La Vida

FAMILIA

Madres por intercambio

El estudiante de intercambio es, para la madre que lo hospeda, como un hijo más: debe tratarlo como al resto de su prole y no como a un visitante.

De joven Daisy Blanco soñó con viajar a otro país en algún programa de intercambio cultural. Aunque su sueño no se hizo realidad, cuando su hijo mayor se hizo adolescente le planteó la idea como una forma de cumplir en él aquella vieja aspiración. Lo que Blanco probablemente no esperaba era que al enviar a otro país a su hijo Jorge Alberto, ahora de 18 años, ganaría otro miembro para su familia. Voluntarios de la agencia AFS Intercambios Culturales le propusieron que recibiera en su hogar a una estudiante extranjera y, a fin de que su pequeña Lía Marie, de 11 años, tuviera compañía, decidió aceptar. La responsabilidad de cuidar a la hija de otra persona, asegura, no le produjo ningún temor o aprensión. En agosto del 2013, luego de casi tres días de viaje en auto, autobús y avión, la brasileña Caroline Oliveira llegó al país y al que sería su hogar durante un año. Oriunda de Frederico Westphalen, en el estado Rio Grande do Sul, Brasil, la joven había comenzado una aventura de esas que cambian vidas. De una familia que define como sobreprotectora, Caroline, que en abril cumplió 18 años, vino a vivir al amparo de una mujer abierta a la que, con total naturalidad, llama “mamá”. “Encontró una familia disfuncional donde no hay papá, porque yo soy divorciada, pero ella sabe que yo estoy para ella 24/7”, comenta Blanco. Caroline sigue siendo algo introvertida, dice Blanco, pero se va “convertida en una mujer que sabe lo que quiere, que tiene un horizonte”. Eso la enorgullece. “¿Qué voy a extrañar de ella cuando se vaya?”, reflexiona Blanco. “Su afecto. Ella me cuida”.

((HogarAfecto y responsabilidadUn estudiante de intercambio es, para la madre que lo hospeda, como un hijo más. Aunque no lo haya llevado en su vientre y la convivencia bajo el mismo techo se dé sólo por un año, la madre lo trata igual que al resto de su prole. Según AFS Intercambios Culturales, este tipo de experiencia hace que los padres evalúen la comunicación con sus propios hijos. “El estudiante, que se encuentra viviendo una experiencia única lejos de su familia, su cultura y de todo lo que le es conocido, necesitará de todo el apoyo y afecto que la familia de hospedaje pueda darle. Son estos lazos que se establecen los que hacen que la experiencia tenga valor”, dice la organización internacional en su Manual para Familias Anfitrionas. Hijos ‘prestados’ Originaria de Hamburgo, Alemania, Nike Schaper dejó atrás a sus padres y su hermanita de 12 años para residir durante un año en Santo Domingo. La adolescente de 16 años recuerda que para su madre Cathrin no fue fácil hacerse a la idea de ver partir a su pequeña sola al otro lado del océano, pero, madre al fin, comprendió su deseo de experimentar la vida y la cultura en un país distinto al suyo. El proceso de adaptación, asegura, resultó sencillo porque llegó a un hogar con experiencia previa hospedando a estudiantes extranjeros. Y en ese hogar, una madre que la ayudó mucho: Elizabeth Montenegro, quien además pertenece al equipo de voluntarios de AFS Intercambios Culturales. Haberse convertido en tutora por un año de hasta ahora cinco jóvenes extranjeros (procedentes de Finlandia, Italia, Luxemburgo, Alemania y Francia) ha influido en Montenegro, no sólo como madre, sino también en los diferentes roles que desempeña en la sociedad. “El hecho de uno abrir su hogar a un joven que se desprende de su familia para vivir con uno como un hijo, aparte de las responsabilidades que se desprenden de ello, viene una apertura cultural importante, en el sentido de que los paradigmas y estereotipos que uno tiene y que han venido formándose a lo largo de una vida van cambiando”, explica Montenegro, quien procreó tres hijos: Bryan, de 19 años, Chriss, de 17, y Eimy, de 11. Aunque las culturas varían, Montenegro, nativa de Panamá, considera que la esencia del ser humano es la misma y es en ese nivel, el de los sentimientos y las emociones, donde la madre que hospeda a un joven extranjero debe tratar de conectar. “Los valores son los mismos”, señala. “Una familia en Rusia, en Italia o en Francia cría con amor a sus hijos como también lo hacemos nosotros”. ReglasUna de las principales recomendaciones que reciben las madres es que establezcan con claridad las reglas del hogar, dice Soraya Fersobe, quien acoge a Burak Yˆney, de 18 años, oriundo de Estambul, Turquía. Además, al estudiante hay que hablarle claro y sin rodeos, pues esto favorece su adaptación y ayuda a evitar confusiones derivadas de las diferencias culturales o idiomáticas. Hablando de idioma, este es, en principio, el principal dolor de cabeza para algunas familias. “Al principio lo más difícil fue entendernos, pero usábamos el inglés”, recuerda Fersobe, madre de tres hijos: Betsy, de 22 años, German, de 19, y Miguel, de 17. ¿Cómo decidió participar en este tipo de programa? Cuenta que su segundo hijo, German, aplicó para participar en un intercambio fuera del país y eso la motivó a recibir a un joven extranjero en casa. De hecho, Burak pisó suelo dominicano en agosto del 2013, cuando German recién se marchaba a Bélgica. Recibir al joven turco, entonces, le ha servido para hacerse una idea de qué podría experimentar su propio hijo en suelo extranjero y en una familia diferente. Todos le auguran que llorará mucho cuando Burak deje el país en un par de meses, cuando termine su año de intercambio. Fersobe no lo duda, pero entonces recuerda su mayor consuelo: aunque se marcha el hijo que la vida le encargó durante un año, su hijo biológico estará de regreso.

(+)INTERACCIÓN CON OTRAS CULTURASLas décadas de experiencia con que cuenta AFS le han permitido a la organización afinar el proceso de selección de las familias de acogida. Estas deben ser recomendadas por alguna entidad de carácter social, cumplir con requisitos mínimos estructurales -los estudiantes de intercambio pueden compartir habitación pero deben tener su propia cama- y asistir a reuniones y entrevistas de preparación. ¿Por qué una familia querría hospedar a un extranjero? Según Pablo Viñas Guzmán, director nacional de AFS, la principal motivación es que los padres desean que sus hijos interactúen con jóvenes de otras culturas. A la familia se le insta a no tratar al extranjero como visitante, sino como un miembro más del hogar, con deberes y responsabilidades. En la actualidad, 108 jóvenes extranjeros entre 15 y 18 años se hospedan en 20 ciudades del país. “Además de un impacto en la familia”, dice Viñas Guzmán, su presencia “es un impacto en la comunidad”. Pero no siempre hay empatía. Según datos de AFS, alrededor del 20 por ciento de los estudiantes necesita cambiar de familia durante su año de intercambio.

Tags relacionados