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NATALICIO DEL PATRICIO

Duarte tres poemas para recordarle

Juan Pablo Duarte (1813- 1876), ideólogo de la patria dominicana, no fue considerado nunca un gran escritor. Sus líricas mejor logradas, según los críticos, son las patrióticas y de guerra, de carácter descriptivo y dedicadas a los próceres, a la unión, a la paz y a la recién formada patria. “Los versos que escribió carecen de artificio y recuerdan, por la simpleza y sencillez, muchos de los mejores versos de Martí, quien también vivió una vida de angustia por la patria y quien también cantó con su lira apoyada s obr e las rodillas de los ángeles”, escribió Joaquín Balaguer en Historia de la Literatura Dominicana. Al conmemorarse hoy el 202 aniversario de su nacimiento, les recordamos con tres de sus composiciones poéticas, entre ellas su poema más popular, dedicado a la gente de Ozama. Romance Era la noche sombría, de silencio y de calma; era una noche de oprobio para la gente de Ozama. Noche de mengua y quebranto para la Patria adorada. El recordarla tan sólo el corazón apesara. Ocho los míseros eran que mano aviesa lanzaba, en pos de sus compañeros hacia la extranjera playa. Ellos que al nombre de Dios, Patria y Libertad se alzaran; ellos que al pueblo le dieron la Independencia anhelada. Lanzados fueron del suelo por cuya dicha lucharan; proscritos, sí, por traidores los que de lealtad sobraban. Se les miró descender a la ribera callada, se les oyó despedirse, y de su voz apagada yo recogí los acentos que por el aire vagaban. Unidad de las razas Los blancos, morenos, cobrizos, cruzados, marchando serenos, unidos y osados, la patria salvemos de viles tiranos, y al mundo mostremos que somos hermanos. UN GRITO DE LIBERTAD En 1865, cuando se enteró que el ejército español salía de suelo dominicano dando por terminada la Guerra Restauradora, Duarte escribió “Sirenas del río Ozama”: Cantad, alegres sirenas, las del Ozama en la orilla, que ya para él no hay cadenas ni ya para él hay mancilla. No os cuidéis de los cantares que aborta mi fantasía, ni de los negros pesares que rasgan el alma mía. Cantad, sirenas, cantad, cantad un canto por mí, que anuncie la Libertad al suelo donde nací.

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