LA CUARTILLA
Cosas que los hados deben desmantelar
Hoy, simplemente, pensaré que muchas de las cosas que uno ve, siente, percibe y hasta lamenta, constituyen males pasajeros que al despertar del ocaso brumoso de una pesadilla ya no estarán ahí, se habrán desmadejado en un hilillo deformado y esparcido como el polvo por las calles laberínticas del olvido. Hoy, al bostezar y sujetar con fuerza la taza de café y pasar revista, quizá, veo que el año se fue como vino, pero surgieron esperanzas. Hubo algún brote, una especie de resquicio por el cual surgía un rabillo de luz, pero, lamento decirlo, no es suficiente. Hay carencias insuperables que forman nubes de tormentas en cualquier barrio; tempestades en cualquier esquina, quizá, esas esperanzas surgidas terminan por materializar iniciativas y si hay voluntad, más allá de poses sumisas y flashes de relumbrón, alguien, de esos hados que tienen poder para hacerlo, encuentre la voluntad política para construir más sonrisas y destruir más llantos. No dejaré de ser realista, por cierto, que no es lo mismo que embriagarse de pesimismo, sino pensar a favor, con los pies sobre la tierra. Hoy, al tomar el café y ver entre la oscuridad de las seis de la mañana decembrina, he escuchado unas detonaciones que vienen de lejos. Esa es una meta que los hados deben desmantelar para siempre, ese terror maldito que invade nuestras madrugadas, aterrorizadas por el crimen.