La Vida

REHABILITACIÓN

La conmovedora historia de Pepe y Juanita

La rehabilitación de la pareja de manatíes en el Acuario Nacional ha sido exitosa y sorprendente. ¿Qué sigue ahora? ¿Los liberarán o los mantendrán en cautiverio?

Llegaron moribundos al Acuario Nacional en 2012, con las marcas de los arpones de los pescadores lacerando sus todavía frágiles cuerpos. Juanita ingresó primero, rescatada en julio de ese año en Bayahíbe. Pepe arribó meses después, en noviembre, desde Haina. Ambos tenían tres meses de edad, pesaban menos de 70 libras y su estado era tan grave que pocos confiaban en una recuperación. Un trajín que ya cumplió 30 meses se inició entonces en el acuario, que también funciona como Centro de Rescate y Rehabilitación de Especies Acuáticas de República Dominicana. Los biólogos, médicos veterinarios y voluntarios los trataron desde el primer momento como a pacientes en cuidados intensivos. Quince heridas por punzones se contaron en el cuerpo de Juanita, y Pepe defecaba una especie de detrito parecido -dice Francisco de la Rosa, encargado de la clínica veterinaria del acuario- a los residuos del fondo de un pozo séptico. “Tuvimos que lavarle el recto por mucho rato y por varios días para poderle extraer todo ese material arenoso y negro que le salía”, comenta el médico veterinario a Listín Diario. La rehabilitación de la pareja de manatíes ha supuesto una gran inversión en alimentación, medicamentos e infraestructura. ¿Por qué hacerlo? Porque el manatí antillano (Trichechus manatus), un herbívoro marino nativo del Caribe que suele habitar en los estuarios y costas en aguas poco profundas, se encuentra en peligro crítico de extinción. La población de La Hispaniola se estima en menos de 500 ejemplares. Salvar a dos, para los conservacionistas, es un aporte a la biodiversidad. Y sucedió que, pese a los malos augurios, luego de dos años y medio de atenciones Pepe y Juanita se encuentran fuera de peligro y se les entrena para una futura vida silvestre. La rehabilitación en tiempo récord de los manatíes y los aportes que este trabajo lega a la ciencia le ha merecido al equipo del Acuario Nacional el reconocimiento internacional. ¿Cómo lo lograron? “Se hizo un grupo de respaldo muy interesante. El Zoológico Nacional se mudó para acá con todo y director, y el Instituto Dermatológico también. Implementamos la experiencia del Dermatológico curando gente y logramos cicatrizar los blancos que tenían en el pecho. Esos médicos se rajaban a gritar”, cuenta De la Rosa. Alimentarlos fue y sigue siendo una odisea. Los manatíes comen cada tres horas y su aparato digestivo tiene que estar lleno desde la boca hasta el ano todo el tiempo. Son amamantados hasta los dos años (el destete comienza al año y medio) y en su estado natural se alimentan de Thalassia syringodium o yerba de manatí. Luego de la llegada de Pepe y Juanita, el acuario ha reportado la muerte de 10 manatíes en manos de pescadores. Algunos de esos animales les sirvieron, luego de practicárseles varias intervenciones bromatológicas, para formular la dieta de Pepe y Juanita, consistente, además de la yerba marina, de leche, vegetales, hortalizas y frutas. Como deben comer muy seguido, el consumo de unas 500 libras de productos de esta última dieta supone un gasto de unos 12,000 pesos diarios. Además, 14 kilogramos de Thalassia syringodium se les coloca diariamente en tubos en el fondo del estanque para irlos acostumbrando a su ambiente natural y obligarles a que bajen a buscar su alimento. “Ese es el pasto que obligatoriamente debemos darles para manejar su flora intestinal. Si no, estaríamos inhabilitándolos para vivir en vida libre”, dice De la Rosa. NO SON ANIMALES EN EXHIBICIÓN¿Cuántas personas cuidan a Pepe y a Juanita? “¡El acuario entero!”, responde el biólogo Bienvenido Marchena, encargado del departamento de Conservación. Todas las noches amanece una persona para darles de comer y vigilarlos y cada tres meses se les practica una batería de exámenes. “Los análisis de sangre nos van indicando qué está faltando en su dieta y la ajustamos para evitarles anemia”. Ya pesan 1,000 libras cada uno. Del pequeño estanque donde recibieron las primeras atenciones fueron trasladados a una alberca grande, pero esta no tenía visor, así que no podían ver el comportamiento de los manatíes debajo del agua, su relación como pareja y cómo se alimentaban. Un nuevo albergue con visor les acogió y allí se encuentran, preparándose para su futura vida silvestre. Por supuesto, dice Francisco de la Rosa, la alberca les sirve como observatorio porque no cuentan con otra infraestructura. “El lugar no reúne las condiciones para tener animales en cautiverio, porque el requerimiento para esos animales es muy alto. Nosotros nos encargamos de que sean adecuadas. Tener animales confinados en condiciones estrechas atenta contra su bienestar”. El caso de Pepe y Juanita es diferente al de Tamaury, el manatí que durante 12 años fue considerada la mascota del Acuario Nacional, hasta su muerte en abril de 2007. “Pepe y Juanita no son animales de exhibición del acuario, se están rehabilitando. Los sometimos a un proceso de observación y seguimiento y eso se lo explicamos a los visitantes”, explica la directora del Acuario Nacional, Juana Calderón. Para tocarlos, el personal y los visitantes deben seguir un protocolo de seguridad. ¿VIDA SILVESTRE O EN CAUTIVERIO?Treinta meses han pasado y el personal del Acuario Nacional (AN) se enorgullece del trabajo logrado por un equipo conformado solo por dominicanos en la rehabilitación de Pepe y Juanita. La experiencia con los manatíes les ha permitido elaborar protocolos de manejo clínico y nutricional para estos animales que no existían en el país. “Tampoco había una dieta probada en animales ni fórmulas lácteas para animales huérfanos. Nosotros estamos ya en condiciones de recibirlos, curarlos, rehabilitarlos y enviarlos al agua de nuevo”, asegura Bienvenido Marchena, encargado de Conservación del AN. Con el tema clínico, señala el médico veterinario Francisco de la Rosa, ya cuentan con los valores de referencia sanguíneos para manatíes de República Dominicana confirmados por analíticas de 22 pruebas. “Ya sabemos cuáles son los valores normales para el país, en qué rango el animal sobrevive. Y en el tema de manejo, toda la experiencia que se tuvo con animales anteriores la hemos resumido aquí y no solo con nuestros animales, sino con casos que han ocurrido en Jamaica, México y Puerto Rico. Hemos hecho un gran aporte y aunque esa información aún no ha sido publicada, la estamos procesando porque es mucha, una producción diaria de información”, explica De la Rosa. El gran aporte, resume Marchena, es que el país ya cuenta con una base de datos de referencia con la que se puede trabajar cualquier manatí que llegue a rehabilitación no solo aquí, sino también fuera. “Nadie esperaba esos resultados. Cuando fuera del país se enteran, nos consultan sobre cómo hemos logrado que sobrevivan y que crezcan tan rápido. Esa información va a salvar a muchos manatíes”. Un manatí puede vivir hasta 60 años en cautiverio, menos años en vida silvestre debido a las amenazas de la naturaleza, la contaminación y la caza. “Pepe y Juanita son los primeros individuos rehabilitados y curados solo por profesionales dominicanos -apunta De la Rosa-. El acuario se jugó la carta, nos animábamos diciendo: Estos animales son de aquí, vamos arriba”. ¿QUÉ TOCA AHORA, LIBERARLOS?Tras lograr la recuperación casi completa de la pareja de manatíes, el Acuario Nacional elabora actualmente el protocolo que contempla su liberación en una zona natural. “Parece sencillo tomar el animal y tirarlo al agua. Pero ahora hay que enseñarles a vivir en vida libre. Y eso se tarda no menos de un año. Tenemos el gran problema y la gran responsabilidad de enseñarles a esos animales a conocer lo que es el ruido de un bote y a que no vea al humano como parte de ellos”. Juana Calderón, directora del AN, agrega: “Estamos ahora mismo evaluando los lugares porque se requiere que haya interacción entre varias entidades estatales. Ya conocemos la experiencia de México, Puerto Rico y Costa Rica y es un proceso que puede durar entre uno y cuatro años de trabajo constante, abriendo espacios, llevando al animal al mar, a un lugar donde no salga del territorio”. Estero Hondo, en la costa norte del país, es el lugar que reúne más condiciones para recibir a Pepe y a Juanita, pero hay informes de que también allí los manatíes están siendo atacados. “Esperamos que todo el proceso sea exitoso porque sería muy cruel tirarlos al agua y que esa acción los lleve a la muerte. Porque ellos irán huyendo hacia el primer humano que aparezca, así sea el que tenga el cuchillo más grande”. ¿Y qué pasaría si, para evitar las amenazas de la vida silvestre, el público solicita que Pepe y Juanita sean dejados en el Acuario Nacional? En ese caso, dice De la Rosa, se deben de crear las condiciones que garanticen el bienestar de los animales, como instalarlos en una infraestructura mínima de 25 x 25 metros cuadrados y 5 pies de profundidad. “También nos han sugerido intentar con la reproducción, como han hecho México, Venezuela, Alemania y Portugal. Como ambos manatíes tienen la misma edad, es una posibilidad. Pero ya sea que se tome esa decisión o liberarlos hay que estudiarlo todo bien”. Calderón añade que de acogerse esta propuesta, corresponde al Estado (el Acuario está adscrito al Ministerio de Medio Ambiente) asumir una política ambiental para garantizar su bienestar. “Lo que sí queremos, si al final la decisión es liberarlos, es que se cumpla el protocolo y las recomendaciones para su manejo que estamos elaborando”. Una cosa tiene clara todo el personal del Acuario Nacional si el destino final de Pepe y Juanita es regresar al lecho marino: “El día que los liberen vamos a llorar y también vamos a celebrar porque vuelven a la naturaleza. Tendremos sentimientos encontrados. Nosotros somos sus padres y madres”, sonríe De la Rosa. EL RUIDO LES AFECTAEn la pasada edición del carnaval de Santo Domingo Este, el ruido en la avenida España afectó de tal manera a los animales del Acuario Nacional que Juanita permaneció durante 22 días sin comer. “Para alimentarla teníamos que vaciar la pileta todos los días, coger una manguera, ponérsela en el estómago y echarle comida. Eso fue traumático y no se podía hacer nada. Desesperados, hasta pensamos en tirarla al mar. Los animales son muy sensibles al ruido. Rogamos porque eso no vuelva a pasar”, comparte Francisco de la Rosa. Dada la inversión que conlleva la rehabilitación de los manatíes, Juana Calderón dice que están abiertos a cualquier tipo de ayuda, especialmente en infraestructura.

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