La Vida

ARTES PLÁSTICAS

El realismo mágico de Federico Cuello

El dominicano expone Diálogos en el Museo de las Casa Reales, una muestra en la que invita a reflexionar de la mano de su 'vestuario mágico'.

Federico Cuello junto a la obra “Vendedores de ilusiones”. FOTOS: YANIRIS LÓPEZ

El artista visual Federico Cuello presentó su primera individual en 1991 en Casa de Bastidas.

“¿Y qué es esto, Cuello?”. La pregunta se la hizo el mismísimo profesor Juan Bosch, la primera persona en presentarse a la muestra. Luego de la explicación, Bosch le dijo: “Pero esto es extraordinario. Yo le auguro a usted éxito dentro de las artes con ese estilo que tiene”.

El augurio se cumplió.

Cuello, que venía de la dirección de artes y la creación publicitaria, dice que con el tiempo depuró el estilo, pero se mantuvo fiel a ese realismo mágico que ha marcado su obra y que tanto llamó la atención de Bosch, una tendencia que el también pintor dominicano Gabino Rosario define como la creación de “un ámbito en que realidad y fantasía se combinan para dar por resultado una atmósfera enriquecida con los recursos de la fantasía, pero sin distorsionar las figuras y formas”. 

Esa atmósfera es la que está presente en Diálogos, la muestra inaugurada por Cuello el pasado miércoles en la sala de exposiciones del Museo de las Casas Reales: quince obras en diferentes formatos que “hablan” y transmiten un mensaje.

TRAGEDIA Y BELLEZA

Diálogos, para el artista plástico dominicano Vladimir Velázquez, presenta un estilo figurativo y preciso “en donde la fantasía, la belleza y hasta la crítica social conviven armónicamente mostrando atisbos de una naturaleza que la sociedad humana constantemente devora en pos de un desarrollo jamás conseguido”.

¿Y por qué enviar un mensaje tan desalentador a través de obras de gran belleza visual? 

“Porque es una realidad -responde Cuello a LISTÍN DIARIO-. Es lo que está sucediendo. Aunque sea triste admitirlo, es negativo lo que estamos viviendo; es una tragedia lo que está pasando entre el hombre y la naturaleza. Y uno necesita darle un vestuario que sea digerido, agradable”. 

Ese vestuario lo logra rompiendo sus habituales monocromías azules y marrones con detalles cargados de color y creando un escenario en el que los personajes y los seres inanimados dialogan entre sí con otros personajes o con un paisaje imaginario que se encarga de transmitir sus más hondos anhelos. 

Aquí los sueños se ven reflejados en una luz que no es la del sol, sino de esperanza. Y cada obra habla a su vez con el espectador: desea decirle algo, entablar con él una conversación.

“Es un diálogo constante entre la naturaleza y sus habitantes. Es llamar la atención de que nosotros, en aras de un llamado progreso, hemos ido destruyendo nuestros recursos”. 

Las casas que se desprenden de la tierra y se elevan hacia el cielo aluden a la migración lenta del campesino a la ciudad: “El campo se va”, explica Cuello.

Espectadores contemplan un paisaje campestre que ya no existe (Recuerdos I), “pero que te dice que eso que contemplan y que fue suyo alguna vez estuvo ahí”, comenta.

Y la casa suspendida en lo alto sobre un árbol que le sirve de pedestal “te habla de cómo en un futuro observaremos como una obra escultórica, como una herencia lejana, esa casa del campesino”.

Sin embargo, con todo y la melancólica interpretación que el público pudiera dar a cada obra de Diálogos, el profesor de artes y miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (Codap) asegura que se trata de un mensaje de esperanza.

“Estoy tocando las raíces de lo que de una forma u otra está desapareciendo. No puedo pintar sueños si no es basado en una realidad. Un pajarito viendo a un hombre que va caminando buscando la luz indica que ese hombre todavía tiene la esperanza de que, en su campo, con el trabajo que realiza, puede lograr sus sueños; que puede ser el sueño de que su hijo vaya a la universidad, por ejemplo, pero son sus sueños”.

Lo mismo pasa con los personajes del mercado presentes en sus lienzos. “Son vendedores de ilusiones. Venden ilusiones esperando lograr algo mejor”, sostiene.

NATURALEZA Y ARTE

La última vez que Federico Cuello presentó una individual fue hace siete años. Entre tanto participó en muchas colectivas nacionales e internacionales. Ahora regresa por 15 días a Casas Reales con su realismo mágico caribeño, con sus personajes y escenarios de siempre: campesinos, trabajadores en su diario vivir, mercados, monocromías salpicadas de color, árboles de ramas geométricas y sus inconfundibles montañas de puntas desiguales siluetadas en lontananza.

Es un contraste entre arte y oficio, porque amén de su marcada tendencia mágico-surrealista, cada obra de Diálogos refleja en sus detalles la pasión y el respeto que Cuello siente por la naturaleza, sus recorridos por el país y su experiencia como gran pescador en las aguas de su natal Barahona, actividad que realizaba hasta hace unos cinco años.

“Los fines de semana me iba a la Punta del Curro, un trayecto de casi 20 kilómetros desde el puerto de Barahona. Nos íbamos en yolas artesanales. Allí nos encontrábamos con peces voladores. Y así como hay peces que salen y respiran fuera del agua durante la marea alta, así como hay animales que han ido transmutando, como la culebra y el cocodrilo, estamos asistiendo a la transmutación de los peces. Los lagos desaparecen y los peces quedan debajo de la tierra, como se ve en el Parque Nacional Serengueti, en África, donde en los casos de grandes sequías muchos peces se quedan debajo de la tierra, crean bolsones de agua y aire y allí se mantienen una temporada hasta que vuelven las lluvias. Eso es un claro aviso de que estamos degradando los ríos”.

Por eso en “Diálogos” los peces ‘hablan’ de una transmutación provocada por la degradación. Ejemplares que se pescan debajo de la tierra, como sugiere “La pesca milagrosa”, un cuadro creado hace varios años a partir de la imagen de su hijo y que Cuello intervenido para mostrar en la exposición.

DE INTERÉS

Poesía. Cada obra de Diálogos está acompañada de un poema que el diseñador gráfico y poeta Peniel Ramírez escribió de manera exclusiva para la exposición.

Homenaje a Bidó. Federico Cuello mantuvo una amistad muy especial con Cándido Bidó. Ambos compartían el cumpleaños de Cuello horas antes de la muerte del profesor, ocurrida el 7 de marzo de 2011. Cuello quiso hacerle un homenaje con esta obra en la que mezcla su propio estilo mágico-surrealista con el estilo inconfundible del maestro Bidó.

Lugar.
El Museo de las Casas Reales está abierto de martes a domingo de 9:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.