¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?
‘Emmanuel, que significa Dios con nosotros’
Cuarto Domingo de Adviento. Las lecturas ya están anunciando el Nacimiento del Mesías, el Señor, el que había de venir. “Va a entrar el Señor, ÉL es el Rey de la Gloria”, exclama hoy el Salmo 23. Y es que la promesa está por cumplirse: antes lo había anunciado el profeta Isaías en el siglo 8: “Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros” (Is 7, 14). El Dios Padre Creador del Universo, el invisible, desea hacerse visible para el hombre que tanto ama y que ha creado a Su Imagen y Semejanza. Al que quiere darle una nueva oportunidad de recuperar la vida eterna, que perdió por su desobediencia, por el mal uso de la libertad. Y escoge una persona como María, obediente, humilde, con disponibilidad, con capacidad de servicio a los demás, con espíritu de sacrificio, con una fe inquebrantable al Dios de sus padres, conocedora de las Escrituras, a la que fue preparando desde la eternidad para que fuera quien lo llevara en su seno, como verdadero Templo del Espíritu Santo. Y qué decir de José, un hombre justo y obediente a Dios. Capaz del más grande sacrificio: Negarse a sí mismo por el bien de los demás. ¡Qué Sagrada Familia! ¡Qué ejemplo para todos nosotros! Sin embargo, estamos realizando los preparativos de Su Nacimiento, pero se nos ha olvidado lo que Él desea por parte de nosotros. La actividad se nos ha ido de las manos, y de repente se ha convertido en una fiesta pagana. Solamente interesan las fiestas, los regalos, las comidas, las bebidas, los trajes, la decoración, los fuegos artificiales. Nos hemos olvidado de nuestro espíritu y de nuestro corazón, que es el que va a recibir al Rey de Reyes, al Señor de Señores. Nos hemos olvidado del Espíritu de la Navidad. Dios ha querido compartir la humanidad con nosotros, pero no creo que haya sido de esta manera. ¿Dónde está nuestra solidaridad con los más necesitados? ¿Dónde está la cercanía con los marginados de la fortuna? Es Dios quien se ha acercado a nosotros, no nos alejemos de ÉL. Revelemos a los demás esta Buena Noticia. Enseñemos a los demás lo que verdaderamente significa la Navidad. El Señor viene, pero viene escondido. Se ha ocultado en la humanidad. Cuando nos visita, suele pasar inadvertido. Pocos son capaces de reconocerle. ¿Cuánta gente vio a María de Nazaret encinta y se escandalizó? ¿Cuánta gente oyó predicar a Jesús y se rasgó las vestiduras? ¿Cuánta gente le vio morir en la cruz y se decepcionó? En cambio, personas como Isabel, Juan el Bautista, Simón Pedro, María de Betania, NicodemoÖ descubrieron la presencia de Dios, y sus vidas cambiaron. Habían recibido “el espíritu de Sabiduría y de Revelación que ilumina los ojos del corazón para conocer perfectamente a Dios” (Ef 1, 17-18). Nuestros ojos están velados, y no le vemos. “Queremos escapar de nuestra realidad con la excusa de buscar a Dios, en cambio, El ama nuestra humanidad y ha optado por hacerse hombre como nosotros” (Tomado de “El Inconsciente, ¿morada de Dios?”) ¡Ojalá reflexionemos en este tiempo fuerte, y recibamos bien preparados al que ha de venir a nosotros! Amén.