COSAS DE DUENDES
Felices pese a todo
Nos encanta buscarle la quinta pata al gato aunque nuestras vidas discurran en armonía y paz. Por ejemplo, cuando la familia va bien, el trabajo se mantiene estable, las finanzas andan más o menos controladas y los amigos se mantienen cerca. ¿Qué más podríamos desear? Pero, aún así, encontramos razones para quejarnos hasta convencernos de que tenemos motivos para estar tristes. Hay quien, incluso, cae en una depresión inexplicable. Lo que quiero decir es que la vida nos sonríe y nosotros, a cambio, le regalamos una mueca o le sacamos la lengua. Porque nada nos parece suficiente, porque, como dice el refrán, “siempre hay un pelo en el sancocho”. ¡Y cuánto hurgamos hasta encontrarlo! Así “descubrimos” que ni los hijos, ni la familia, ni los amigos, ni el trabajo son exactamente como los queríamos. Bueno, podría consolarnos saber que mucha gente en el planeta comparte ese problema con nosotros. Aun los más afortunados. Si nos ponemos a ver, también tendrá de qué quejarse la abogada Amal Alamuddin, a la que el actor George Clooney le acaba de proponer matrimonio, y para dar constancia de la seriedad de su propuesta le regaló un anillo valorado en medio millón de dólares. Pese a que es preciosa, inteligente, culta y se va a casar con un hombre señalado, muchas veces, como el más atractivo del mundo, si Amal busca, encontrará un fleco en la miel de su vida. Nosotros, viles mortales, también. Creemos que tenemos razón al quejarnos, que debemos esperar a tiempos mejores para ser felices hasta que, en medio de la cotidianidad, nos golpea una preocupación real: la enfermedad de alguien que amamos o algún revés de nuestra propia salud. También, puede ser, la pérdida del trabajo o la aparición de cualquier otra amenaza. Entonces, nos decimos que debimos ser felices cuando podíamos porque ahora, aunque quisiéramos, resulta mucho más difícil lograrlo. Esa reflexión también es equivocada. Pues, frente a cualquier tormenta que azote nuestra vida, podemos hacer un ejercicio de fe y atrevernos a ser felices, pese a todo.