La Vida

¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

Derechos de la niñez

Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Mañana se cumplen 25 años de haber ratificado el país la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Este es el tratado de Naciones Unidas a través del cual se enfatiza que los niños tienen los mismos derechos que los adultos y que, además, por no haber alcanzado el pleno desarrollo físico y mental requieren de protección especial. El 20 de noviembre de 1959 se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, que cuenta con 10 artículos. El primer Derecho del Niño es a la Vida. Pero, ¿estamos capacitados para permitirle su nacimiento, un desarrollo sano y armonioso en condiciones dignas para su existencia? ¿Estamos preparados para poder ofrecerle una educación y promoción que permitan su natural integración como ciudadanas y ciudadanos dignos, libres, espontáneos y creativos? Otro Derecho del Niño es el de tener un nombre, una familia, una nacionalidad. ¿Siguen naciendo niños huérfanos de padres vivos? ¿Con tantos embarazos en la adolescencia, y tanta falta de responsabilidad en algunos jóvenes que actúan sin pensar en las consecuencias que conlleva el puro intercambio corporal sexual? La Convención de los Derechos del Niño, en los artículos 19, 32, 33, 34, 35 y 36, establece la obligación del Estado de proteger al niño y a la niña contra toda forma de maltratos por parte de los padres o cualquier persona responsable de ellos. Además, reconoce el derecho del niño a ser protegido contra el desempeño de cualquier trabajo peligroso para su desarrollo, el uso ilícito de estupefacientes, los abusos físicos, mentales y sexuales, la negligencia, el abandono, el secuestro, su venta o trata y contra cualquier otra forma de explotación. ¿Estamos facilitando un ambiente sano, equilibrado y justo, a las familias para que puedan cumplir con su misión de primera comunidad educadora? “Tanto el Estado como la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas posibles, a fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas… Por tanto, todos aquellos que en la sociedad dirigen las escuelas no deben olvidar nunca que los padres han sido constituidos por Dios mismo como los primeros y principales educadores de sus hijos, y que su derecho es del todo inalienable.” (Familiaris Consortio No. 40) ¡Que el Señor nos ayude a perseverar en el compromiso cristiano con los demás! Amén.

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