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Salud

El VIH no es una condena a muerte

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Isabel Leticia LeclercSanto Domingo

A sus 20 años de edad, la joven Kiara Mariano se enteró de que nació con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y, desde entonces, admite, su vida no es la misma. Por sí sola se dio cuenta de que las constantes visitas al médico y los continuos medicamentos que debía ingerir a diario no eran normales. Al ver que no obtenía respuesta de sus familiares, se dedicó a buscar las razones de esa situación. Hurgando en una gaveta, encontró un documento médico en el que se registraba su padecimiento, que contrajo por transmisión vertical al momento de nacer. Esta realidad no limita las aspiraciones de la joven estudiante de Psicología, quien asegura que no está sentenciada a muerte y se aferra a la vida con la fortaleza más intensa. “Las personas que vivimos con VIH no tenemos fecha límite para morir; somos personas alegres con deseos de vivir”, destaca. Kiara hace un llamado a los jóvenes que por esta condición se desaminan y pierden las esperanzas de vivir. “Los jóvenes que vivimos con VIH tenemos que empoderarnos, unirnos y luchar por nuestros derechos; el VIH es algo de todos, no solo de las personas que lo padecen. Tienen que pensar en sí mismos, en lo que les queda por delante, no miren hacia atrás”, agrega con ahínco. Sus padres y un hermano murieron por esta causa; sin embargo, ella está convencida de que el apoyo familiar es el principal pilar que sostiene a un ser humano que porte el VIH, pero enfatiza que la discriminación y la falta de un cumplimiento eficaz de los derechos de estas personas impiden que se desarrollen y alcancen la plenitud en sus metas. Al igual que ella, Rosana Terrero también ha tenido que enfrentar la estigmatización de la sociedad por tener el VIH desde hace 13 años. La madre y abuela, graduada de Contabilidad, entiende que no es humano que a una persona que padezca de este virus se le niegue la posibilidad a un empleo y a sus medicamentos. “Nosotros tenemos derecho a recibir una atención médica con calidad; cuando vamos a los hospitales no nos quieren atender, ni realizarnos cirugías y procedimientos invasivos. Ellos lo que tienen es que tomar las medidas de bioseguridad necesarias”, manifestó. Ambos casos muestran el sentir de personas en diferentes etapas de sus vidas y una condición especial, que abogan porque sus derechos humanos no sean vulnerados. “El VIH no ha tronchado mis sueños, al contrario, es una motivación a seguir adelante”, dice Rosanna. Dos casos: un malAmbas mujeres sostienen que un ser afectado por el virus está ávido de comunicarse e integrarse en la sociedad. Ahora las dos se dedican a trabajar en organizaciones que promueven la prevención del VIH. Estas historias fueron contadas durante un panel efectuado en la sede de Convisida en la Plaza de la Salud, evento coordinado por el programa radial “Lluvia de chichiguas”, con el lema “Con decisión de vivir”, con ocasión de conmemorarse el pasado primero de diciembre el Día Mundial del Sida.

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