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Tuberculosis renal

La tuberculosis renal es la forma más frecuente de las tuberculosis extrapulmonares. Se encuentra de un 10% a 27% de todas las tuberculosis. El Mycrobacterium tuberculosis es el patógeno habitual. Predomina más en el sexo masculino. La afectación a nivel renal es el resultado de una diseminación hematógena miliar de un foco pulmonar activo, o bien de una lesión crónica reactivada. Cursa de forma asintomática (sin síntomas) durante un largo período de tiempo hasta que provoca la destrucción del riñón. En esta fase puede ser que la lesión pulmonar esté curada o en fase crónica. Se observan lesiones renal y pulmonar simultáneas en el 66% de los casos nuevos. La prevalencia de la tuberculosis genitourinaria en los últimos 50 años, ha disminuido en países de Estados Unidos y Europa, y en la actualidad los casos de incremento se deben a los casos de pacientes portadores del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y en los casos de tratamientos inmunosupresores, como ocurre en los pacientes trasplantados. Las alteraciones o síntomas clínicos, que con frecuencia son insidiosos, presenta como síntomas más frecuentes, dolor lumbar, piuria estéril (pus en la orina) y hematuria (sangre en la orina) no responde a tratamiento con antibióticos, y el urocultivo es negativo a gérmenes habituales. Hay síntomas como fiebre, tos, hemoptisis (expectoración con sangre) o pérdida de peso se observa en una minoría de los pacientes en uno de cada cinco. La mayoría de los pacientes presenta una reacción a la tuberculina positiva y el cultivo de orina es positivo al bacilo de Koch o Mycrobacterium tuberculosis, que es el germen causal de la enfermedad confirmando el diagnóstico. En el hombre es frecuente que se asocie a una epididimitis (inflamación de epidídimo) y menos frecuentes a una prostatitis (inflamación de la próstata. Otra complicación de la tuberculosis renal es la hipertensión arterial refractaria, producida por la isquemia y liberación de renina. El diagnóstico de la tuberculosis genitourinaria se sospecha en pacientes con síndrome urinario bajo, con cultivo de orina estéril y antecedentes de tuberculosis pulmonar. Como antes mencionado el diagnóstico, se confirma por la prueba de tuberculina, dando una reacción positiva a esta y con urocultivo (cultivo de orina) positivos a la presencia del bacilo de koch. La tuberculosis renal en estado avanzado tiene como consecuencia daño renal con fibrosis y destrucción del parénquima renal y dilatación de los cálices renales. El tratamiento es prolongado con antibióticos antituberculosos. La enfermedad diagnosticada a tiempo evita daño renal, ya que deja cicatrices y calcificaciones renales con extensión al espacio perirrenal con formación de abscesos y fístulas. La lesión de granuloma, que posteriormente se caseifica, se necrosa y se ulcera produce destrucción del parénquima renal. Se observa por estudios ecográficos en enfermedad renal avanzada. Se tienen que tomar en cuenta síntomas y signos presentados, ya que esta enfermedad puede simular otra patología.

Dra. Martha Bello Médico Nefróloga de la Fundación Ashley Baquero Fundación Baquero

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