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El cristiano y el tránsito

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

A principios de esta semana, salía de un lugar donde se supone asisten los cristianos diariamente a escuchar La Santa Misa, para escuchar la voz del Señor y recibir la Santa Eucaristía. Son personas que se suponen son cristianos practicantes. Y tuve que esperar 15 minutos para poder salir en mi auto, porque una “buena cristiana” se había parqueado detrás de mí, e impedía que pudiera irme. Entré varias veces a la capilla, e incluso a la librería, y nada. No había forma de encontrar a la persona que manejaba el vehículo. Pensé en ese momento, ¿qué está sucediendo con los “cristianos” hoy? ¿Es la Santa Misa, un sacramento de reconciliación, donde me encuentro con el Señor, para ir poco a poco convirtiéndome en una persona nueva, o, es un simple rito, para cumplir con mis devociones, o mis tradiciones? Porque tan pronto se sale del recinto santo, es como si nos cambiaran. En tan pocos minutos se olvida todo lo que oímos en la Homilía, y lo que le prometimos al Señor que sería mi vida de ahora en adelante. Pero, parece ser que la Liturgia es solamente para mientras estoy dentro del recinto santo. Pero, no estoy sanado en mis debilidades, ni convirtiéndome en otro Cristo. Eso se llama ser cristiano: Otro Cristo. Jesús no solo quiere sanar a todos los hombres con la fuerza del Espíritu Santo, sino que quiere sanar a todo el hombre, el hombre en todos sus componentes. El Espíritu quiere sanar el corazón del hombre, que es donde muchas veces se concentran nuestros malos instintos. Pero, debemos permitírselo, Él no violenta nuestra libertad. Todos los días observamos que el ingrediente principal de tanta agresividad es la falta de respeto al otro. ¿Quién es el otro para mí? ¿Es otro Cristo? Las leyes de Tránsito, ¿las conocemos? ¿Hemos estudiado el manual antes de tomar el examen para conseguir la licencia? O ¿la hemos comprado, como un gesto más de la corrupción campante que nos rodea? Quizás por eso el tránsito es un caos. Ser cristiano hoy y siempre ha sido difícil. Debemos conscienciarnos ante todo, de que somos modelos para los demás. ¿Quién dice la gente que soy?, preguntaba el Señor a sus discípulos. Y es que nosotros cristianos de hoy, debemos continuar evangelizando a tiempo y a destiempo, y que mejor lugar que en el tránsito. La primera lectura de hoy tomada de la Profecía de Ezequiel es bastante clara: Así dice el Señor: “A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la Casa de Israel; cuando escuches palabras de mi boca, les daré la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado: “Malvado, eres reo de muerte!” Y tú no hablas, poniendo en guardia al malvado para que cambie de conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre; pero si tú pones en guardia al malvado para que cambie su conducta, el morirá por su culpa, pero tú has salvado la vida”. Hoy el tema del Evangelio es el de la Corrección Fraterna, lo que no le gusta a mucha gente. Pero el Señor nos dice que el que ama al prójimo como a sí mismo tiene cumplido el resto de la ley. El que ama a su prójimo, no le daña; amar es cumplir la ley.

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