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DIAGNÓSTICO

Hígado graso es una patología de cuidado

Solía pensarse que las causas de cirrosis eran sólo las hepatitis B y C y el alcohol. El hígado graso, cuando evoluciona, lleva en 10% a cirrosis y en 4% a cáncer de hígado.

La acumulación de grasa en el hígado, conocida como esteatosis hepática, es una enfermedad cada vez más común. Ofreció la información el gastroenterólogo y hepatólogo Sidney Espinosa, quien detalla que, de no diagnosticarse y tratarse a tiempo, puede derivar en esteatohepatitis no alcohólica y eventualmente a enfermedades más complejas como cirrosis o cáncer. “Antes se pensaba que las causas de cirrosis eran solo las hepatitis B y C y el alcohol. Ahora se ha demostrado que el hígado graso cuando evoluciona a esteatohepatitis no alcohólica, lleva en un 10% a cirrosis y en un 4% a cáncer de hígado”, dice Espinosa. ((Solía pensarse que las causas de cirrosis eran sólo las hepatitis B y C y el alcohol. El hígado graso, cuando evoluciona, lleva en 10% a cirrosis y en 4% a cáncer de hígado. (+)UN ENEMIGO QUE NO DA SÍNTOMASEnfermedad silente: El hígado graso o esteatosis hepática es una enfermedad ligada al estilo de vida: dieta rica en grasas saturadas y carbohidratos refinados y vida sedentaria. Y es silenciosa: “El hígado graso es asintomático. El diagnóstico se consigue por examen de rutina a través de sonografía, donde el hígado aparece muy claro”, indica el especialista. Esteatohepatitis no alcohólica El tema del hígado graso no es nuevo, pero hoy se conoce más acerca de sus repercusiones. “Esta es una patología que se descubrió hace 60 años, hace 30 se describió formalmente la enfermedad, pero en los últimos cinco años ha venido su importancia porque se ha visto una relación entre hígado graso, cirrosis hepática y cáncer”, explica Sidney Espinosa, gastroenterólogo y hepatólogo. El hígado graso o esteatosis hepática puede evolucionar a otra enfermedad llamada esteatohepatitis no alcohólica. Darse cuenta para el médico es relativamente sencillo. Luego del diagnóstico de hígado graso a través de sonografía se indican estudios de laboratorio. Si los niveles de transaminasas (enzimas hepáticas) están elevados, se sospecha la esteatohepatitis no alcohólica. “Cuando se elevan las transaminasas, que son la TGO y la TGP, el paciente puede comenzar a sentir síntomas como dolor del lado derecho del abdomen, sensación de llenura y cansancio. Para confirmar el diagnóstico de esteatohepatitis no alcohólica el médico puede indicar biopsia hepática”, explica. La evoluciónEspinosa explica que el hígado graso o esteatosis hepática no siempre evoluciona a esteatohepatitis no alcohólica, pero sí hay factores que favorecen la evolución. Cuando el hígado comienza a metabolizar más grasa (debido al exceso en la oferta de radicales libres en el cuerpo), si se le suman diabetes, obesidad o consumo de alcohol el cuadro se agrava. “Actualmente se distingue entre esteatosis hepática alcohólica y no alcohólica a través de la historia clínica, revisando si el paciente es mujer y consume más de una copa de vino al día o si es hombre y toma más de dos copas”, indica Espinosa. El galeno expresa que el hígado graso (esteatosis hepática) es el origen de todo. Se trata de una patología en expansión provocada por el estilo de vida: dieta rica en grasas saturadas y azúcares y la vida sedentaria y se agravan ante obesidad, diabetes e hipertensión causando la esteatohepatitis no alcohólica. “El hígado graso se está relacionando cada vez más con ateroesclerosis y enfermedades coronarias, aquí ha comenzado la importancia clínica que antes no se daba a esta enfermedad, y ahora más con el incremento de la esteatohepatitis no alcohólica”, dice el especialista. Diagnóstico y tratamientoCuando el paciente acude a una consulta de rutina o por otra causa, sin ser obeso ni diabético, puede ser diagnosticado con esteatosis hepática a través de una simple sonografía. Si al hacer análisis de sangre las enzimas hepáticas están elevadas, se confirma el diagnóstico de esteatohepatitis no alcohólica. La esteatohepatitis no alcohólica se cura, pero se debe seguir una dieta impuesta por el médico consistente sobre todo en eliminar la carne roja, frituras y carbohidratos refinados y aumentar carne blanca, pescados y vegetales. Sume a esto un régimen de ejercicios cardiovasculares iniciando con 30 minutos diarios hasta llegar a una hora. Se complementa con tratamiento para el metabolismo hepático. “Lo último que se habla es usar antioxidantes y la vitamina E, tratar los padecimientos de base como diabetes e hipertensión y las dislipidemias (aumento de colesterol y triglicéridos), que si son leves bajan con dieta ejercicio, pero si es algo metabólico hay que usar medicamentos”, dice Espinosa. Los triglicéridos disminuyen con el consumo de Omega 3, 6 y 9, pero el colesterol alto hay que bajarlo con medicamentos como las estatinas, “y que hay que tener cuidado porque bajan el colesterol pero aumentan las transaminasas y hay entonces que hacerle chequeos periódicos al paciente”, detalla. Además evite medicamentos como los anticonceptivos orales, la tetraciclina, los corticosteroides porque favorecen el hígado graso, y el alcohol, porque empeora todo el cuadro. (( Acciones Cuide su dieta((+01 El hígado graso y la esteatohepatitis no alcohólica mejoran con el cambio en la dieta, pero cuidado, pues el estrés metabólico (aumento del metabolismo de grasas) puede causar que empeore la condición. Se deben evitar la pérdida de peso brusca y los ayunos prolongados. Lo mejor es bajar de peso de una manera gradual y con seguimiento experto. (( Imágenes Estudios puntuales((+02 Además de la sonografía abdominal, estudios especializados FibroScan clasifican la infiltración de grasa en el hígado. La esteatosis hepática se clasifica en los tipos I, II y III, yendo de leve a severa. El diagnóstico es esencialmente visual, para un diagnóstico más detallado se debe realizar la biopsia hepática, que es un método simple, aunque invasivo. (( Medicinas Medicamentos((+03 La esteatosis hepática no discrimina en sexo o edad: es más común en hombres, pero aumenta en la mujer post menopáusica. Es más frecuente a partir de los 60 años, pero hay casos en niños. El tratamiento farmacológico incluye Omega 3, antioxidantes, estatinas, silmarilina y otros fármacos, siempre bajo prescripción y supervisión médica.

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