció una limitación, con el tiempo se tornó en bendición, y de nuevo cobraron sentido las palabras que el apóstol Pablo escribiera a los cristianos de Roma: “A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien”.

Como hijos de pastor, Pablo y Priscila crecieron haciendo vida de iglesia y a su congregación comenzaron a acercarse amiguitos con su misma condición y sus familias que dominaban el lenguaje de señas.

El servicio público en la congregación comenzó a contar con traducción en lenguaje de señas y con el paso del tiempo nació el Ministerio de Sordos “Efata”.

“Sé abierto”

En el segundo nivel del local que ocupa la Iglesia Nuevo Testamento en el ensanche La Fe, Arturo Peralta da gracias a Dios por permitirle a él y a una docena de jóvenes más reunirse a estudiar la Biblia.

Como en el salmo 19, “no hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz”. No obstante, al concluir la oración, todos en el grupo colocan su puño derecho con el pulgar hacia arriba sobre su palma izquierda. Dicen “amén”, o “así sea”, en lenguaje de señas.

Los miembros de “Efata” (el término arameo usado por Jesús al sanar a un sordo, según relata el evangelista Marcos, significa “sé abierto”) han comenzado a congregarse cada martes para estudiar la Biblia.

¿Por qué programar una reunión exclusiva para sordos cuando las personas con discapacidad luchan por la integración? Porque la comunicación entre ellos es más fluida y cuando se valen de un intérprete se pierde parte del mensaje.

“Muchas personas sordas no pueden entender lo que se predica en las iglesias”, dice Arturo, líder principal del grupo y quien tiene a su cargo el estudio semanal.

Su hermana Georgianna es un ejemplo.

Como Arturo, Georgianna nació con hipoacusia, una disminución de la agudeza auditiva, y aunque abrazó la fe en 2008 en otra congregación, llegó a Nuevo Testamento al saber que los cultos contaban con interpretación en lenguaje de señas.

Integración

Para enseñar a personas con discapacidad auditiva no basta con dominar el lenguaje de señas. El apoyo visual (presentaciones en PowerPoint, videos, obras teatrales...) ayuda a fijar el mensaje.

“Los sordos entienden más claro por la vía visual”, comenta Arturo, quien fue bautizado en 2010.

Congregaciones en Santo Domingo, Santiago, Bonao, Moca, Higüey y Puerto Plata, entre otras localidades, cuentan con actividades especiales para personas sordas.

No es de extrañar, considerando que la iglesia siempre ha sido un lugar al que llegan personas con discapacidad. A Jesús acudían ciegos, sordos, mudos, cojos...

Y como atestigua el pastor Magdiel, los sordos no van a la iglesia únicamente a recibir lo que otros tienen para dar. “Son cristianos comprometidos que se integran a las otras actividades de la iglesia”.

La noche del pasado martes los miembros de “Efata” (su número suele oscilar entre 30 y 50 personas) no solo participaron en su propio estudio; tuvieron a su cargo la dirección del culto al que estaba convocado el resto de la congregación.

Mientras uno de los jóvenes leía la Biblia y oraba en lenguaje de señas, un miembro de la iglesia traducía para los oyentes. A seguidas, se les unió una risueña Georgianna para dirigir, también en lenguaje de señas y con las canciones de fondo, el tiempo de las alabanzas.

“Los sordos”, dice esta joven, “pueden alabar aunque no escuchen”.

Mensaje. Grupos eclesiales comparten el mensaje del amor de Dios con personas que tienen discapacidad auditiva. Un saludo típico en lenguaje de señas que significa te quiero.

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